En esta tercera ola anunciada por el Ministerio de Salud del Perú, podemos ver más casos positivos, pero menos personas en la búsqueda de un balón de oxígeno o cama de Unidad de Cuidado Intensivo. Es decir, la pandemia sigue cobrando vidas, en el que la mayoría de las víctimas ahora son aquellos que no se vacunaron. Entre todo, no es un mal escenario.
Por más que la situación nos muestre una tasa de letalidad que no se ha disparado y nos enfrentamos a esta nueva ola con más del 75% de personas con al menos una dosis, la preocupación sobre qué pasará sigue ahí acompañándonos. Están las dudas del bienestar con las familias, con los trabajos, entre otras preguntas que solo generan inquietud. Todo esto debido a la covid-19, de la cual estamos aprendiendo. Ante esto, ¿qué pasa con la otra pandemia? Así es: la crisis en la salud mental.
El país recibió la covid-19 con una de las inversiones más bajas en salud mental en toda Latinoamérica, según la Organización Mundial de la Salud. El promedio de la inversión per cápita anual para países de medianos ingresos es de 9 dólares. Sin embargo, en el Perú el promedio es de 4 dólares. Entonces, en un país en el que 6 de cada 10 mayores de 18 años sufren por algún malestar emocional, o el 34.9 % presenta alguna sintomatología asociada a la depresión y el 13.1% refiere a la idea suicida, la inversión debería ser mayor para que las estrategias tomadas tengan el impacto esperado.
A ello, se le suma el hecho de que no hay una cultura de prevención y cuidado de la salud mental. Al contrario, vivimos en una sociedad en la que se cree que esto no es importante e incluso exagerado. Ello lo podemos evidenciar bajo las frases “a tu edad yo la pasé peor”, “estás exagerando” o “no llores, eso es de débiles”.
Mientras no entendamos que es un problema generalizado y que debemos poner hincapié en difundir las alternativas de cuidado de nuestro bienestar emocional, seguiremos arrastrando la pandemia de la depresión, que estuvo antes de la Covid-19.
A estas alturas, ya debemos entender que cualquier crisis sanitaria, social, política, etc. afecta a la salud mental. Y si no lo entendemos de esa forma, pregúntese ¿hace cuánto no voy a un psicólogo o psiquiatra?