¿Te pasa que hace tiempo quieres dar el paso y comenzar a invertir pero no te animas porque te da miedo? En esta columna quiero que exploremos un poco este aspecto para ayudarte a dar ese paso con mayor tranquilidad y seguridad.
Arranquemos primero por el miedo ¿Qué es?
Norberto Levy, en su libro La sabiduría de las emociones , el cual les recomiendo mucho leer, dice: “El miedo es una valiosísima señal que indica una desproporción entre la amenaza a la que nos enfrentamos y los recursos con que contamos para resolverla. Sin embargo, nuestra confusión e ignorancia lo han convertido en una «emoción negativa» que debe ser eliminada”
Cuánta claridad ¿no? ¡Qué importante entender las emociones! La emoción tiene su función y justamente la riqueza está en entenderla, reconocerla y a partir de ahí actuar. Vemos que es súper simple: si la amenaza supera a los recursos, surge el miedo.
Levy en su libro nos brinda un ejemplo muy ilustrativo: “Tarzán —arquetipo clásico del hombre valeroso— puede hacer frente a un león sin vacilar, sencillamente porque dispone de los instrumentos para hacerlo. El mismo Tarzán, ante dos o diez leones enfurecidos, inevitablemente sentirá miedo”.
Vayamos ahora al miedo a las inversiones. Siguiendo la definición de Levy diríamos: El miedo a las inversiones es una valiosísima señal que indica una desproporción entre la amenaza a la que nos enfrentamos (la amenaza en este caso es la pérdida del capital, de tu dinero) y los recursos con que contamos para resolverla (aquí los recursos es nuestro conocimiento sobre aspectos a tener en cuenta a la hora de invertir)
Entonces ¿no será que tu miedo a invertir es debido a tu falta de recursos, a la falta de inteligencia emocional financiera, de conocimientos, para sentirte más segura con tu decisión? Muy probablemente sí. Por lo tanto el primer paso es aprender e ir de a poco, con pequeñas sumas de dinero, para luego ir invirtiendo cada vez más.
Los aspectos claves a entender a la hora de invertir son:
- Tener claridad en tus números y saber con cuánto dinero dispones (monto) para invertir. Puede ser dinero con el que ya cuentas (ahorros, herencia, etc) o puede ser dinero que vas adquiriendo de manera mensual y/o anual (tus ingresos, aguinaldo, bono, etc)
- Tus objetivos: Para qué quieres invertir
- El tiempo que estás dispuesta a tener el dinero invertido: Cada objetivo tiene diferentes plazos. No es lo mismo invertir dinero ahorrado para irte de vacaciones en seis meses que invertir dinero para tu futura libertad financiera
- Conocer tu perfil como inversora. ¿Qué riesgo puedes soportar para lograr ese objetivo? Riesgo conservador, moderado o arriesgado
- Entender los instrumentos de inversión disponibles (mercado de capitales, bienes raíces, start ups, etc) y sus características: renta fija, renta mixta, renta variable, plazo de inversión/liquidez, los riesgos, su rentabilidad, sus derechos, etc
- Tu Personalidad Financiera. Este punto me parece muy importante y por lo general los asesores financieros no lo toman en cuenta. Conocer tu personalidad financiera te permitirá elegir un instrumento de inversión que esté alineado a la misma y te posibilite potenciar tu dinero.
- Y por último pero crucial: Conocer tu patrón financiero ¿Ya invertiste en el pasado? ¿Cómo te fue? Si en repetidas ocasiones perdiste el dinero que invertiste (bajaron las acciones, quebró la empresa, etc) es importante primero neurodecodificar tu patrón financiero ya que si no, probablemente vuelvas a perder dinero.
Para concluir, el miedo es una valiosísima señal. Está en nosotras hacer que el mismo sea funcional o disfuncional. Como dice Norberto Levy “El miedo disfuncional es aquel que angustia, inhibe, desorganiza y bloquea la posibilidad de experiencia y aprendizaje. Por el contrario, el miedo funcional es aquel cuya angustia es utilizada como señal que muestra una desproporción entre el peligro al que nos enfrentamos y los recursos de que disponemos, y que además pone en marcha la tarea de reequilibrar tal desproporción”.
Hagamos del miedo a las inversiones un miedo funcional que nos ponga en marcha a comprometernos en adquirir los recursos emocionales y financieros necesarios para comenzar a invertir y hacer crecer nuestro dinero. Con ello, podemos ir cumpliendo cada uno de nuestros objetivos y así construir la vida que valoramos. ¿Te parece una buena idea?
“Si desarrollar tu Inteligencia Emocional Financiera TE es COHERENTE, ¡VALE!”
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Disclaimer: Esta nota es meramente informativa. No ofrezco asesoramiento financiero.