“Han podido ajustar sus sistemas de transmisión de datos y estamos recibiendo señales correctas de los cuatro instrumentos científicos. El equipo resolvió parcialmente el problema en abril de este año, cuando ordenó a la Voyager que comenzara a transmitir datos que incluyen información sobre el estado de la nave. El 19 de mayo, el equipo ejecutó el segundo paso de ese proceso de reparación y emitió una indicación para que comenzara a enviar datos científicos. Dos de los cuatro instrumentos volvieron inmediatamente a su funcionamiento normal. Otros dos requirieron trabajo adicional y ahora, los cuatro están enviando datos científicos en condiciones normales” Lo anterior es un informe suministrado por Calla Cofield, encargada de los medios de comunicación del Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA.
Aquí, debemos reconocer el admirable trabajo realizado por los técnicos e ingenieros responsables de mantener la comunicación con la Voyager 1. Su dedicación, pericia y capacidad para resolver problemas han permitido a la sonda espacial seguir enviando valiosos datos a la Tierra, desde una distancia de más de 22.500 millones de kilómetros. Como punto de comparación, el Sol se encuentra a tan ‘solo’ 150 millones de kilómetros de nuestro planeta. La Voyager 1 proseguirá marcando récords de distancia, alejándose cada vez más de la Tierra y adentrándose en las profundidades del espacio interestelar.
La fuente de energía del generador termoeléctrico de radioisótopos (RTG) de la Voyager 1 seguirá deteriorándose, lo que con el tiempo provocará una reducción de su potencia y una posible desconexión de algunos instrumentos. A medida que disminuya su fuente de energía, acabará por dejar de transmitir datos y quedará en silencio. Entonces será un testamento del ingenio humano y del espíritu de exploración.
Recordemos que la Voyager 1 fue ensamblada hace más de cuarenta y cinco años y ya ha superado las expectativas iniciales de su misión. El hecho de que aún funcione es un tributo a la visión del Dr. Carl Sagan y la pericia del equipo que la construyó, convirtiéndola en un símbolo icónico de la exploración espacial y la curiosidad humana, e inspirando nuevos avances y descubrimientos.
El Dr. Sagan desempeñó un papel muy importante en el proyecto Disco de Oro que formaba parte de la misión del Voyager 1, creando un mensaje cósmico que representara a la humanidad y a la Tierra, mostrando nuestra diversidad y creatividad.
El Disco de Oro incluye sonidos de la naturaleza, música y saludos en 55 idiomas, todos ellos seleccionados por Carl Sagan y su equipo. Además, instrucciones sobre cómo reproducir el disco, diagramas del sistema solar, la ubicación de la Tierra y de la trayectoria de la Voyager, imágenes codificadas en forma analógica incluyen la silueta de un hombre y una mujer, fórmulas matemáticas y físicas, un mensaje del presidente Jimmy Carter y del secretario general de la ONU, Kurt Waldheim.
El disco se ha convertido en un embajador de la humanidad, viajando más lejos en el espacio que cualquier objeto hecho por el hombre.
El Dr. Sagan escribió en su libro, Conexión cósmica, la posibilidad de la inteligencia extraterrestre, la probabilidad de la existencia de civilizaciones más avanzadas y su distribución en la Vía Láctea y en el universo. La idea de que la Voyager 1 pueda servir como cápsula del tiempo cósmica, preservando la existencia y el legado de la humanidad incluso si nos enfrentamos a la extinción en nuestro planeta, es un planteamiento complejo e inquietante.
Por lo tanto, existe la posibilidad de que algún otro ser inteligente encuentre la Voyager 1 y obtenga la información del Disco de Oro. Al enviar nuestros logros culturales y científicos a la vasta extensión del espacio, tal vez nos aseguremos de que al menos una parte de nosotros continuará existiendo, aunque desaparezcamos de la Tierra. El Disco de Oro, con sus sonidos, imágenes y mensajes, podría convertirse en un testamento de nuestra presencia, una instantánea final de la civilización humana en el momento en el que existíamos.