El aceite de oliva, un ingrediente esencial de la dieta mediterránea, es mucho más que un simple aderezo o base para cocinar. Su popularidad no es solo por su sabor único y versatilidad en la cocina, sino por los numerosos beneficios para la salud que aporta. Desde la reducción del colesterol hasta sus poderosas propiedades antioxidantes, este aceite ha sido durante siglos un pilar en las cocinas del mundo, especialmente en los países del Mediterráneo, donde se asocia con una mayor longevidad y una vida saludable.
El aceite de oliva es un componente básico en una variedad de platos. Ya sea para añadir un toque final a una ensalada, para freír alimentos o para aderezar sopas y guisos, su sabor suave y afrutado enriquece las comidas de manera natural. Sin embargo, sus beneficios van más allá de lo que puede aportar en términos de sabor. El aceite de oliva virgen extra es una opción muy preferible a otras grasas más procesadas.
Además, es un ingrediente versátil en la cocina. Se puede usar tanto en la preparación en frío, como en ensaladas, como en la cocción a fuego lento. Sin embargo, es importante destacar que, para aprovechar sus propiedades nutritivas, debe ser utilizado con moderación, y es ideal optar por aceites de oliva de alta calidad, como el virgen extra, para mantener sus beneficios intactos.
Una de las principales razones por las que el aceite de oliva ha ganado reconocimiento a nivel mundial es su protagonismo en la dieta mediterránea, un patrón alimentario tradicionalmente asociado con la longevidad y la salud cardiovascular. Según diversos estudios, las personas que siguen una dieta mediterránea, rica en frutas, verduras, legumbres, pescado, nueces y aceite de oliva, suelen tener un menor riesgo de padecer enfermedades crónicas como enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 y cáncer.
La relación entre el aceite de oliva y la longevidad está respaldada por la abundancia de estudios que destacan sus efectos protectores sobre la salud. Maddie Pasquariello, nutricionista y fundadora de Nutrition With Maddie explicó en sus estudios que “el aceite de oliva es uno de los mejores alimentos para la longevidad”, debido a su capacidad para prevenir enfermedades y proteger el cuerpo de los efectos dañinos de los radicales libres.
Uno de los mayores beneficios del aceite de oliva radica en su alto contenido de antioxidantes, compuestos que son fundamentales para la protección celular. Entre los más destacados se encuentran los flavonoides, la oleuropeína y el hidroxitirosol, que son conocidos como compuestos fenólicos. Estos antioxidantes son clave para la defensa del cuerpo contra los radicales libres, moléculas inestables que pueden dañar las células y contribuir al desarrollo de enfermedades crónicas, como el cáncer o la diabetes tipo 2.
Pasquariello explica en el mismo estudio que “los antioxidantes son una parte poderosa del sistema de defensa del cuerpo, que ayuda a neutralizar los radicales libres y a proteger las células del daño”. Al consumir una dieta rica en antioxidantes, como la que ofrece el aceite de oliva, se puede reducir el estrés oxidativo, un factor importante en el envejecimiento celular y en el riesgo de enfermedades degenerativas.
El aceite de oliva también tiene un impacto significativo sobre la inflamación en el cuerpo, un factor que está vinculado con numerosas enfermedades crónicas, como la diabetes, las enfermedades cardíacas y la obesidad. El estrés oxidativo y la inflamación suelen estar interrelacionados, creando un círculo vicioso que puede agravar la salud a largo plazo. Sin embargo, los compuestos fenólicos presentes en el aceite de oliva, especialmente en el aceite de oliva virgen extra, tienen propiedades antiinflamatorias que pueden romper este ciclo.
Kristen Carli, nutricionista y propietaria de Camelback Nutrition & Wellness, señala en un comunicado en uno de sus estudios que “el aceite de oliva, en particular el aceite de oliva virgen extra, contiene ácidos grasos insaturados que ayudan a reducir la inflamación”. Estos ácidos grasos, especialmente el ácido oleico, son fundamentales para inhibir la producción de citocinas, proteínas que activan la inflamación en el cuerpo.
Al reducir la inflamación, el aceite de oliva juega un papel protector contra una serie de enfermedades asociadas con la inflamación crónica, que es una respuesta del sistema inmunológico a factores estresantes, y que está vinculada a diversas afecciones graves, como enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer.
Los efectos antiinflamatorios del aceite de oliva son especialmente importantes para mantener una buena salud cardiovascular. La reducción de la inflamación en las arterias, por ejemplo, puede ayudar a prevenir la acumulación de placas y la obstrucción del flujo sanguíneo.
El aceite de oliva es rico en grasas insaturadas, que son esenciales para mantener un equilibrio saludable en los niveles de colesterol en la sangre. A diferencia de las grasas saturadas, que son sólidas a temperatura ambiente y se encuentran en alimentos como la manteca de cerdo y el aceite de palma, las grasas insaturadas del aceite de oliva pueden ayudar a reducir el colesterol LDL, también conocido como colesterol “malo”. Al mismo tiempo, estas grasas saludables pueden aumentar los niveles de colesterol HDL, o “bueno”.
Maddie Pasquariello destaca que agregar aceite de oliva a la dieta no garantiza la reducción del colesterol por sí sola. Sin embargo, al reemplazar grasas saturadas con las grasas insaturadas del aceite de oliva, se puede lograr un impacto positivo en los niveles de colesterol. Pero este cambio en la dieta debe ir acompañado de una alimentación saludable en general, para una estrategia efectiva de reducción del riesgo de enfermedades cardíacas.
Otro beneficio clave del aceite de oliva es su capacidad para reforzar la función inmunológica. Esto se debe en gran parte a su alto contenido de compuestos fenólicos, que favorecen la producción de glóbulos blancos. Estos glóbulos blancos son fundamentales para el sistema inmunológico, ya que combaten las infecciones y ayudan a controlar la inflamación en el cuerpo. Además, el aceite de oliva es una excelente fuente de vitamina E un antioxidante esencial que apoya y mejora la función inmunológica.
Kristen Carli explica que los compuestos fenólicos presentes en el aceite de oliva estimulan la producción de glóbulos blancos, lo que refuerza la capacidad del cuerpo para defenderse de patógenos y mantener un sistema inmunológico fuerte. La vitamina E, por su parte, actúa como un antioxidante que protege las células inmunitarias y las ayuda a desempeñar sus funciones de manera más eficiente.
En resumen, el aceite de oliva no es solo un ingrediente delicioso, sino un superalimento que puede ofrecer numerosos beneficios para la salud.