La primavera de 2024 trajo buenas noticias con una notable disminución de los casos de COVID-19. Sin embargo, el SARS-CoV-2, el coronavirus causante de la enfermedad, sigue mutando. En abril, surgió un grupo de nuevas cepas virales conocidas como variantes FLiRT, basadas en los nombres técnicos de sus dos mutaciones principales.
Las variantes FLiRT son subvariantes de Ómicron. Una de ellas, KP.2, representó el 28.2% de las infecciones por COVID-19 en Estados Unidos para la tercera semana de mayo, convirtiéndose en la variante dominante en el país. Otra, KP.1.1, representó el 7.1% de los casos.
Algunos expertos han sugerido que estas nuevas variantes podrían causar un aumento en los casos de COVID-19 durante el verano. Sin embargo, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) también informan de que la actividad viral del COVID-19 en las aguas residuales en Estados Unidos ha disminuido desde enero y actualmente es “mínima”.
¿De dónde vienen las cepas FLiRT?
Nadie sabe exactamente dónde surgieron las variantes FLiRT por primera vez. Fueron detectadas inicialmente en las aguas residuales de Estados Unidos por los CDC, que analizan estas muestras para detectar rastros de SARS-CoV-2 circulando en la comunidad, incluso si las personas no presentan síntomas. Desde entonces, se han identificado en varios otros países, incluidos Canadá y el Reino Unido.
Para entender mejor cómo surgieron las cepas FLiRT, es útil observar cómo ha cambiado el virus SARS-CoV-2 con el tiempo, con nuevas variantes formándose a medida que emergen mutaciones en su código genético. Ómicron fue una variante del SARS-CoV-2 que se impuso en Estados Unidos en 2021 y comenzó a generar sus propias subvariantes. Una de ellas fue JN.1, identificada en septiembre de 2023, que se propagó por el país durante los meses de invierno, provocando un aumento en las hospitalizaciones por COVID-19. JN.1 también tiene descendientes; las subvariantes FLiRT son derivaciones de una llamada JN.1.11.1.
¿Qué sabemos y qué no sabemos sobre las variantes FLiRT?
Sabemos que las variantes FLiRT tienen dos mutaciones en sus proteínas de espiga (las protuberancias en la superficie del virus) que no se vieron en JN.1 (la cepa previamente dominante en Estados Unidos). Algunos expertos dicen que estas mutaciones podrían facilitar que el virus evada la inmunidad de las personas, ya sea por la vacuna o por una infección previa de COVID-19.
Sin embargo, el hecho de que las variantes FLiRT sean genéticamente similares a JN.1 debería ser tranquilizador, según Scott Roberts, especialista en enfermedades infecciosas de Yale Medicine. Mientras que JN.1 apareció durante los meses de invierno, cuando las personas se reúnen en interiores y el virus es más propenso a propagarse, sus síntomas fueron más leves que los causados por las variantes en los primeros años de la pandemia.
Aún no se sabe si una enfermedad por COVID-19 será más severa con las variantes FLiRT o cómo podrían cambiar los síntomas. Según los CDC, los síntomas y la severidad de la enfermedad por COVID-19 generalmente dependen menos de la variante y más de la inmunidad y la salud general de la persona.
¿Cómo pueden las personas protegerse contra las cepas FLiRT?
La vacunación sigue siendo una estrategia clave, dice Roberts, añadiendo que todos los elegibles para la vacunación contra el COVID-19 deben asegurarse de estar al día con las vacunas más recientes. Aunque la vacunación puede no prevenir la infección, reduce significativamente el riesgo de enfermedad grave, hospitalización y muerte por COVID-19.
Se sabe que la vacuna monovalente actualizada, diseñada para la variante XBB.1.5, funcionó contra JN.1, y los expertos sospechan que tendrá algún grado de actividad contra las mutaciones FLiRT también. Roberts recomendaría especialmente a cualquier persona que califique para la vacuna debido a su edad avanzada que la reciba si no lo ha hecho ya.
La razón es que el mayor factor de riesgo para un mal desenlace del COVID-19 es la edad avanzada. Cualquier persona mayor de 65 años es elegible tanto para la primera vacuna actualizada ofrecida en el otoño de 2023, como para una segunda dosis cuatro meses después.
Otras medidas preventivas
Las pruebas de COVID-19 deberían poder detectar las variantes FLiRT, y los tratamientos antivirales deberían seguir siendo efectivos contra ellas. Paxlovid, el tratamiento principal para la mayoría de las personas con COVID-19, actúa sobre una “parte no espigada del virus”, lo que lo hace relativamente resistente a las variantes.
Además de la vacunación, hay otras medidas preventivas que pueden ayudar. Es importante evitar acercarse demasiado a personas que estén enfermas, usar mascarillas estratégicamente, lavarse las manos adecuadamente, mejorar la ventilación y estar al tanto de los niveles de transmisión del COVID-19 en tu área.
En resumen, aunque las variantes FLiRT presentan nuevas mutaciones que podrían cambiar el panorama del COVID-19, las medidas preventivas y la vacunación siguen siendo nuestras mejores herramientas para combatirlas. Mantente informado y protegido para reducir el riesgo de infección y enfermedad grave.