Mientras la guerra de Rusia contra Ucrania ha entrado en una espiral que desborda el choque entre dos Estados, pareciera indicar que se está encaminando hacia una nueva fase, más mortífera aún que la inicial, y con potenciales repercusiones, quizás mucho más graves para el resto del continente europeo. Según los expertos en materia de guerra, el escenario más probable es que la guerra se prolongue y que Rusia mantenga una escalada en la que continúe blandiendo, cada vez con más frecuencia, su arsenal nuclear.
A mi modo de ver, todo apunta a que ninguno de los dos bandos aceptará la derrota, pero tampoco podrá cantar victoria. Pareciera que estamos ante una guerra de desgaste con dos ejes de coordenadas: el primero los límites de la capacidad económica y militar rusa y la segunda la fortaleza de Ucrania y occidente.
En el ínterin un conflicto subterráneo y menos visible también se está gestando en el país. Se trata de una rebelión religiosa que pareciera no tener precedentes y que afecta directamente a la Iglesia ortodoxa rusa, altamente influyente en Kiev.
Desde que comenzó la invasión, diversos obispos y sacerdotes fieles a esa Iglesia han manifestado su rechazo hacia Kirill, el patriarca de Moscú y máximo representante de esa institución religiosa. Incluso muchos creyentes ucranianos han dejado de orar por él durante los servicios, lo que representa el signo más fuerte de desobediencia en el mundo ortodoxo.
Y es que la invasión rusa de Ucrania ha potenciado conflictos preexistentes entre las iglesias ortodoxas de ambos países. La religión es uno de los nutrientes de los nacionalismos a ambos lados de la frontera y, como en otros planos, las consecuencias del conflicto armado serán duraderas.
Es importante destacar que la actuación del patriarca Ruso Kirill (Cirilo, en español), no ha hecho otra cosa que aumentar los decibeles del conflicto armado, bendiciendo la guerra y al ejército ruso. Pero no fue solo él, sino la mayoría de los sacerdotes del Patriarcado de Moscú (Iglesia ortodoxa rusa),
Además de no haber condenado la matanza de personas inocentes en Ucrania y mucho menos pedir un alto el fuego, el Patriarca celebró grandes servicios televisados en Moscú para bendecir a las tropas. También sugirió en sermones que la guerra de Rusia es justa para el futuro del cristianismo. En uno de sus servicios religiosos señaló: «Lo que está pasando hoy es mucho más importante que la política», estamos hablando de la salvación humana, de dónde va a parar la humanidad, de qué lado se está respecto al Dios Salvador».
Esa postura del Patriarca Ruso ha dado lugar a la fuga de un gran número de sacerdotes ortodoxos, quienes han pedido unirse a la Iglesia ortodoxa ucraniana, a la que se le otorgó la independencia de la rusa en 2019.
En este punto las grandes preguntas que se me ocurren son: ¿por qué son importantes estas señales de desacato? ¿Qué tan relevantes son en el contexto de la guerra? Y ¿por qué Ucrania es tan crucial para la Iglesia ortodoxa rusa?
Existen dos grandes comunidades ortodoxas en Ucrania: la Iglesia ortodoxa ucraniana del Patriarcado de Moscú, y la Iglesia ortodoxa de Ucrania, que se estableció en 2019, luego de separarse de su contraparte rusa tras pasar más de 100 años de subordinación religiosa hacia Rusia.
Según datos oficiales, la Iglesia rusa sigue siendo la más grande del país, con unas 12.000 parroquias. Mientras que la ucraniana en cambio, tiene unas 7.000. Hasta antes de la invasión, esto significaba que Rusia continuaba ejerciendo una influencia sustancial en el ámbito espiritual ucraniano.
Lo anterior reviste mayor importancia si se considera que Ucrania tiene la tercera población ortodoxa más grande del mundo (por detrás de Rusia y Etiopía), según Pew Research.
En Ucrania 8 de cada 10 adultos (78%), se identificaba como ortodoxo. Sin embargo la agresión de Vladimir Putin a Ucrania que, de paso, ha destruido cientos de iglesias con sus ataques aéreos, sacudió el poder de la de la Iglesia Ortodoxa Rusa, particularmente luego de que el patriarca de Moscú, Kirill, no condenara las acciones bélicas. Al contrario, bendijo a las tropas rusas y, hasta el momento, no ha solicitado un alto al fuego.
Y es que el máximo representante de la Iglesia ortodoxa rusa es un antiguo aliado de Putin, al punto de haberse convertido en uno de los llamados jerarcas del régimen ruso. Una investigación llevada a cabo por prensa independiente rusa asegura que el Patriarca Kirill tiene más dólares y euros en el banco, que feligreses en las iglesias.
Este personaje malvado, concibe la guerra con Ucrania como una especie de guerra cultural, como una guerra que intenta imponer sobre la concepción occidental de la vida, la concepción oriental de la vida. Ello indica que Kirill, al igual que Putin, comparten la visión de un «Russkiy Mir» (o «Mundo Ruso») donde los ucranianos y rusos son un «mismo pueblo» y el que Putin quiere unificar.
Según las autoridades eclesiásticas ucranianas Kirill le ha proporcionado a Putin ideas e ideología, y creen que sin el aporte de la Iglesia ortodoxa rusa, la guerra hubiera sido imposible porque de esta forma se justifica.
Lo anterior ha provocado que varias diócesis de Ucrania dejen de orar por el patriarca, lo que constituye un importante acto de desobediencia. Por lo general, en la liturgia, se menciona al jerarca más alto, se ora por él. Pero muchos dejaron de hacerlo.
Esta rebelión ha traspasado las fronteras ucranianas y ha desatado una gran oposición interna a Kirill en su propia Iglesia, al punto que un gran número de sacerdotes y diáconos rusos firmaron recientemente una carta abierta titulada «sacerdotes rusos por la paz», donde piden un «alto al fuego inmediato».
¿Por qué Ucrania es tan importante?
Ucrania no es un país más en el mundo para Vladimir Putin o para la Iglesia ortodoxa rusa. Para el Patriarca Kirill, la visión dominante del nacionalismo ruso es que Ucrania es una nación hermana y, más aún, que es el corazón de la «nación rusa». En el 2019, Kirill comparó a Kiev con el significado de Jerusalén para el cristianismo global. Kiev, la capital de Ucrania, tendría un significado especial para la Iglesia ortodoxa rusa, similar a lo que Jerusalén significa para el cristianismo.
¿Qué podría pasar?
Diversas diócesis al interior de la Iglesia ortodoxa de Ucrania han manifestado su intención de independencia de la Iglesia ortodoxa rusa. incluso, quieren convocar a un consejo de obispos con el fin de tomar una decisión que los encamine a abandonar su histórica relación con la institución liderada por Kirill.
Lo que sí está claro es que, tras la invasión, habrá un antes y un después en las relaciones entre los ortodoxos rusos y ucranianos. Si los rusos ganan el control de Ucrania, tendrán una iglesia en Ucrania que no es de confianza para ellos. Tendrá obispos que han dicho ‘ya no confiamos en ti'» y posiblemente, muchos sacerdotes y fieles ya no irán a la iglesia pues ya no tienen confianza en la ortodoxia rusa.
A todo lo anterior habría que sumarle las agrias relaciones existentes entre la iglesia católica liderada por el Papa Benedicto XVI, Francisco Bergoglio y el Patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa KIRILL, que se resume en lo expresado por el Papa Francisco recientemente cuando lo llamó a KIRILL: “MONAGUILLO DE PUTIN”