Han transcurrido solamente 154 años desde que el primer polímero sintético, el antecesor del plástico moderno, fue inventado en 1869 por John Wesley Hyatt que se inspiró en la oferta de 10 mil dólares por una empresa neoyorquina a quien proporcionara un sustituto del marfil. La creciente popularidad del juego del billar había ocasionado una escasez de marfil natural, obtenido mediante la matanza de elefantes.
Este descubrimiento fue revolucionario. Por primera vez la fabricación humana no estaba limitada por la naturaleza que sólo suministraba cierta cantidad de madera, metal, piedra, hueso, colmillo y cuerno. Pero ahora los humanos podían crear nuevos materiales. Este desarrollo no sólo ayudaría a las personas, sino también al medio ambiente. Los diarios elogiaban el celuloide como el salvador del elefante y la tortuga. Los plásticos, se aseguraba, iban a proteger el mundo natural de las fuerzas destructivas de la actividad humana.
Luego, en 1907 Leo Baekeland inventó la baquelita, el primer plástico totalmente sintético, es decir, que no contenía moléculas que se encontraran en la naturaleza, esto iba a satisfacer las necesidades del mundo que estaba en una rápida carrera de electrificación. La baquelita no sólo era un buen aislante; también era duradera, resistente al calor y, a diferencia del celuloide,
ideal para la producción mecánica en masa. Fue comercializada como «el material de los mil usos”.
Neil Armstrong, en el primer vuelo a la Luna en la Apolo 11, plantó una bandera de nailon en nuestro satélite natural en 1969, al tiempo que el plástico empezaba a convertirse en un material de moda en la década de 1970. En 1977, la bolsa de plástico se introduce en las cadenas de supermercados como alternativa a la bolsa de papel, algo a lo que ahora, estamos intentando revertir más de 40 años después.
En menos de dos siglos, que para el Planeta no es nada, hay más de 21.000 trozos de plástico en el océano por cada persona en la Tierra, y esa contaminación se duplica cada seis años, según un estudio realizado por investigadores internacionales dirigido por Marcus Eriksen, del Instituto 5 Gyres, en Santa Mónica, California.
Ese infinito número de partículas -es una verdadera niebla tóxica de plástico, La mayoría de los trozos son sumamente pequeños.
Este aumento exponencial de la contaminación por plásticos en la superficie de los océanos podría hacernos sentir fatalistas. Así que, ¿cómo se puede arreglar esto? “El mundo está negociando un tratado en las Naciones Unidas sobre la contaminación por plásticos», dijo Eriksen.
Únicamente el 10% del plástico que se ha fabricado en el mundo ha sido reciclado. Entonces el 90% de esos residuos acaban en los océanos. La mayor parte arrastrada a los ríos -por la lluvia, el viento, el desbordamiento de los desagües pluviales y la basura- y, transportada al mar. Una cantidad menor pero aún muy grande, como las redes de pesca, se pierde en el océano. La vida marina lo confunde con comida, desde las ballenas hasta las focas, así mismo, es letal para las aves marinas. El plástico se descompone lentamente en trozos cada vez más pequeños, conocidos como micro plásticos, que miden menos de 5 milímetros y pueden ser ingeridos por la vida marina, que a su vez las transmite al ser humano cuando éste consume los productos del mar.
Se ha encontrado plástico cerca de la cima de más de 8 mil metros, del monte Everest en Nepal, y en el mar, en el interior del punto más profundo de la Tierra, a 11 mil metros, la Fosa de las Marianas, en las Filipinas; y también en el torrente sanguíneo humano.
No es sólo un desastre medioambiental; el plástico es también un enorme problema climático. Los combustibles fósiles son la materia prima de la mayoría de los plásticos, y producen una contaminación que calienta al planeta durante todo su ciclo de vida, desde la producción hasta su eliminación.
Judith Enck, ex administradora regional de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, y ahora presidenta de Beyond Plastics, una organización centrada en la investigación y
la educación de los consumidores afirmó que “Las industrias del plástico y petroquímica están haciendo imposible frenar la cantidad de ese material que contamina nuestros océanos”.
La única solución real es reducir su producción, lo cual es difícil ya que las empresas siguen encontrando nuevas formas de distribuirlo más en el mercado.
“El problema es muy claro, es el plástico que se acumula en nuestros océanos, aire, suelo, alimentos y cuerpos». afirmó Enck.
Ninguno de los plásticos básicos se degrada rápidamente en el medio ambiente. No obstante, algunos científicos y ecologistas han visto en los plásticos biodegradables y fotodegradables una posible solución al problema de la basura. Se ha desarrollado algunos «bioplásticos», pero no han tenido mucho éxito a gran escala debido principalmente a los elevados costos de producción y a los problemas de estabilidad durante su procesamiento y uso.
Tenemos un gran reto que debemos enfrentar, sobre todo, manteniéndonos informados y saber qué pasa con el plástico que llevamos a reciclar, exigir que se produzcan, masivamente, plásticos biodegradables, y la forma de presionar es ejercer nuestro poder de compra como consumidores para lograr que los fabricantes planeen, analicen y consideren el impacto al medio ambiente de sus productos antes de lanzarlos al mercado, o no los compraremos. La vida del planeta, está en la balanza.