Poniendo las cosas en el contexto de los acontecimientos mundiales es necesario estar en cuenta que todo aquello que internamente impacte, a cada país de América Latina, por mucho que nos interese y afecte, son apenas anécdotas en el panorama macro de la geopolítica mundial.
Dentro del marco de las últimas reuniones internacionales, se puede medir los retos que verdaderamente importan al mundo de hoy, y más aún al de las décadas por venir: el COVID19 y sus variantes, el cambio climático, la desertificación, la pobreza, los recursos renovables y ni hablar del interés de algunos gobiernos del mundo que continúan amenazando la paz mundial, tales como Corea del Norte, Irán y en nuestra región Venezuela, Nicaragua, Cuba y otros que siguen uniéndose a ese trio de la maldad.
Si somos realistas y no pesimistas, en esos grandes temas que ya acaparan el discurso mundial, nuestra región no puede decir ni aportar mucho ya que la realidad no le permite siquiera, y es el caso de la mayoría de los países, brindar agua, salud, alimentación o seguridad a sus habitantes.
El verdadero eje de la problemática de hoy, no solamente se encuentra en los llamados programas sociales que mezquinamente se aplican en nuestros países, que solo atacan la coyuntura y pueden dar medianamente solución al problema puntual de una familia o comunidad, sino en los grandes cambios que se están gestando en la geopolítica mundial que tienen el potencial de influir a favor o en contra no solo de un reducido número de protagonistas, sino como también del planeta en conjunto y a nosotros, sus habitantes.
Hoy nos enfrentamos a la posibilidad de que Estados Unidos ya ha venido perdiendo la hegemonía a nivel internacional, han aparecido otros actores con peso específico que deben ser tomados en cuenta y como tal generan diferentes alineaciones: China.
A diario la nueva realidad se pone en evidencia; el caso de la negociación secreta entre Estados Unidos, Australia y Gran Bretaña, dejando al margen a Francia, en una alianza destinada a contener los planes expansivos de China en la región Asia-Pacífico. Es cierto que la consecuencia más visible es haber arrebatado a París un contrato para la construcción de submarinos para Australia. Pero lo realmente importante es que Estados Unidos tuvo que apuntar a una estrategia distinta más realista, pero dolorosa para su aliada de mayor confianza: Europa.
Quien escribe estas líneas se imagina que los decisores, en materia de relaciones internacionales, consideraron de gran importancia asumir una posición defensiva en el pacífico, que les permitiera, con esta nueva asociación, una mejor movilidad en determinados momentos.
El caso de Corea del Norte, que mantiene en vilo a varios países de la región Asia-Pacifico con las pruebas de sus nuevos misiles de largo alcance, los cuales, semanalmente, sobrevuelan el espacio aéreo de países como Japón y Corea del Sur y hasta el momento no ha habido forma ni manera de convencer a Kim Jon Un de que eso no se debe hacer. Irán que desatiende los compromisos nucleares que limitan el enriquecimiento del Uranio, materia prima fundamental para fabricación de bombas nucleares. A mi no me cabe la menor duda que Irán debe estar próximo a formar parte del club de poseedores de ese tipo de armamento
Mientras tanto, la región latinoamericana continua con el agobio que deja a todo el mundo la pandemia del COVID-19 y sus variantes, la desigualdad, la crisis económica, la corrupción, la enorme inestabilidad política que es el causante de todos los problemas, el narcotráfico y el blanqueo de capitales, las bandas delincuenciales y el intenso y grave movimiento migratorio de personas que buscan en el norte la esperanza de vida que no encuentras en sus países de origen.
Regresando a la afirmación: “no somos el centro del mundo” debemos estar claros que nuestra condición de primerísimos productores exportadores de materias primas ya no alcanza como en otros momentos de nuestra pasada historia. Lo que nos queda desde ahora y para siempre es que con nuestras propias manos y esfuerzo debemos procurar la reconstrucción aspirando, según sea el escenario, que alguien nos ayude, pero estando conscientes que esa ayuda casi tendrá un precio. Ya no hay patriotas que valgan y que conduzcan un proceso de liberación del yugo al que nos tienen sometidos algunos de nuestros propios paisanos.
Así mismo es muy importante la hiperconectividad a nivel nacional y regional. Ya nadie en el mundo puede gobernar solo, solo se podrá manejar un país, en el actual escenario mundial y en el que viene, si se tiene la suficiente capacidad para tejer alianzas nacionales con todos los actores políticos, económicos y sociales de un país, así como la habilidad de tejer lazos a nivel regional. He ahí el gran reto.