El té de lavanda es una bebida popular gracias a su sabor suave y su aroma relajante, además de sus múltiples beneficios para la salud. Esta infusión, utilizada desde tiempos antiguos en varias culturas, ofrece propiedades que promueven el bienestar y la tranquilidad.
(Imagen Ilustrativa Infobae)
Entre sus principales propiedades, destacan sus efectos relajantes, que ayudan a calmar los nervios y alivian problemas comunes relacionados con el estrés, como la tensión muscular, los dolores de cabeza y los malestares gástricos. Además, su consumo nocturno facilita la inducción del sueño y mejora la calidad del descanso, lo que lo hace útil para quienes padecen insomnio.
Otro de los beneficios importantes del té de lavanda es su capacidad para reducir las sensaciones de ansiedad y depresión, especialmente en adultos mayores. Un estudio de la National Library of Medicine concluyó que el té es una alternativa accesible para disminuir estos síntomas, aunque debe utilizarse como complemento de otros tratamientos médicos.
A nivel digestivo, este té puede aliviar molestias como los gases, los cólicos y las infecciones intestinales debido a sus propiedades antiinflamatorias y sedantes. También se ha comprobado que es útil para controlar la fiebre, ya que promueve la transpiración y ayuda a reducir la temperatura corporal. Asimismo, su efecto broncodilatador resulta beneficioso para tratar problemas respiratorios.
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Por otro lado, el consumo de té de lavanda contribuye a mejorar la salud bucal. Su capacidad para combatir el mal aliento, aliviar las encías sensibles y curar pequeñas heridas o llagas en la boca lo convierten en una opción natural para mantener la higiene oral. Finalmente, también se ha destaca su capacidad para aliviar los dolores premenstruales, ayudando a calmar los síntomas asociados a esta condición.
El té de lavanda ayuda a calmar los nervios a través de varios mecanismos que actúan sobre el sistema nervioso. Uno de los principales factores es su aroma distintivo, que contiene compuestos que, al ser inhalados durante la preparación del té, llegan al cerebro y provocan una respuesta de relajación. Estos compuestos inducen una sensación de tranquilidad, lo que reduce los niveles de ansiedad.
Además, al consumir la infusión, los componentes de la lavanda interactúan con los receptores del sistema nervioso, facilitando una disminución de la tensión y promoviendo una sensación de bienestar. Esta combinación de efectos en el cuerpo y la mente hace que el té de lavanda sea una opción efectiva para quienes necesitan calmar sus nervios y aliviar las molestias derivadas del estrés.
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El té de lavanda es reconocido por su capacidad para mejorar la calidad del sueño. Su consumo regular facilita que las personas concilien el sueño más fácilmente y disfruten de un descanso reparador. Esto se debe a los compuestos presentes en la lavanda que actúan sobre el sistema nervioso y promueven un estado de relajación propicio para el sueño.
Expertos de la Cleveland Clinic subrayan que el té de lavanda puede aumentar la fatiga nocturna, lo que contribuye a conciliar el sueño de manera más efectiva. De esta manera logra mejorar la calidad del descanso alcanzado al dormir.
La elaboración del té de lavanda es un proceso sencillo que permite disfrutar de sus propiedades relajantes. Para comenzar, resulta esencial calentar el agua. Se recomienda llenar una olla o tetera con 2 tazas de agua y llevarla a ebullición. Este paso asegura que la infusión extraiga de manera eficaz los compuestos beneficiosos de la lavanda.
A continuación, se debe colocar 1 cucharada de flores de lavanda secas en una tetera o en un infusor de té. Es importante ser cauteloso con la cantidad, ya que un exceso podría derivar en un sabor demasiado intenso. Posteriormente, cuando el agua esté hirviendo, se vierte sobre las flores de lavanda en la tetera o el infusor, lo que libera los aceites esenciales de la lavanda y optimiza sus efectos calmantes.
Acto seguido, se deja reposar la infusión durante un periodo de 5 a 10 minutos, dependiendo de la preferencia personal respecto a la intensidad del té. Si no se ha utilizado un infusor, se procede a colar el té para retirar las flores de lavanda. Finalmente, se puede endulzar al gusto con miel o añadir un poco de limón para obtener un toque adicional de sabor. Así, el té ya está listo para ser servido caliente y disfrutar de sus propiedades calmantes en un momento de relajación personal.