Debo confesar que de los países que he conocido, México ocupa un lugar importante, por su belleza, por esa vocación por las artes, jamás había conocido un país que tuviera tanta facilidad para la creación, una cultura bien cimentada a pesar de tener un vecino muy influyente y una fuerte emigración hacia Estados Unidos.
Sin embargo, no todo es perfecto; es un país cada día más desigual y lo demuestra la cantidad enorme de mejicanos que intentan ingresar, de cualquier manera, a Estados Unidos, urgidos de trasladar sus expectativas de vida hacia otras latitudes.
La violencia descontrolada, las actividades de los carteles de la droga, la corrupción, la violencia de genero.
En términos de avance en el bienestar social, es decir, la calidad de vida de los mexicanos, se observan datos que difieren de una de manera radical con lo que diariamente expresa el presidente López Obrador. Según el Índice de Progreso Social (IPS) México 2020, elaborado por la organización “México, ¿cómo vamos” en colaboración con el “Social Progress Imperative”, una organización sin fines de lucro, registra que no se avanzó de manera significativa en ese aspecto. Es decir, el nivel de bienestar a nivel nacional no progresó, no hubo avance ni retroceso en el puntaje de bienestar en el 68% de la población.
Hay una tarea pendiente y vital para la mejora del bienestar de cualquier sociedad: LA SEGURIDAD. Todo parece indicar que ese tema en particular, en México, no se está abordando como se comprometió, durante la campaña electoral, el presidente López.
Ciertamente no es una tarea sencilla, por un lado, porque es una herencia que los mejicanos llevan cargando desde hace muchísimos años y ningún antecesor del actual presidente le dio el enfoque adecuado, es más, muchos analistas políticos, de mucho prestigio, señalan que la elite política mexicana está manchada. “Son muchos los funcionarios públicos que están siendo procesados por complicidad con el tráfico internacional de drogas y por lavado de dinero proveniente de la delincuencia organizada”; y por el otro porque es tal la fortaleza de los grupos delincuenciales que, cualquier medida de política pública que se tome, enseguida obtendrá una respuesta inmediata y violenta.
Si bien es cierto que no es mi intensión entrometerme en los asuntos públicos de otros países, también lo es que cuando observo la realidad por la que atraviesa México me da la impresión de estar viendo a tres sectores en pugna, por un lado, un gobierno legalmente constituido y por el otro el NARCO y en el medio, la sociedad. El NARCO queriendo participar en las decisiones de Estado y el gobierno tratando de minimizar, sin éxito, el impacto de esta pugna en la población.
Esto no es nuevo en America latina, dos ejemplos bastan para ilustrar: 1) Pablo Escobar Gaviria en Colombia que llego a ser electo como Senador de la Republica y; 2) Nicolas Maduro Moros actual presidente de Venezuela quien es el que maneja los hilos de la delincuencia que ha perturbado, por más de 20 años, al país.
De todas maneras, ningún gobierno puede tener éxito en esta guerra si la sociedad no se compromete a apoyarla.