La mitología griega nos dice que el titán Prometeo provocó la furia de Zeus,el dios del Olimpo porque hizo conocer el fuego a los humanos. Por la desobediencia de Prometeo, Zeus pide a los otros dioses que cada uno den sus virtudes para crear a Pandora, cuyo nombre significa ‘regalo de todos los dioses.’ Además, cada dios entregaría una desgracia que sería encerrada en una caja que guardaría Pandora. Ella es enviada a la tierra de los hombres para seducir a Epimeteo, hermano de Prometeo quien cae en la trampa y se casa con ella. Pandora, picada por la curiosidad abre la caja que contenía los males y se esparcen enfermedades, muerte, hambre, guerra y muchas otras desgracias. Al darse cuenta de su error, Pandora trata de cerrar la caja y únicamente queda en el interior la esperanza, y de ahí proviene el dicho de que “la esperanza es lo último que se pierde.”
En México parece que eso ocurrió el martes 25 de octubre ante el paso de uno de los fenómenos meteorológicos más intensos que ha asolado al Pacífico mexicano. Pero no sólo han sido los devastadores vientos que superaron los 265 kms por hora del huracán Otis ni las torrenciales aguas que cayeron sobre el puerto y centro turístico de Acapulco. Se han incrementado los males de muchas formas, no sólo en Acapulco sino en el país, dividido políticamente y sumergido en un panorama de desaliento, incredulidad, angustia y desinformación. Solicité comentarios sobre este acontecimiento a dos estimados amigos comunicadores y ambientalistas mexicanos, Miguel Bárcena un verdadero pionero del periodismo ambiental y respetado comunicador en importantes programas radiales y Luz Emilia Aguilar Zinser, ambientalista, periodista y crítica e investigadora teatral.
Miguel, ¿cuál es tu perspectiva hasta este momento de la situación en Acapulco?
“Rubén,estoy muy triste, afligido y preocupado por lo que está sucediendo y por lo que va a seguir sucediendo en Acapulco y otros municipios del estado de Guerrero, a raíz del impacto del huracán y que arrasó gran parte de la infraestructura hotelera y decenas de miles de casas de la gente que vive en condiciones muy precarias en la montañas aledañas a Acapulco. Esto se debe enormemente por la falta de coordinación y de eficiencia del gobierno federal y liderazgo del presidente López Obrador.
Cuando el presidente dice que no se pudo saber con exactitud qué iba a pasar con el huracán, es falso, ya que el Servicio Meteorológico Nacional ya había alertado del incremento en la potencia del huracán lo mismo que el Centro de control de huracanes de la Florida.
En una entrevista que acabo de hacer a Manuel Añorve. ex- presidente municipal de Acapulco y senador del estado de Guerrero me dijo lo siguiente, ‘Miguel, esto sobrepasa todos los límites si no hay una ayuda mucho más expedita, una coordinación, y sobre todo un control de la inseguridad y de la rapiña, esto se va a convertir en una crisis humanitaria. Habrá hambruna para todas las personas que están aisladas en las montañas, en las cañadas, en las laderas. Ellos han perdido todo, y tampoco pueden salir porque no tienen vehículo, no tienen gasolina, están incomunicados y eso puede llevar a una rebelión social con implicaciones muy graves”
Luz Emilia expresa lo siguiente:
“La inquietud recorre el país, la polarización política se ahonda y la incapacidad de responder con celeridad y eficiencia de Andrés Manuel López Obrador se hace evidente. Desde el momento en que se advirtió ́ que Otis escalaba a huracán, la respuesta del primer mandatario y su gabinete ha sido la descoordinación. ¿Cuántas vidas se hubieran salvado de activarse un protocolo de prevención y comunicación urgente que informara a los afectados del peligro que los acechaba? El presidente se defiende de la omisión mostrando un mensaje que subió en redes sociales a las 20:25 de la noche del martes 25 de octubre, cuatro horas antes de la llegada a tierra del huracán, invitando a quienes estaban en Acapulco a resguardarse. Ese único mensaje previo al desastre no fue reproducido por su gabinete ni hubo coordinación para responder al inminente desastre. No se dio aviso de un solo refugio esa noche. Ha sido innegable y muy grave la desarticulación antes, durante y después del paso de Otis. A cinco días de la llegada del fenómeno al puerto del Pacífico no se conoce una imagen de López Obrador supervisando el estado en el que se encuentra Acapulco. Queda en la memoria el video en el que se le ve atascado en un camino sobre un Jeep y rodeado por elementos de la armada mexicana. Poco antes se le había advertido de la imposibilidad en esas horas de llegar al puerto por tierra. Y queda en la memoria su insistente descalificación y difamación contra medios y periodistas que realizan con profesionalismo su labor, a quienes acusa de solo querer afectarlo a él y a su movimiento colocándose a sí mismo en el papel de víctima.
