Todas sabemos que delegar es clave para el crecimiento y la eficiencia de nuestros negocios, pero ¿qué es delegable y qué no? Te lo ilustraré uniendo dos experiencias que tuve en esta última semana. Una en el ámbito personal decorando mi casa nueva y otra en el ámbito empresarial conversando hoy con una mujer que agendó una reunión individual conmigo por Zoom.
Comienzo por la decoración de mi casa. Las que me siguen desde hace tiempo saben que hace unos meses nos mudamos a la primera casa que compramos aquí en Estados Unidos. También saben que no me considero buena decorando interiores. Esa es mi creencia muy limitante al respecto.
Sin embargo, el no ser buena decorando no significa que no me importe que mi casa esté bien decorada. Me importa, y mucho. Por lo tanto, desde que nos mudamos, he estado visualizando todos los días nuestra casa perfectamente decorada, imaginando cada espacio con una sonrisa de oreja a oreja. No pensaba en cómo lo lograría, simplemente recorría mi casa y sonreía. En mi imaginación, la casa se transformaba mágicamente. Lo espectacular ocurrió la semana pasada: logramos tener mi casa perfectamente decorada.
¿Quieres que te cuente todos los detalles? Como sé que a muchas de ustedes les interesan estos temas, asumo que estás diciendo que sí mientras me lees, así que me daré el privilegio de contarte en detalle esta experiencia que fue mágica.
Desde que nos mudamos, además de visualizar todos los días mi casa muy bien decorada, junto con mi marido hemos estado consultando a Belén, una de mis nuevas y espectaculares amigas aquí en Atlanta, sobre cómo decorarla. Le preguntamos sobre qué cortinas poner, qué lámparas, de qué color pintar el baño, etc. Ella, muy paciente y apasionadamente, ya que le encanta decorar y es muy talentosa en eso, nos ha estado dando sugerencias. Entre sugerencia y sugerencia nos dijo: «Yo cambiaría los espejos de la biblioteca y los estantes de vidrio por una biblioteca de madera blanca, y también cambiaría el marco del cuadro que tienen por uno más delgado». Miré a mi marido, que es como mi MacGyver, y me dijo: «Hablaremos con Tomás y lo haremos». Tomás y su esposa Susan son nuestros “ángeles de la guarda” que mencioné en episodios anteriores, quienes nos mimaron mucho cuando nos mudamos y aún lo hacen. Tomás ama trabajar con madera, de hecho, es luthier y hace guitarras espectaculares por encargo. Tiene todo tipo de herramientas y sobre todo un don de servicio y ayuda, al igual que Susan, que siempre se une al proyecto cuando Paul le habla. En resumen, en dos días teníamos el nuevo marco del cuadro y la biblioteca instalada. Solo faltaba pintarlas. La biblioteca no fue tarea fácil: implicó retirar paneles de espejo enormes y estantes de vidrio, ir a Home Depot a comprar materiales, cortar, instalar, lijar, etc.
¿Por qué el apuro? Porque teníamos un plazo, una fecha límite: mi fiesta de cumpleaños, que celebré el viernes pasado, un mes después de mi cumpleaños, el 7 de enero. Pero la generosidad no termina ahí. El miércoles por la noche, Belén me escribe sin que yo le pida y me dice: «Che Vale, ¿quieres que te ayude a cocinar mañana?» Permíteme contarte un poco más sobre Belén: tiene tres hijos, un marido, un perro y es dueña de seis locales de empanadas y tortas riquísimas tanto aquí en Atlanta como en otros estados (he compartido varias veces sus delicias en mis historias). Les dejo el enlace de su página para que lo miren y si están cerca de alguno de sus locales, vayan, porque realmente son muy ricas: https://belendelacruz.com/ . No sé cómo hace para multiplicar sus horas, pero siempre está dispuesta a ayudar. Y lo más lindo de Belén es que su generosidad fluye de una manera tan natural que te hace sentir bien al recibir de ella, sin ningún sentimiento de peso o de deuda. ¿Te ha pasado que hay personas muy generosas, pero recibir algo de ellas se siente incómodo porque te hace sentir en deuda? Y luego hay otras personas que te hacen sentir que les haces un favor permitiéndoles ayudarte. ¡Es increíble! ¡Bueno, Belén es así!
