Recientemente, la administración Trump decidió recortar más de mil millones de dólares en programas federales de la USDA (Departamento de Agricultura) que ayudaban a las escuelas y bancos de alimentos a adquirir productos frescos y carne. Este ajuste en el presupuesto ha generado una gran preocupación entre agricultores, educadores y líderes comunitarios, quienes temen que las consecuencias afecten gravemente a las familias, especialmente a aquellas que ya luchan por acceder a alimentos saludables y suficientes.
La medida ha afectado principalmente a dos programas clave: el Local Food for Schools (LFS) y el Local Food Purchase Assistance (LFPA), que ayudaban a las escuelas y bancos de alimentos a obtener productos frescos de agricultores locales. Esta decisión ha dejado a muchas personas preguntándose cómo se manejarán ahora los recursos alimentarios en el país y cuáles serán los efectos a largo plazo de este recorte.
El impacto en las escuelas y los estudiantes
El recorte de estos fondos tiene repercusiones significativas en el acceso a alimentos frescos y saludables en las escuelas, especialmente en aquellas con menores recursos. Los programas afectados, que aportaban más de 660 millones de dólares para ayudar a las escuelas a comprar productos locales, permitían que los estudiantes recibieran alimentos frescos, nutritivos y de calidad.
Diane Pratt-Heavner, portavoz de la Asociación de Nutrición Escolar, mencionó que la pérdida de estos fondos no solo afecta a las escuelas, sino también a toda la comunidad. En su opinión, estos recortes son un golpe duro no solo para los estudiantes, sino para los productores locales que se beneficiaban de estos contratos, que les permitían vender sus productos directamente a las escuelas. Además, los estudiantes se ven privados de una educación sobre la nutrición y el valor de los alimentos frescos, lo cual es crucial para su desarrollo saludable.
Un informe de Feeding America indicó que más de 50 millones de personas en EE. UU., o 1 de cada 6 estadounidenses, usaron programas de asistencia alimentaria en 2023, un aumento del 38% con respecto a 2021. La falta de fondos para programas como LFS y LFPA significa que las escuelas tendrán que enfrentar mayores desafíos para ofrecer comidas saludables, afectando sobre todo a los estudiantes en comunidades con mayores niveles de pobreza y vulnerabilidad.
El recorte de la USDA también afectó a las iniciativas locales como el programa Farm to School, que permitía a las escuelas comprar productos directamente de los agricultores de la región. Esto no solo beneficiaba a los estudiantes, sino que también fortalecía la economía local y ayudaba a que los pequeños agricultores pudieran llegar a un mercado más amplio. En muchos casos, los estudiantes participaban en actividades educativas que les enseñaban sobre los agricultores locales y los procesos de cultivo y producción, lo que favorecía un aprendizaje más integral.
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Las familias afectadas por los recortes de USDA
Las familias que ya enfrentan dificultades económicas son las más vulnerables a estos recortes. Según estudios realizados por organizaciones como Feeding America, la pandemia de COVID-19 dejó a muchas familias en una situación financiera precaria, con un aumento en la cantidad de personas que acudieron a los bancos de alimentos. En 2020, un 6.7% de los hogares en EE. UU. utilizaron estos recursos, un incremento respecto al 4.4% del año anterior.
Con la reducción de los fondos para programas de asistencia alimentaria, las familias en situación de vulnerabilidad tendrán menos acceso a alimentos frescos y saludables, lo que afectará su bienestar general. Las familias más pobres, que dependen en gran medida de los alimentos distribuidos por los bancos de alimentos, serán las más perjudicadas. Según un informe de The Washington Post, los recortes en siete estados clave que fueron fundamentales para la victoria de Trump en las elecciones de 2024, como Carolina del Norte y Massachusetts, perderán millones de dólares en fondos destinados a las escuelas y a los bancos de alimentos, lo que podría agravar la inseguridad alimentaria en esas regiones.
La decisión de recortar el presupuesto también es vista como una traición a los principios de apoyo a las familias y las comunidades más necesitadas. Como destacó Massachusetts Gov. Maura Healey, la administración Trump y otros líderes, como Elon Musk, parecen haber declarado que alimentar a los niños y apoyar a los agricultores locales ya no son prioridades. Esto, según Healey, es un error grave que afectará a las familias de su estado y de muchos otros en el país.
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El impacto en las granjas locales
Los recortes también tienen un fuerte impacto en los pequeños agricultores, que dependen de programas como el Local Food Purchase Assistance (LFPA) para comercializar sus productos y sostener sus negocios. Muchos de estos agricultores han estado en contacto con los distritos escolares para ofrecer productos frescos y sostenibles a los estudiantes, lo que ha fomentado un modelo económico más justo y saludable. Ahora, al perder estos fondos, los agricultores que participan en estos programas temen que sus granjas puedan tener que cerrar.
Trey Yates, un joven agricultor de West Virginia que pertenece a una familia de ganaderos de cuarta generación, es uno de los afectados. Su negocio, Greenbrier Dairy, provee productos lácteos a las escuelas y bancos de alimentos a través de los programas eliminados. Yates expresó su preocupación de que, si los fondos se terminan en junio, se verá obligado a cerrar su empresa, lo que afectaría a sus empleados y a la comunidad en general. En su opinión, la pérdida de estos fondos es una amenaza directa a los pequeños negocios rurales que se esfuerzan por mantenerse a flote en medio de una competencia desleal con las grandes corporaciones.
El impacto en los agricultores locales es aún más dramático porque muchas de estas pequeñas granjas contribuyen al desarrollo económico de las comunidades rurales. Spencer Moss, director ejecutivo de la Coalición de Alimentos y Granjas de West Virginia, señaló que los recortes afectarán principalmente a aquellos agricultores que están trabajando para mejorar su sector y, al mismo tiempo, contribuir al bienestar de sus comunidades.

Trabajos de agricultura regenerativa en una imagen cedida a EFE por CREAF
La reacción ante los recortes de la USDA
Estos recortes en los programas de asistencia alimentaria y apoyo a las escuelas y granjas locales no han pasado desapercibidos. Los líderes locales y los defensores de los derechos de los agricultores y las familias han expresado su descontento y han exigido una reconsideración de las políticas implementadas por la administración Trump. En Carolina del Norte, por ejemplo, los agricultores que han trabajado estrechamente con las escuelas para llevar alimentos frescos a los estudiantes están profundamente preocupados por cómo se financiará este esfuerzo en el futuro.
Lauren Weyand, directora de nutrición de los distritos escolares de Craven County, explicó que el programa había sido un salvavidas durante la pandemia, cuando los problemas de la cadena de suministro dificultaban la obtención de productos frescos de distribuidores tradicionales. Ahora, con la eliminación de estos fondos, las escuelas se verán obligadas a reducir o eliminar estos programas, lo que afectará la calidad de las comidas servidas a los estudiantes.
Los recortes también han provocado un fuerte rechazo por parte de algunos legisladores, quienes argumentan que estos programas no solo beneficiaban a los niños y las familias, sino que también apoyaban a los agricultores y productores locales, contribuyendo a la sostenibilidad económica y la seguridad alimentaria. El desinterés por parte de los representantes de Washington hacia la crisis que enfrentan los agricultores y las familias es un tema recurrente en las quejas de los afectados.