Es un viejo dicho venezolano que indica que el esfuerzo y empeño dedicado a alcanzar un objetivo no dio frutos, y deja a las personas en el mismo lugar donde todo empezó.
Salvando algunas distancias, es lo que ha pasado en el proceso electoral que todavía estamos viviendo en Estados Unidos, después de casi dos meses de haber comenzado: voto a distancia, voto adelantado y el 3 de noviembre próximo pasado la elección propiamente dicha. Y tiene que ver con el empeño del presidente Trump en no reconocer los resultados hasta ahora conocidos.
No obstante, poco a poco se va disipando su empeño de poner en duda, la transparencia del sistema electoral de este país. Es importante resaltar que no es la primera vez que una situación como esta se presenta en este país, cuando Thomas Jefferson sucedió a John Adams luego de meses de caos y negociaciones políticas entre los delegados al Colegio Electoral. Otra similar fue la del año 2000 cuando Bush (h), en recuento de votos, se impuso a Al Gore por tan solo 527 votos lo que le permitió adjudicarse el estado de Florida y la consecuente mayoría en el Colegio Electoral.
Se han presentado teorías de mega complots y de fraudes masivos, pero no han podido encontrar soporte en las pruebas que dicen tener y que presentaron ante tribunales de justicia que, a esta fecha, las han rechazado prácticamente en su totalidad. A pesar de que todas las evidencias inclinan la balanza hacia Biden, muchos ciudadanos persisten en mantener las alegaciones de fraude.
No es mi intención tomar partido por uno u otro candidato, sino que observo, con mucha atención, la realidad que se perfila y esa realidad me indica que la opción Biden obtuvo casi 6 millones de votos populares más que la opción Trump, aun cuando ello no es lo determinante en el sistema electoral que, bueno o no, es el imperante y aceptado por los contendientes desde la fundación de la nación. Vale recordar que así mismo le ganó Trump a Hillary Clinton en 2016, aun cuando ella lo superó en más de 3 millones de votos populares.
Celebro que la administración Trump haya decidido permitir que se inicie todos los procedimientos que indica el protocolo para que haya una transición pacífica y se inicie un capítulo más en la historia moderna de Estados Unidos. Sin embargo, en opinión de quien escribe estas letras, el comportamiento registrado por el presidente saliente no hizo más que debilitar las instituciones del país, así como su liderazgo internacional.
Ya es hora de que los ciudadanos que habitamos este país conozcamos los resultados del proceso electoral. Estados Unidos es una nación apegada a las leyes y, en consecuencia, si se demostraran los fraudes denunciados, ello sería aceptado por todos, con mayor o menor alegría.