En un mundo donde cada vez más la violencia y la crueldad de las guerras aumenta en muchas partes de nuestro sufrido planeta, este pasado jueves día 7, falleció en su casa de Santa Bárbara, California rodeado por sus seres queridos, el Dr. David Krieger, fundador y presidente emérito de la Fundación Paz en la Era Nuclear, o Nuclear Age Peace FoundaJon, NAPF, por su nombre y siglas en inglés.
No es fácil resumir en unos minutos su larga y positiva vida de acción, enfocada en la paz y lograr la eliminación de las armas nucleares. Lo recuerdo con gran afecto en una amistad sincera de más de 35 años. Hablé con él tan sólo hace 10 días y su voz denotaba cansancio y fatiga por la enfermedad de Parkinson que lo agobiaba. Sin embargo, no dejó de hablar con firmeza de que debemos redoblar todos nuestros esfuerzos por evitar la catástrofe nuclear que sería el fin de la humanidad. Les comparto estos dos mensajes que recibí de él a mediados del mes pasado, el segundo es comentando sobre mi artículo LOS NIÑOS DE LA GUERRA.
Gracias, Rubén. Tenemos una larga y sólida amistad, que valoro mucho. Abrazos para ti y Dianne. David.
Sí, Rubén
Las guerras dejan cicatrices en los niños, a menudo de por vida. Son un triste recordatorio de lo poco que hemos progresado hacia la decencia, a pesar de nuestros esfuerzos. Debemos encontrar la manera de hacerlo mejor. Tienes razón en que la paz no puede florecer sin amor. Son las dos caras de una moneda.
Un abrazo, David.
Gracias a él tuve la oportunidad, muy especial, en junio de 1989, de conocer y hablar con el capitán Jacques-Yves Cousteau durante la premiación de que fue objeto como Líder de la Paz como reconocimiento de la NAPF. De ahí surgió la invitación de Cousteau para que “me uniera a su familia” cosa que hice casi de inmediato y así tomó mi vida un nuevo rumbo. David me pidió que también colaborara con la NAPF y ese fue otro enorme honor al nombrarme director para América LaJna, representando a la organización en innumerables acciones, conferencias, charlas, todas enfocadas en transmitir el mensaje de paz y la urgencia de que todos los ciudadanos del mundo exijan el fin de las armas nucleares.
El Dr. Krieger fue un hombre de pensamiento, de convicción y de honor. Quería hacer del mundo un lugar más seguro, más pacífico y, en definitiva, más amable y justo para todos. Nunca dejó de creer que eso era posible. Era difícil no estar de acuerdo con su carisma, honestidad y sus profundos conocimientos sobre el tema. David Krieger fue nominado al Premio Nobel de la Paz en 10 ocasiones distintas. En 2017, la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares, o ICAN por sus siglas en inglés, recibió el Premio Nobel de la Paz. La NAPF, orgullosamente es parte de esa campaña.
David tuvo una estrecha relación con América Latina. En una ocasión, me contó sobre la colaboración que tuvo en los años 60s con el embajador de México en la Naciones Unidas, Alfonso García Robles, en la elaboración del Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe, conocido también como Tratado de Tlatelolco. Con ello se logró que en América Latina se prohibiera la producción, almacenamiento y transporte de cualquier arma nuclear. Este tratado ha sido ejemplo para otros similares. García Robles recibió el Premio Nobel de la Paz en 1982. David me dijo: “Fue un hombre extraordinario que me ayudó mucho por su entusiasmo por lograr la paz”. A David le encantaba y escribía poesía, pues encontraba en ella la forma de expresar sus sentimientos sobre los sucesos mundiales, y era admirador del gran poeta chileno, Pablo Neruda.
David fue fuerza fundamental para apoyar que Hiroshima y Nagasaki estuviesen recordados todos los años, por la enorme tragedia de ser las ciudades que fueron destruidas por bombas atómicas en la Segunda Guerra Mundial, y que eso nunca más se repita. En muchos eventos él promovió la asistencia en reuniones y conferencias de hibakushas, los sobrevivientes de ese holocausto atómico, quienes narran y comparten sus terribles experiencias.
Descanse en paz, David Krieger, un gran hombre de paz.