*Música original de Gema Uranga Arvizu
Israel es una nación pequeña en el Medio Oriente, y el epicentro de uno de los conflictos y crisis más tensos de la historia de la humanidad. Es difícil condensar en un breve artículo el largo historial de la disputa árabe-israelí. Básicamente, las cuestiones que dividen a israelíes y palestinos son: la existencia de una solución de dos Estados, los asentamientos israelíes, el estatus de Jerusalén y los refugiados. La solución de los dos Estados sería un acuerdo para crear un Estado para los palestinos en Cisjordania y la Franja de Gaza paralela a Israel.
El problema se agrava por la intolerancia y la corrupción del gobierno del primer ministro Benjamín Netayahu. Está claro que intenta conseguir un poder ilimitado. Al no tener una Constitución, Israel siempre ha sido una teocracia parcial, y la reforma judicial erosiona todos los mecanismos de contrapeso que existen. Netayahu habla abiertamente de que, una vez que obtenga ese poder total, eliminará todos los derechos de los árabes, las personas LGTBI, las mujeres y los judíos laicos. Estas acciones pueden acabar con la democracia israelí. Por eso hemos visto a cientos de miles de personas protestando en las calles en los últimos meses. Entre las denuncias se escuchan voces que dicen: «los derechos de las mujeres serán lenta y gradualmente abolidos”, hasta convertir Israel en “una especie de Irán”.
Netayahu está promoviendo que la solución es sólo la existencia de un país, un gobierno y un poder entre el Mediterráneo y el río Jordán. Pero allí viven 3 clases de personas: los judíos que gozan de todos los derechos, una minoría de árabes que son ciudadanos israelíes y tienen algunos derechos, y luego están los palestinos que son considerados seres de tercera clase que básicamente no tienen derechos cívicos y sus derechos humanos son muy limitados.
Las implicaciones de la orden de Israel para que más de un millón de civiles palestinos inocentes de Gaza se trasladen inmediatamente al sur del territorio son aterradoras. La ONU ha advertido que el traslado forzoso tendría «consecuencias humanitarias devastadoras». El Comité Internacional de la Cruz Roja declaró que la orden israelí de evacuación de amplias zonas de la Franja de Gaza, unida al asedio que está imponiendo allí, es «incompatible con el derecho internacional humanitario.» La declaración añade que los “horrendos ataques de Hamás contra Israel no pueden justificar a su vez la destrucción implacable de Gaza». Los habitantes de Gaza no son responsables del ataque terrorista de Hamás.
La gente ha continuado manifestándose en las calles de Tel Aviv para protestar contra el gobierno israelí, culpando a «Bibi» Netanyahu, de no proteger a los ciudadanos de Israel, por el criminal ataque de Hamas el pasado sábado 8 de octubre, gritando «Bibi es un asesino».
El estatus de Jerusalén, una ciudad disputada y peleada durante siglos, es también un punto de amarga contienda. Muchos palestinos quieren que Jerusalén Este, que incluye lugares sagrados para musulmanes, judíos y cristianos, sea la capital de su Estado. Israel reclama la totalidad de Jerusalén, que es una ciudad como muchas otras en el Oriente Medio. Hay edificios, piedras, árboles, perros, gatos y peatones. Pero luego vienen las historias y creencias sobre la ciudad. Este es el lugar donde Adán levantó el primer altar después de ser expulsado del Jardín del Edén, aquí es donde Jesús vivió en su niñez curando a enfermos en el Templo, y también donde Mahoma ascendió a los cielos.
Son las creencias por las que la gente pelea. Nadie está disputando las piedras o los edificios. La gente está peleando por las historias sobre las piedras y los edificios. Y eso hace que millones de personas contiendan y se maten desde hace muchos siglos. Deberíamos entender que las historias y creencias son herramientas, que pueden ser útiles cuando las usamos para cosas positivas, pero muy a menudo olvidamos eso, Nosotros en lugar de usar las historias y creencias para buenos propósitos, permitimos que ellas nos usen para sus propósitos. Así empiezan guerras enteras debido a una historia, ocasionando sufrimiento a millones de personas solo por el bien de una historia. Y esa, es la tragedia de la Historia humana.
Un ejemplo clásico es la Guerra de las Cruzadas. Las Cruzadas fueron una serie de guerras religiosas entre cristianos y musulmanes iniciadas principalmente para asegurar el control de lugares santos considerados sagrados por ambos grupos. En total, entre 1096 y 1291 se produjeron ocho grandes expediciones, que variaron en tamaño, fuerza y mayor o menor éxito. Esta se inició cuando la Iglesia y los que gobernaban en Europa, dijeron que “Dios había dado la orden de acabar con los infieles que se habían posesionado de la llamada Tierra Santa”, esa orden, que parece solo la escucharon los dignatarios eclesiásticos, los reyes y la nobleza, fue una historia completamente ficticia. Pero la gente se la creyó y destruyeron ciudades ocasionando espantosas matanzas de poblaciones enteras. En realidad, fue un negocio lucrativo, no luchaban por Dios sino por el oro. Los cruzados volvían del frente con el alma «limpia» y los bolsillos llenos del botín. Ahora, podemos ser sinceros al respecto y decir que la orden no vino del Cielo, sino de la imaginación de unos cuantos, para su propio provecho. Fue una cortina de humo ocultando sucios intereses. Esto continúa ocurriendo hasta nuestros días y los ejemplos son incontables.
Este es el momento para hacernos una gran pregunta, ¿a dónde nos lleva tanto dolor e injusticia? ¿Qué es la vida? La vida es sentir cosas, tener sensaciones, emociones y reaccionar ante ellas. Hay que saber que la vida no es una historia, el universo no funciona como una historia. Entonces, para realmente entender la vida debemos observar directamente de una manera objetiva y no convertirla en un simple relato, desarrollar más la conciencia y que no sea solo palabras. Que lo que lleva a las personas a creer no se base en suposiciones o leyendas, sino en una mayor empatía, en sentir el dolor de otros como también nuestro y de esa forma no apoyar a criminales que se aprovechan de la bondad y credibilidad para cometer actos como los que vemos en estos momentos.
Y aquí repito unos conceptos que expresé en febrero de este año que se referían a los niños de Ucrania, y que describen por igual a los niños de Israel y Palestina.
¿Cómo explicar a esos niños que el amor existe? Ellos crecerán con heridas sangrantes que muchas no lograrán cerrar; intentarán amar sin conocer la base del amor. Las pocas hojas escritas en el libro de sus vidas tienen ausencias, miradas desesperadas, llantos callados, fuego, bombas, gritos de horror, de angustia. Y si en un futuro escuchan la palabra “amor”, tan profanada, tan vacía, ¿qué significado tendrá ́para ellos? ¿Cómo pueden tener amor si nunca tuvieron paz? ¿Cómo pueden tener paz si les han arrancado el amor?