Un estudio sueco encontró una posible relación entre los tatuajes y un tipo de cáncer llamado linfoma maligno, pero –en última instancia– reclama más investigación sobre el tema y expertos en cáncer dicen que la posible relación es exagerada.
Los investigadores de la Universidad de Lund dijeron que querían hacer el estudio porque se sabe muy poco sobre los efectos a largo plazo de los tatuajes en la salud, a pesar de su continua popularidad. Solo en Estados Unidos, casi un tercio de la población tiene al menos un tatuaje, según una encuesta realizada en 2023 por el Pew Research Center.
En el estudio, publicado en la edición más reciente de la revista eClinicalMedicine, participaron casi 12.000 personas de Suecia. A partir de registros de población, los investigadores identificaron a todos los diagnosticados con linfoma maligno entre 2007 y 2017 –casi 3.000 personas– y los emparejaron con un grupo de la misma mezcla de edad y sexo que no tenía cáncer.
El linfoma maligno es un cáncer del sistema linfático, la parte del cuerpo que ayuda a combatir los gérmenes y las enfermedades. Los factores de riesgo conocidos incluyen un sistema inmunitario debilitado por enfermedades o trastornos inmunitarios como el sida, infecciones como la de Epstein-Barr, la edad y antecedentes familiares de la enfermedad. Cierta exposición a sustancias químicas como pesticidas y herbicidas también puede aumentar el riesgo de linfoma, además del humo de segunda mano.
En 2021, los autores del estudio enviaron cuestionarios a las personas que habían identificado, preguntándoles sobre determinados factores del estilo de vida que pueden aumentar el riesgo de padecer este tipo de cáncer y sobre si tenían algún tatuaje.
Incluso después de tener en cuenta factores que se sabe que afectan al riesgo de cáncer, como el tabaquismo y la edad, los investigadores descubrieron que el riesgo de linfoma maligno era un 21% mayor entre quienes tenían al menos un tatuaje. El hallazgo es solo una asociación, no una relación directa, pero los autores del estudio subrayaron que serán necesarias más investigaciones para corroborar esta conclusión.
Para sorpresa de los investigadores, no encontraron pruebas que sugirieran que el riesgo aumentaba a medida que la piel de la persona estaba cubierta de más tatuajes.
«Aún no sabemos por qué ocurre esto. Solo se puede especular que un tatuaje, independientemente de su tamaño, desencadena una inflamación de bajo grado en el cuerpo, que a su vez puede desencadenar el cáncer», dijo el coautor Christel Nielsen, profesor asociado en la División de Medicina Ocupacional y Ambiental de la Universidad de Lund, en un comunicado de prensa. «El panorama es, por tanto, más complejo de lo que pensábamos inicialmente».
El estudio no se creó para determinar cuál puede ser la relación entre el cáncer y los tatuajes, si es que existe, pero los expertos se muestran escépticos.
La conclusión es «realmente exagerada», dijo el Dr. Timothy Rebbeck, epidemiólogo del Instituto Oncológico Dana-Farber y profesor de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard, quien no participó en la investigación.
«Si yo hubiera escrito ese artículo, si yo hubiera sido el editor, habría dicho que la conclusión es que no hay pruebas de una asociación sólida», afirmó.
Los datos son sólidos, dijo, pero los principales factores de riesgo de los linfomas no se encuentran en los tatuajes.