Las relaciones entre México y España tienen una larga y compleja historia que abarca siglos de interacciones culturales, económicas y políticas. Desde la colonización en el siglo XVI, ambos países han compartido un vínculo que ha evolucionado considerablemente a lo largo del tiempo. La conquista española marcó el inicio de un proceso de mestizaje cultural y un intercambio profundo que, a pesar de sus dificultades, ha enriquecido a ambas naciones. Sin embargo, en los últimos años, este lazo ha enfrentado desafíos significativos que han puesto a prueba la diplomacia entre ambas naciones.
Uno de los episodios más recientes que ha afectado las relaciones bilaterales ocurrió el 25 de marzo de 2019, cuando el presidente López Obrador hizo declaraciones públicas y envió una carta al Rey Felipe VI de España, en la que solicitó el reconocimiento de los «errores cometidos» durante la conquista y la presentación de disculpas. «México desea que el Estado español admita su responsabilidad histórica por esas ofensas y ofrezca las disculpas o los resarcimientos políticos que convengan”, rezaba la carta. La respuesta del Gobierno español fue un firme rechazo al contenido de esta, lo que intensificó las tensiones existentes.
La carta del presidente mexicano generó controversia no solo por la exigencia de disculpas, sino también porque evidenció que tales demandas respondían más a narrativas políticas contemporáneas en construcción que a heridas históricas abiertas. A pesar de que muchos interpretaron que este desencuentro diplomático se había diluido con el tiempo, cinco años después, tanto el gobierno saliente como el entrante renovaron la tensión, En un contexto marcado por la política interna y la búsqueda de identidades nacionales, el incidente ha reavivado el debate sobre esa historia compartida.
Cabe destacar que a comienzos del siglo XVI ninguno de los dos países implicados existía como tal, al menos en su actual diseño institucional.
Cuando se realizaron las invitaciones a los jefes de Estado para la toma de posesión de la nueva presidenta de México, Dra. Claudia Sheinbaum, el 1 de octubre de 2024, el Rey de España no fue incluido debido a su falta de respuesta a la carta de marzo de 2019. Además, el presidente López Obrador expresó la necesidad de «pausar» las relaciones con España y sus empresas, especialmente con Repsol, a la que acusó de beneficiarse de licitaciones otorgadas por el Gobierno mexicano desde 2003. Este contexto de incertidumbre puede afectar la colaboración bilateral y, a su vez, influir en la dirección futura de estos lazos ancestrales, dificultando la posibilidad de establecer una visión a largo plazo.
Es importante señalar que España es el segundo inversor en México y cuenta con más de 7,000 empresas radicadas en el país. La inversión española supera los 80,000 millones de euros, mientras que la inversión mexicana en España alcanza los 25,000 millones de euros.
Este desencuentro no solo transgrede una relación bilateral significativa en múltiples frentes, sino que también afecta el conocimiento y la investigación por parte de importantes historiadores. Muchos coinciden en que, en la época de la conquista, México no existía como una nación unificada, sino como vastas extensiones de tierra habitadas por diversas tribus indígenas, a menudo enemigas entre sí, siendo una de ellas los aztecas. Historiadores como Manuel Burón Díaz, de la Universidad Autónoma de Madrid, advierten que se está haciendo una analogía interesada entre el Holocausto nazi y la conquista de México, lo cual es problemático. La caracterización de figuras históricas como genocidas plantea preguntas sobre cómo se debe interpretar el pasado.
Las repercusiones de las tensiones actuales entre México y España pueden extenderse a ámbitos como la cooperación en seguridad, medio ambiente y desarrollo. La falta de un entendimiento claro puede dificultar la colaboración en la lucha contra el crimen organizado y otros desafíos globales que requieren un enfoque conjunto. En un mundo cada vez más interconectado, esta falta de sinergia puede resultar en oportunidades perdidas tanto a nivel regional como internacional. Las decisiones tomadas en el presente influirán significativamente en el panorama de las relaciones bilaterales en las próximas décadas.
