¿Alguna vez, amigo lector de LA VISION, ha tenido curiosidad por saber cómo podemos medir la fuerza e intensidad de los terremotos, y aún que podamos algún día predecirlos el tiempo suficiente para escapar de su destrucción?
Es muy posible que usted tenga en su smartphone alguna aplicación para detectar sismos; son sumamente útiles para planes de emergencia, sobre todo en regiones de grandes movimientos telúricos. Esas aplicaciones utilizan la ciencia de la sismología.
Antes de que se tecnificaran esos conocimientos, la humanidad, desde tiempos remotos había tratado de entender y comprender las causas de esos masivos desplazamientos de la corteza terrestre, que ocasionan enormes daños y tragedias. Las culturas mesoamericanas al igual que los egipcios, desarrollaron una arquitectura sismorresistente de formas de trapecio y pirámides.
Los terremotos no los ocasionan fuerzas sobrenaturales ni son “castigos Divinos”. Son la consecuencia de una serie de procesos naturales y geográficos. Más del 80% de estos movimientos se producen en el Anillo de Fuego o Cinturón de Fuego, en las costas del Océano Pacífico, por el rozamiento o colisión en las fallas geológicas entre las placas tectónicas.
Uno de los terremotos más destructivos que ha sufrido el mundo ocurrió el 1ero de noviembre de 1775 en la ciudad de Lisboa, la capital de Portugal.
Era la celebración de Todos los Santos y comenzó como cualquier otro día. De pronto, todo empieza a ser diferente, las gaviotas sobrevuelan graznando como nunca y entonces comienza la tragedia. Las casas y hasta los templos empezaron a derrumbarse, la gente pensó que era Dios quien los castigaba, y entonces llegó el tsunami, un muro de agua de doce metros de altura. Casi inmediatamente empezaron a producirse incendios y en unos momentos la ciudad estaba rodeada por el fuego. Cien mil personas murieron, la ciudad de Lisboa quedó destruida, pero de las cenizas surgió algo increíble, una nueva forma de pensar y aplicar la ciencia como el mejor medio de explicar cómo funciona el mundo.
A finales del siglo XVIII, Portugal era un reino con muchas riquezas, que obtenía de las colonias de su imperio que se extendía desde África, en Angola, Mozambique, y Cabo Verde, en Asia en Goa y Macao, y por supuesto en América Latina, en Brasil. Portugal fue el primer imperio mundial basado en el oro, el azúcar y las codiciadas especias que llegaban a Lisboa. La élite disfrutaba de una vida de abundancia, mientras que la mayoría de la población sufría una gran miseria. En Europa, casi todos los gobiernos eran monarquías absolutistas, el rey tenía todo el poder sobre el pueblo, y el segundo gran poder era la Iglesia. El pueblo no tenía voz, ni voto y no podía tomar ninguna decisión en política. Sólo debían trabajar, labrar la tierra y ser súbditos sumisos, Las noticias de la destrucción de Lisboa se difundieron rápidamente, fue la primera catástrofe mundial que cubrieron los periódicos y gacetas en Europa. Era el momento de los grandes pensadores, filósofos y escritores que son los iniciadores de la Era de la Ilustración. Kant, que debatía su pensamiento político y filosófico, al igual que Voltaire y Rousseau. Voltaire cuestionaba la interpretación teológica de la naturaleza, muchos de sus escritos discutían la idea de que Dios gobernaba todos los asuntos de los humanos. Aquí cito esta interrogante de Voltaire: “¿Está seguro de que el poder que creó el Universo y fija las leyes del destino no podría haber encontrado una mejor forma que los terremotos para destruir a la raza humana.”?
Se atribuye al Marqués de Pombal, primer ministro de Portugal, ser el iniciador de la sismología, una nueva disciplina científica. Pombal era la mano derecha del rey que le encargó la reconstrucción de la ciudad. Comenzó a enviar cuestionarios a cada parroquia, con preguntas como ¿Cuánto duró el terremoto? ¿Qué fuerza tuvo? ¿Qué daños causó? ¿Cuántas personas murieron? ¿Notaron algún signo extraño antes del sismo? Los cuestionarios con las respuestas fueron analizados por su equipo, anotando todas las coincidencias hasta que empezó a surgir un patrón que despertó el interés científico por comprender el comportamiento y la causa de los terremotos: la sismología, tal y como la conocemos hoy en día.
Gracias a estos análisis, ahora podemos calcular la intensidad y la magnitud de los terremotos, que van, en la escala de Richter, de 1 a 9. Es como cuando arrojamos una piedra en un estanque y las ondas se hacen más anchas y extensas afectando a todo lo que hay alrededor.
Además, el terremoto de Lisboa desencadenó otra serie de acontecimientos, como el fin de la esclavitud en Europa, y sin duda aceleró la independencia de los Estados Unidos, así como la revolución francesa y sentó las bases de la nueva era del pensamiento libre, de cuestionar la omnipotencia de los poderes eclesiásticos, así como de los reinos absolutistas de la Tierra. Ese día la humanidad comenzó a despertar, y fue el verdadero comienzo de la era moderna.