Así que cuando me ofreció su ayuda, le respondí: «¿Estás segura?» Belén: «¡Claro, voy!» Y llegó el jueves por la noche. Mientras preparábamos los ingredientes para cocinar y mi marido pintaba la biblioteca, Belén, que ama decorar (de hecho, estaba entre dedicarse a la decoración o a la cocina), empezó a recorrer la casa con nosotros y nos dijo: «Esta mesita podría ir en la entrada, esos espejos que sacaron de la biblioteca aquí, ese cuadro allá, la lámpara por allí…» Entre los tres (mi marido, Belén y yo), empezamos a mover las cosas de lugar y la casa comenzó a transformarse. Hicimos una pausa para cocinar mientras esperábamos que la pintura de la biblioteca se secara por completo, y Belén me dijo: «¿No tienes una olla más grande? ¿Y un cuchillo más grande?» Ya habíamos confirmado 48 de las 54 invitadas, así que definitivamente necesitábamos una olla más grande. Belén llamó a su esposo Fer y le pidió que trajera la olla y el cuchillo. Fer, otro santo servicial como Paul y también amigo nuestro, dijo: «Claro, llevo la laptop y trabajo desde allí». Y así fue: llegó, nos trajo las cosas y se instaló en la cocina mientras cocinábamos y Paul terminaba de hacer algunos retoques en la biblioteca.
Terminó su trabajo y también ofreció su ayuda y se puso manos a la obra. Junto con Paul, comenzaron a colgar cuadros, mover mesas pesadas, poner cortinas. Eran la una y media de la mañana, y Fer insistía en que él y Paul colgaran juntos las últimas cortinas para que Paul no tuviera que hacerlo solo al día siguiente. Mientras tanto, Belén estaba decorando las bibliotecas, haciendo literalmente magia con las cosas que teníamos: mis viejos álbumes de fotos, el reloj que nos regaló la abuela de Paul para nuestro casamiento y algunas cosas más que trajimos de Argentina en nuestras maletas y las pocas compras que hicimos aquí.
Terminamos yendo a dormir a las dos de la mañana, felices pero agotados, asombrados por la gran transformación de la casa y listos para recibir a mis amigas. Lo más hermoso de todo fue que el resultado fue mucho más que tener una casa divinamente decorada: fue sentirnos más cercanos a Belén y a Fer, fortalecer aún más nuestra amistad entre los cuatro y eso nos llenó de felicidad.
Entonces, ¿qué fue lo que me permitió lograr mi sueño de tener mi casa perfectamente decorada? Claramente, tener «una Belén» en mi vida a quien delegar y en quien confiar fue más que suficiente. ¿Habría sido un buen uso de mi tiempo dedicar días o incluso meses aprendiendo a decorar? ¿El sentir que no soy buena en decoración afecta mi bienestar diario? ¿Afecta mi autoestima? La realidad es que no, excepto en el momento en que me mudo. Y aunque me he mudado varias veces en mi vida, sinceramente no es algo que ocurra a diario. Lo que quiero es ver y disfrutar de mi casa perfectamente decorada, no necesariamente ser buena decoradora.
Por lo tanto, esa creencia, esa mentalidad fija de creerme pésima para decorar, decidí no trabajarla. Sin embargo, lo que sí elegí y decidí trabajar hace ya muchos años es en valorarme y respetarme por ser quien soy, más allá de lo que sé y hago. He estado trabajando en mi autoestima, en mi merecimiento, en mi poder de manifestación, en mi apertura para recibir y permitirme dar sin culpa ni vergüenza. He estado trabajando en mi vulnerabilidad y en aceptar lo suficientemente bueno sin buscar la perfección, que sabemos que no existe (hablaré de eso en otra columna). En resumen, he estado trabajando en mi mentalidad y estoy convencida de que gracias a eso cada vez recibo más, incluso sin pedirlo, y lo recibo sin culpa, sin vergüenza y sin miedo. Cada vez atraigo a más personas como Belén y Fer, Tomás y Susan, y podría seguir nombrando a muchas más. Son personas extraordinarias que vibran en una alta frecuencia de alegría y amor.
Ahora quiero enlazar esto con la reunión que tuve hoy por Zoom con Silvia (nombre ficticio para proteger su confidencialidad). Comenzamos a hablar y me compartió que se siente estancada en su negocio, tiene deudas y no logra crecer. Silvia tiene 40 años y está preocupada porque, después de más de 20 años de trabajo, no tiene ahorros ni patrimonio. Durante la conversación me dijo:
“Me dicen que soy emocional y que debo ser menos emocional.”
