Para muchas personas, el verano trae consigo el reto de enfrentar la sudoración excesiva, un mecanismo fisiológico que permite al cuerpo mantener su temperatura interna, pero que también puede convertirse en una incomodidad significativa. Estas son recomendaciones claves para manejar la sudoración en esta temporada, desde el tipo de ropa hasta opciones de tratamientos médicos especializados.
La sudoración es un proceso natural mediante el cual el cuerpo libera calor para enfriarse. Este mecanismo es regulado por el sistema nervioso simpático, que estimula las glándulas sudoríparas ecrinas, presentes en casi todo el cuerpo. La cantidad de sudor puede llegar a ser considerable en condiciones de calor o actividad física intensa, liberando entre 0,5 y 1,5 litros de sudor por hora.
Estudios publicados en la revista Journal of Applied Physiology revelan que el aumento de la temperatura y la humedad ambiental incrementan significativamente la cantidad de sudor.
hiperhidrosis afecta al 5% de la población mundial y puede causar infecciones dermatológicas (Wolfgang Kumm/dpa)
La sudoración excesiva, también conocida como hiperhidrosis, afecta a alrededor del 5% de la población mundial, según datos de la International Hyperhidrosis Society. Este problema no sólo genera incomodidad física: también puede derivar en afecciones dermatológicas como infecciones bacterianas, hongos y eccemas debido a la humedad constante en la piel.
Además, la hiperhidrosis puede afectar las relaciones interpersonales y profesionales, generando ansiedad y estrés en quienes la padecen.
Los expertos y estudios dan algunos consejos para evitarla o reducirla:
Prendas de tejidos técnicos eliminan la humedad y son más recomendables que el algodón (Imagen ilustrativa Infobae)
Uno de los cambios más sencillos y efectivos para reducir la sudoración en verano es el uso de prendas adecuadas. Aunque el algodón y otras fibras naturales permiten la transpiración, estos materiales tienden a retener la humedad, lo que puede resultar incómodo.
Los tejidos técnicos empleados en la ropa deportiva, diseñados para la eliminación de la humedad, son una opción más recomendable. Según José Luis López Estebaranz, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), contar con ropa de recambio también puede ayudar a mantener la comodidad a lo largo del día.
Alimentos como el picante y la cafeína incrementan la actividad de las glándulas sudoríparas (Imagen Ilustrativa Infobae)
La dieta tiene un papel importante en la regulación de la la transpiración. Se ha demostrado que alimentos como el picante, el alcohol, la cafeína y las bebidas con teína pueden aumentar la temperatura corporal, lo que activa las glándulas sudoríparas, por lo que conviene evitarlos.
Consumir suficiente agua y alimentos abundantes en electrolitos, como sodio y potasio, ayuda a reponer los líquidos y minerales perdidos por el sudor, lo cual es esencial para mantener una buena hidratación. Esta recomendación es respaldada por estudios en The Journal of Nutrition, que destacan la importancia de una correcta hidratación para el equilibrio corporal en climas cálidos.
Un ambiente fresco y ventilado previene olores (Imagen Ilustrativa Infobae)
Mantener un ambiente fresco y ventilado en los espacios de convivencia y trabajo es esencial para reducir la necesidad de la transpiración La ventilación adecuada y la iluminación natural contribuyen a un ambiente más cómodo y a reducir la temperatura corporal.
Aunque el aseo corporal no elimina el exceso de la transpiración, ayuda a prevenir el mal olor que puede generarse por la descomposición de bacterias en la piel. López Estebaranz enfatiza la importancia de una higiene constante para evitar infecciones y eccemas.
Estrategias de relajación reducen la la transpiración inducida por el estrés, según investigaciones (Imagen Ilustrativa Infobae)
El estrés, la ansiedad y la tensión son factores que pueden incrementar la sudoración, especialmente en áreas como las axilas, las manos y el rostro. Esta relación fue documentada en estudios psicológicos, que señalan cómo las situaciones de estrés activan el sistema nervioso simpático, intensificando la respuesta sudorípara.
Estrategias como la meditación, la respiración profunda y el ejercicio moderado ayudan a reducir los niveles de estrés y, por ende, la sudoración inducida por factores emocionales, según investigaciones publicadas en el Journal of Anxiety Disorders.
Si las medidas preventivas no logran controlar la sudoración excesiva, existen tratamientos médicos que pueden ser de gran ayuda:
Los antitranspirantes bloquean las glándulas sudoríparas pero deben ser usados con precaución (Imagen ilustrativa Infobae)
- Antitranspirantes: los productos antitranspirantes contienen sales de aluminio que bloquean las glándulas sudoríparas y ayudan a reducir la sudoración en áreas como las axilas. Aunque su efectividad está demostrada, deben usarse con precaución para evitar posibles irritaciones.
- Iontoforesis: según estudios, este procedimiento, que consiste en aplicar una corriente galvánica de baja intensidad en las áreas afectadas (manos, pies o axilas), mostró eficacia en la reducción de la sudoración en diversos estudios clínicos. No obstante, requiere sesiones regulares para mantener sus efectos.
- Toxina botulínica: las inyecciones de toxina botulínica (Botox) representan un tratamiento efectivo cuando otras opciones han fallado. Este procedimiento bloquea la liberación de acetilcolina, evitando la activación de las glándulas sudoríparas. La toxina botulínica es aprobada por la FDA para tratar la hiperhidrosis y su efecto dura entre cinco y doce meses, según investigaciones en The Journal of Clinical and Aesthetic Dermatology.