Es notable que este tipo de discurso haya ganado visibilidad en el contexto actual. Otros autores, como el politólogo argentino Marcelo Gullo, sostienen que “España no conquistó a América, sino que liberó a América”. Gullo argumenta que Hernán Cortés aglutinó a diversas naciones indígenas oprimidas por los aztecas. En su libro «Nada por lo que pedir perdón», Gullo destaca que Estados Unidos también ha despojado a México de territorio y se pregunta por qué no se exige perdón por ello. Esto se suma a la notable investigación de historiadores de la Universidad Autónoma de México, como los de «La confesión de los vencidos», cuyas afirmaciones coinciden con las de sus pares españoles.
Quizás lo que está detrás de este conflicto es el interés de desviar la atención de una gestión gubernamental en entredicho. Manipular a un sector de la población con este tipo de constructo político por parte de un presidente saliente, con un alto porcentaje de popularidad, es relativamente fácil. Sin embargo, es muy difícil ocultar la realidad, y más temprano que tarde saldrá a la luz la imposibilidad de corregir los errores cometidos por el mentor de la nueva presidenta de México.
Más allá de este debate histórico, es crucial considerar la herencia que recibirá la Dra. Claudia Sheinbaum de su antecesor. Según el analista político Enrique Krauze, el sexenio de López Obrador ha sido uno de los más violentos en la historia de México, con cifras alarmantes de homicidios, feminicidios y narcotráfico. La Dra. Sheinbaum, como primera mujer presidenta, enfrenta un contexto desafiante en un país donde la violencia de género y el machismo son problemas arraigados. A pesar de ser un hito histórico, hasta ahora no ha dado indicios de independencia respecto a su mentor.
Entre los problemas que heredará se encuentran la migración, la violencia y la pobreza que afecta a un tercio de la población. Además, deberá mitigar el impacto del cambio climático en un país que enfrenta sequías y escasez de agua, al mismo tiempo que administra la compleja relación con Estados Unidos, su principal socio comercial. La nueva presidenta hereda un déficit fiscal del 6%, el mayor en un cuarto de siglo. En el último sexenio, el país apenas creció un 0.8% en promedio, lo que significa que necesitará aumentar los ingresos del Estado para financiar las ayudas directas que actualmente reciben 25 millones de mexicanos.
La pobreza y la violencia son las principales causas de la migración de los mexicanos hacia el norte. Según cifras oficiales estadounidenses, de los casi 2.5 millones de cruces de migrantes a Estados Unidos, un tercio corresponde a mexicanos. Críticos sostienen que, desde hace años, México no tiene una verdadera política migratoria y solo reacciona a las exigencias de Estados Unidos. Esta compleja relación entre ambos países plantea otro reto para la nueva presidenta, especialmente en un contexto electoral estadounidense incierto, donde la posibilidad de que Trump retorne al poder podría complicar aún más la situación.
Es importante señalar que, aunque México es el principal socio comercial de Estados Unidos tras desplazar a China en 2023, esta relación está marcada por tensiones. Vale señalar que Estados Unidos es el destino del 80% de las exportaciones mexicanas, lo que significa que cualquier cambio en la política estadounidense podría tener un impacto directo en la economía de Mexico. Este panorama de incertidumbre es un desafío que la nueva presidenta deberá enfrentar con determinación y estrategia.
El historiador Manuel Burón Díaz concluye: «La llegada, hace 500 años, de los españoles a las actuales tierras mexicanas no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas”. Esta afirmación resalta la necesidad de abordar el pasado con un enfoque crítico y equilibrado, evitando caer en anacronismos que distorsionen la comprensión histórica.
Ciertamente, las relaciones entre México y España seguirán siendo un tema relevante y complejo en el futuro, y su evolución dependerá de la capacidad de ambas naciones para reconocer su historia compartida y trabajar juntas en un marco de respeto y cooperación.