El pasado viernes 11 de febrero, el Gobierno de Joe Biden informó que las importaciones de aguacate mexicano habían sido suspendidas temporalmente, hasta que se garantizaran las condiciones de seguridad a los inspectores estadounidenses que trabajan en Michoacán. Es importante indicar que es el único Estado del país que cuenta con la certificación fitosanitaria para enviar ese producto al mercado estadounidense. Esa medida deja en el aire el envío de más de un millón de toneladas de aguacate anuales y unas exportaciones valoradas en unos 3.500 millones de dólares.
Esa suspensión también deja en una especie de limbo a una relación comercial de más de 25 años, en el marco del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá. Bajo la apertura comercial del momento, Michoacán consiguió el aval de EE UU para abastecer la demanda estadounidense de aguacate. Solo en el 2021 se consumieron 1,3 millones de toneladas de aguacate en el mercado estadounidense, un aumento del 12% respecto al año previo.
Ese auge del aguacate en Michoacán movilizó a los carteles de la droga de la región y aumentó las tensiones con los productores de otros Estados. También ha generado una triangulación ilegal de aguacate para su venta en el exterior. Ello quiere decir que la fruta producida en el Estado de México, Morelos, Puebla y Nayarit estarían pasando por los empacadores de Michoacán y desde ahí se envía hacia Estados Unidos.
Desde el 2014 los productores de aguacate pagaban derecho de piso a la Familia Michoacana y a Los Caballeros Templarios, en la actualidad entregan ese tributo al Cártel Jalisco Nueva Generación.
El Gobierno de Estados Unidos había venido advirtiendo con suspender las importaciones de aguacate mexicano ante la oleada de violencia que padecían sus trabajadores. Finalmente, tres años más tarde ha cumplido su advertencia.
Para que tengan una idea de la importancia que tiene la exportación de este producto para la zona de Michoacán, solo en los primeros siete días de suspensión, se ha calculado que los productores mexicanos registraron una pérdida de 70 millones de dólares en ventas, además de poner en riesgo 300,000 empleos y una industria valorada en más de $3,000 millones de dólares. Es importante recordar que México destina el 85% de su producción total a Estados Unidos, es decir es su primer socio comercial, y los equilibrios y desequilibrios de esa economía, depende la estabilidad económica y social del país. No obstante lo anterior este año se concedió la autorización fitosanitaria, a los productores de Jalisco, para la exportación de aguacate, autorización difícil de obtener pero que ahora pende de un hilo si se prolonga esta suspensión comercial.
La decisión de Estados Unidos de detener las importaciones de aguacates del vecino México es un golpe, para este último país, justo donde produce más dolor, la fruta oleaginosa es el tercer producto de exportación de México, en el 2021, produjo cerca de 2,5 millones de toneladas de aguacates, de las cuales 1,4 millones se exportaron. Es decir, más del 52% de lo que se produce en México se exporta y el valor de las exportaciones en 2021, alcanzaron 3.400 millones de dólares (2.990 millones de euros) de exportaciones.
En la mente retorcida de un analista político siempre quedará la duda de si el aguacate esté siendo utilizado como medio de presión en las relaciones entre Estados Unidos y México y parece que es así. Ya en el 2019, el entonces presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, amenazó con cerrar la frontera con México para detener el flujo de migrantes, una amenaza que por sí sola hizo que el precio de los aguacates aumentara en más del 30%.
También se habla de esa medida como una forma de que el gobierno de EE. UU. ejerza presión sobre la ley de energía. A fines del año pasado, López Obrador envió al Congreso un proyecto de ley que contempla la cancelación de los contratos de energía con empresas privadas para adjudicarlos a empresas estatales. Es de señalar que muchas de esas empresas son estadounidenses y mientras la propuesta espera debate y votación en el Congreso, altos funcionarios de la administración Biden han visitado México para abordar las “serias preocupaciones” sobre los planes energéticos del país.
Así mismo, la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos presentó una queja ambiental contra México por no detener la pesca ilegal para proteger a la vaquita marina, la marsopa más pequeña del mundo y que está en peligro crítico de extinción. Se prohibió también a embarcaciones pesqueras mexicanas en el golfo de México ingresar en puertos estadounidenses, se les negará el acceso al puerto y a servicios debido a que durante años las embarcaciones mexicanas han capturado de manera ilegal pargo rojo en aguas estadounidenses del golfo.
Esa relación amorosa entre Estados Unidos y México no ha sido realmente armónica, en ella ha convivido muchos problemas irresueltos como el drama migratorio, el tráfico de drogas, el contrabando de armas, tan solo por nombrar algunas menudencias, sin dejar de hacer mención las intemperantes y mañaneras declaraciones del actual presidente de México Andrés López Obrador que debilitan la relación bilateral.
Pero más grave aún es que la dependencia del sector externo mejicano de su vecino lo continuará perjudicando y, mientras no diversifique sus socios comerciales sectores importantes para la economía del país seguirán sintiendo la presencia del tío Sam en las orejas.
Pero a futuro México también enfrentará otro género de problemas con EL ORO VERDE, así llamado, y es que a pesar de los múltiples beneficios a la salud que trae su consumo, grupos ambientalistas están generando una campaña donde lo muestran como uno de los alimentos que atenta gravemente contra el cambio climático, por la utilización intensiva de agua en su producción.