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A tan solo unos meses de celebrarse el bicentenario de nuestra patria, el Perú, se nos plantean grandes desafíos como nación desprendidos de las últimas elecciones presidenciales en las que nos tocaba librarnos del pesado clima político que atravesamos los últimos cinco años. En un corto periodo de tiempo como ese, vimos desfilar, confinados desde nuestras casas, tres presidentes que no tuvieron en principio la intención de serlo, para después concluir tal desbarajuste con las elecciones más polarizadas de este nuevo siglo. Los calificativos y etiquetas fueron lo predominante, y superaron con creces a las propuestas y planes. La ciudadanía se encontró prontamente vestida de color partidario y enfrentada de extremo a extremo con una casi irreconciliable postura que dejaba fuera de la cancha al país.
Lo cierto es que desde esta clase de lenguaje de la división no es posible edificar ningún proyecto sensato de comunidad política, ya que excluye a sectores importantes de la sociedad de la discusión y de la construcción de una sociedad decente. Es importantísimo que hoy más que nunca volteemos nuestras miradas a aquello que el país necesita con urgencia y recuperemos juntos la unión que hemos perdido durante estas elecciones.
La ciudadanía que necesitamos debe mantenerse vigilante frente a cualquier proyecto político que atente contra el bien común y el desarrollo de nuestra patria, pero sin atentar contra el principio democrático en el que se funda nuestra nación: la diferencia. Esta debe ser aceptada, respetada e incluida en el proyecto de país que pensamos a futuro, ya que sin esto nuevamente contaremos con sectores marginados, excluidos e invisibilizados.
Es por ello, que pese a que el resultado de las elecciones, debemos recordar que el ejercicio activo de nuestra ciudadanía determinará los límites de aquel que asuma el mando. Es decir, necesitamos asumir también nuestro rol y responsabilidad frente a aquel que represente a nuestro país, ya que el gobierno del Perú se funda en nuestra comunidad amplia y diversa, la cual debe manifestarse a través de todos los canales posibles para hacer visible su opinión frente a la gestión de nuestras autoridades. Necesitamos atender nosotros también a nuestra patria día a día, porque cada día estamos llamados a ser peruanos y no dejaremos de serlo, porque la democracia se defiende respetando al otro y es nuestro deber hoy más que nunca entender que frente a esa diferencia nuestro papel resulta fundamental.