A la mañana siguiente de ese intento de alcanzar el puerto, y ya de regreso en la ciudad de México desde donde ofrece cotidiana conferencia de prensa, dio la instrucción, que fue reiterada después, de que la ayuda para los damnificados solo podría brindarse por parte de la Secretaria de la Defensa Nacional y la Marina: y agregó ‘No será́ por medio de las autoridades civiles (…) y mucho menos organizaciones sociales llamadas no gubernamentales o de la sociedad civil para que nadie se aproveche’. Esto es incomprensible, cuando ha sido histórica la eficiente, encomiable y constante expresión de solidaridad de la sociedad civil mexicana ante los desastres naturales.
En este contexto de profunda división en el país, y ante el aviso de López Obrador de que solo la Secretaría de la Defensa Nacional y Marina podrían llevar ayuda al puerto, han corrido versiones de ciudadanos supuestamente golpeados y asaltados por la Guardia Nacional en el intento de llevar víveres, junto con mensajes de otros civiles que aseguran no haber encontrado obstáculos para distribuir los apoyos. Esta confusión, en momentos de extrema necesidad, ha entorpecido innecesariamente la colaboración de todos los sectores para enfrentar el mayor desastre del sexenio.
Las denuncias desde Acapulco de la ausencia de infraestructura para la atención de heridos y protocolos para el manejo de cadáveres, la falta de alimentos, de agua potable, las denuncias de los crímenes en plena calle para robar, de la presencia de comandos en las zonas habitacionales y hoteleras que penetran casas y departamentos para llevarse lo que encuentren, dan testimonio de que estamos ante un gobierno rebasado. El presidente anunció el viernes 27 el envío de despensas y agua para siete mil quinientas personas. La población damnificada en el puerto y su periferia rebasa el millón de seres humanos. ¿Cómo calificar la insistencia del presidente de que “tuvimos suerte” y no hay muchas víctimas mortales, cuando en redes sociales y medios de comunicación vemos aparecer cadáveres en la playa, bajo el lodo, en las calles y se acumulan las denuncias de desaparecidos?
“Otis es un fenómeno extraordinario asociado al cambio climático. Deja al descubierto la ausencia de toda política de prevención y atención de desastres, así ́ como de manejo ambiental por parte del gobierno mexicano. Mientras el caos, la muerte, el hambre y la desolación persisten en Guerrero, continúa en el territorio nacional la embestida oficial contra el equilibrio de la naturaleza. No hay política de seguridad nacional ni en lo elemental: el cuidado de la vida y la integridad de las personas y su territorio”.
Entre este caos y dolor, también surgen grandes gestos de humanidad como es el caso de la estación ‘Radioaficionado en responder a la contingencia’ como nos lo relata Karen Janej desde Puebla, México. “Alrededor de 140 radioaficionados de México y otros lugares del mundo han estado auxiliando en las labores, desde la comunicación y de estaciones para poder ayudar a la gente a comunicarse con sus seres queridos. Además, un radioaficionado en Arizona (KK7HSA) ha estado haciendo colecta para la donación de handies (radios tipo walkies) para auxiliar en las labores de rescate. Hasta las 20:36 hora central de México del 29 de octubre, hemos levantado el reporte de 272 personas desaparecidas, y de esas ya tenemos confirmación por parte de los familiares que han sido encontradas 44 (quizá sean más, pero a veces los familiares no nos notifican). ¿Cómo funciona? Recibimos el reporte, subimos información a base de datos, transmitimos la información a las estaciones que están en zona cero, y de ahí ellas amplían la información a los radioaficionados voluntarios, quienes van peinando zonas y buscando gente con la información que los familiares nos han hecho llegar. Solamente marcamos como localizadas a las personas de quienes sus familiares nos dan la confirmación. En caso de que alguien requiera nuestro servicio, que es totalmente gratuito, pueden hacerlo por medio de este enlace y dar la información requerida para localizar a la o las personas https://chat.whatsapp.com/DMJxUuSsLJ912WimWyVjU0”
Y así, en la caja abierta de Pandora, tal vez solo quede la esperanza, que es lo último que se pierde.