En octubre del 2020, Chile hizo historia cuando una amplia mayoría, casi el 80%, de la población aprobó cambiar la Constitución que actualmente rige en el país y que fue escrita durante el régimen de Augusto Pinochet (1973-1990).Ocho meses más tarde, la Convención Constituyente comenzó su trabajo en medio de altas expectativas.
Esta era, para muchos, la salida institucional a una crisis política sin precedentes que se desató con el estallido social de octubre de 2019. Desde ese entonces, los 155 miembros de esta asamblea trabajan para sacar adelante los cientos de artículos que conformarán el nuevo texto que debe estar listo antes del 5 de julio, día en que termina el plazo de funcionamiento de la Convención.Una tarea, sin duda, compleja y que ha estado acompañada de acalorados debates sobre lo que se debe incluir o no en una Constitución, que pretende representar las aspiraciones de la gran mayoría de los chilenos.
Como señalamos en un artículo anterior, este es uno de los 5 retos, quizás el más importante, que tiene el Presidente Boric: la redacción de la Constitución, que, aparte de simbolizar el rompimiento con la era de Pinochet, preocupa a muchos por dos razones: 1) porque la Asamblea está dominada por los independientes y la izquierda, que pueden acabar, en el mediano o largo plazo debilitando al Estado y 2) porque hasta ahora lo que se conoce de los artículos aprobados no ayudan mucho a Chile en mantener su crecimiento y en consolidar la paz social. No todo es luna de miel para el nuevo presidente, ya que en las últimas semanas el amplio respaldo al cambio constitucional parece estar atenuándose, Así lo revelaron tres diferentes encuestas de opinión, que se dieron a conocer a principios de abril donde, por primera vez, se registró una ventaja de la opción del Rechazo frente al Apruebo en el plebiscito.Una de ellas, la más prestigiosa encuestadora de Chile, Cadem, que asegura que el 46% de los consultados dijo que rechazará la nueva Constitución, superando a quienes están por aprobarla, que alcanzó un 40%. Lo que es también preocupante que es que registra un aumento en la desconfianza hacia la Convención, llegando a un 55%, el nivel más alto desde noviembre de 2021.
Lo anterior no solo erosiona la legitimidad de la asamblea constituyente sino como también al gobierno del presidente Gabriel Boric, ya que para el nuevo Presidente el éxito de este proceso es crucial pues mucho de su capital político está puesto allí, siendo él uno de sus principales promotores. El 18 de marzo pasado un 50% dijo aprobar la gestión del Presidente. La misma cifra se mantuvo en la siguiente consulta del 25 de marzo. Sin embargo, la última del 4 de abril, el Ejecutivo obtuvo solo el 45% de respaldo. Nos preguntamos: ¿POR QUÉ ESTÁ SUCEDIENDO ESTO? Mi inclino a pensar que todo pasa por los trabajos que realiza la convención constituyente, que dada la complejidad del trabajo que lleva adelante la Convención, y de las posturas contrapuestas de sus integrantes, en muchas ocasiones, ha dificultado generar debates constructivos al interior de la asamblea. Lo cual ha producido una creciente mala percepción pública de caos y polarización. Todo pareciera indicar que la gente está percibiendo que hasta ahora los debates son fallidos y cuando ven que los constituyentes están gritando, que no se pueden poner de acuerdo, no les gusta.
A mi modo de ver se está enviando un mensaje poco tranquilizador y muy inquietante. El comportamiento de algunos constituyentitas como el caso de Rojas Valverde que se ausento con la excusa de tener cáncer y no era verdad, o cuando alguno de ellos se muestra cantando o disfrazado, le restan seriedad al proceso. A lo anterior habría que sumarle la desinformación y el problema comunicacional, según analistas políticos, muchas veces es difícil distinguir entre las normas que se aprueban en las comisiones de las que son acordadas por un cierto sector y de las que realmente reciben el respaldo del pleno y, por lo tanto, son parte del borrador constitucional. Así mismo, existe la percepción de que será una constitución indigenista y que va a dividir al país y eso ha calado bien profundo en la sociedad que está atenta a este tipo de propuestas que quedarían impresas en la carta magna.
Así mismo, las indefiniciones acerca de la cualidad del estado Chileno, la iniciativa que buscaba eliminar los tres poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), reemplazándolos por una Asamblea Plurinacional de los Trabajadores y los Pueblos, o la discusión sobre si la sociedad es multicultural y no plurinacional, la composición del congreso de Chile, temas políticos de fundamental importancia para la paz social de ese país. Es decir todavía no hay decisiones acerca de las normas sobre sistema político, Gobierno, Poder Legislativo y sistema electoral, asunto considerado el corazón de una Carta Magna. Mas allá de los temas antes mencionados existen otros que fueron las banderas utilizadas en la campaña electoral del Presidente Boric, como las reformas al sistema de pensiones, al tributario y a la salud, entre otras, promesas que no serán fáciles de cumplir si la nueva constitución no es aprobada en el plebiscito.Tampoco fácil será el manejo de los problemas indigenistas en particular con la comunidad mapuche.
A este respecto vale la pena recordar la visita, de la ministra del Interior de Chile, Izkia Siches, a la región de la Araucanía, donde se asientan comunidades mapuches militarizadas, quien fuera recibida con disparos al paso de la comitiva como un mensaje al nuevo gobierno de que no están dispuestos a conversar hasta que no se resuelvan los contenciosos pendientes relacionados con la propiedad ancestral de la tierra, que ellos reclaman como suya.Es difícil aventurarse a decir lo que pasara al momento de la consulta sobre si la sociedad chilena aprueba o no la nueva constitución y termine siendo una «fotografía del minuto» pero cuando ya se tenga un texto final y se pueda informar a la ciudadanía sobre las nuevas normas, quizás esa fotografía pueda cambiar o no.
Pero lo que sí está claro es que el mensaje que los chilenos han dejado, en esa encuesta, es claro: se debe construir un sistema más justo, sin que por ello se ahuyente la inversión o golpear la tasa de crecimiento. Todo esta por verse, todo está por construirse.Me recuerdo de las palabras del Dr. Moisés Naim unos de los mas importantes pensadores del actual siglo, cuando un periodista le preguntó acerca del nuevo presidente de Chile, respondió: “EL SEÑOR BORIC VA A APRENDER MUCHO EN ESA GESTION”.