“Me dicen que no pongo límites, que me involucro demasiado.”
Entonces, empecé a explorar más allá de lo que le dicen, para entender qué significado tiene para ella ser emocional y ser como es. Rápidamente noté que su autoestima está dañada, que no confía en sí misma, que se siente incapaz de liderar su negocio y su vida. Se siente atrapada y limitada, pero desea profundamente ser libre y generar suficiente dinero para vivir sola. Hace tiempo quiere separarse de su novio, pero no lo hace por una dependencia económica. También quiere dejar su trabajo en relación de dependencia y dedicarle más tiempo a su negocio, pero lo intenta una y otra vez sin éxito. Está cansada, frustrada.
Ahora, te pregunto:
- ¿Crees que el no sentirse capaz de liderar su negocio y su vida afecta su bienestar?
- ¿Cuánto le afecta? ¿Le afecta solo a veces o diariamente?
- ¿Podría encontrar una “Belén” en su vida y delegar este problema para que se lo resuelva?
- ¿Piensas que su problema es solo una cuestión de dinero y que si hoy le regalaran la cantidad que necesita para renunciar a su trabajo y mudarse sola, lograría enfocarse en su negocio y escalar su riqueza?
Claramente no. Su mentalidad fija de “soy emocional, no sé poner límites, no soy buena liderando mi negocio” la limita, frena su crecimiento y la haría volver a la dependencia emocional y financiera.
Conectando estas experiencias con el tema de esta columna, ¿a qué crees que me refiero cuando digo: “¿Qué es delegable y qué no en nuestro negocio y en nuestra vida?”
Desde mi perspectiva, en un negocio es delegable todo lo operativo, administrativo y de implementación. Todo lo que pueda ejecutar alguien más capacitado en esas áreas se puede delegar: la gestión de redes sociales, la implementación de email marketing, algunas funciones contables y administrativas, e incluso ciertos aspectos de atención al cliente.
Pero hay algo que jamás podremos delegar, y que impacta directamente en nuestro negocio, nuestra vida y nuestro bienestar: nuestra mentalidad.
Si tenemos una mentalidad de escasez y fija, y pensamos que ser emocionales nos impide construir relaciones duraderas o liderar nuestro negocio y equipo, no importa cuánto hagamos: no podremos crecer.
Silvia no puede delegar su autoconfianza, su sentido de merecimiento, su autoestima. Sin ellos, su negocio nunca crecerá exponencialmente y, por más ayuda que reciba, seguirá sintiendo escasez. No podrá valorar plenamente lo que tiene porque su enfoque estará en lo que le falta.
Si crees que no eres buena vendiendo, eso impacta directamente en tus resultados. Si te consideras incapaz de generar grandes sumas de dinero, por más que lo desees, no lo lograrás.
Nuestra mentalidad es la base de todo. Podemos delegar tareas, procesos e incluso decisiones operativas, pero la forma en que pensamos, nuestra visión y la energía que ponemos en nuestro negocio son intransferibles. Si no cultivamos una mentalidad de crecimiento, confianza y expansión, ninguna estrategia ni equipo podrá compensarlo.
Más aún, si no trabajamos en nuestra mentalidad, nos costará delegar por miedo y falta de confianza. Y si delegamos sin la mentalidad correcta, lo haremos desde la evasión, para quitarnos responsabilidades de encima, en lugar de hacerlo estratégicamente para crecer y expandirnos. Por lo tanto, el resultado tampoco será el deseado.
Es nuestra responsabilidad trabajar en nuestra mentalidad para vivir la vida que valoramos, hacer crecer y sostener nuestro negocio, tomar decisiones alineadas con nuestros valores y objetivos, y atraer oportunidades en lugar de operar desde la escasez o el miedo.
Para cerrar, quiero dejarte estas preguntas:
- ¿Qué tareas delegas y cuáles no?
- ¿Cuáles podrías delegar para beneficiar tu negocio y tu vida personal?
- ¿Qué no puedes delegar?
- ¿Cómo es tu mentalidad como dueña de negocio?
- ¿Te crees capaz de generar la cantidad de dinero que deseas?
- ¿Qué hábitos te ayudan a construir y mantener una mentalidad de crecimiento, escalar tu riqueza y vivir en abundancia?
Cuéntame tus reflexiones, me encanta leerlas. Gracias por acompañarme en esta columna, disfruté mucho compartir contigo estos aspectos de mi vida personal y empresarial.
¡Hasta la próxima!