En estas elecciones de medio término, se desvaneció lo que muchos analistas y comentaristas aseguraban, que ocurrirían
graves disturbios en las votaciones poniendo en duda el estado de derecho en Estados Unidos, ante un partido Republicano fracturado que resultó ser el gran perdedor. En Georgia, el 6 de diciembre, en la votación de segunda vuelta, sabremos si la
sensatez se impone y Raphael Warnock continúa como senador.
Mientras tanto, en otro lado del Planeta, la valerosa Ucrania sigue enfrascada en su supervivencia como nación libre, obteniendo una decisiva victoria con la liberación de la ciudad de Jersón, la única capital de provincia capturada por Rusia
cuyo ejército emprendió una inusitada retirada. A pesar de que no hay electricidad, ni agua, apenas cobertura de telefonía
móvil, que alimentos y medicinas escasean, y que la vida promete ser dura durante las próximas semanas que anteceden
al crudo invierno, la esperanza y la felicidad han vuelto a las calles. En escenas que recordaban a las ciudades europeas cuando las fuerzas aliadas las liberaron en la Segunda Guerra Mundial, los habitantes de Jersón se volcaron en la plaza central de la ciudad, hicieron sonar las bocinas de los autos, bailaron, lloraron y se abrazaron.
El pueblo de Ucrania no ha perecido, sus enemigos desaparecerán, como lo hace la escarcha bajo el sol,
y seguirá demostrando, que la libertad y la democracia son tesoros por los que siempre debemos luchar.