El 2022 será un año clave para la política en América Latina, y ello se debe a un pequeño detalle: se celebrarán tres comicios presidenciales, fundamentales: Costa Rica, Colombia y Brasil, procesos electorales que podrían marcar el viraje definitivo de la región hacia la izquierda. Es decir estas elecciones serán determinantes para marcar el rumbo político de la región.
Vale señalar que se llevarán a cabo en un contexto marcado por la lenta recuperación tras la pandemia de covid-19 y el consecuente impacto de las diferentes variantes.
Todo pareciera indicar que hay una tendencia electoral ya marcada, entre 2019 y 2020, en la mayoría de las 12 elecciones presidenciales que se celebraron, en esos años, en la región, los latinoamericanos votaron por cambiar al partido o al gobernante de turno. Lamentablemente, en la mayoría de los casos, optando por un opositor de izquierda.
El año 2021, fue una muestra clara de ese “viraje”, con Perú eligiendo a Pedro Castillo y Chile haciendo lo propio con Gabriel Boric, el regreso de la izquierda al poder en Bolivia en 2020 en cabeza de Luis Arce, Xiomara Castro en Honduras, Daniel Ortega en Nicaragua y, las elecciones regionales en Venezuela, otro evento electoral notable y donde el chavismo copo la gran mayoría de las alcaldías y gobernaciones.
Son de especial interés los dos últimos países, Colombia y Brasil, no solo por ser económicamente importantes para la region, sino porque en uno la victoria de la izquierda sería un hito histórico e inédito, Colombia y, en el otro, marcaría el regreso de quien fue uno de los líderes de la pasada “marea roja” latinoamericana, José Ignacio Lula da Silva, en Brasil.
Es difícil hacer un análisis del comportamiento electoral del latinoamericano sin incluir la pandemia del coronavirus y sus variantes, que ha generado una crisis difícil de gerenciar y profundizo los problemas que ya estaban presentes en cada uno de los países. Los hizo sentir con más fuerza.
Un ejemplo de lo anterior es Chile, ya que el salto hacia la izquierdización radical comenzó desde antes de la pandemia y se convirtió en un descontento generalizado por la falta de respuestas a las inquietudes de la sociedad de parte del gobierno de Sebastián Piñera, pero se hizo más patente con la pandemia. El caso de Perú, pues pese a la victoria de Pedro Castillo, enfrenta, en la actualidad, problemas de gobernabilidad, entre otras causas por el impacto del coronavirus.
Un caso especial es el de Nicaragua, donde no hubo cambio de gobierno, solo hubo usurpación del poder por parte Daniel Ortega quien quedó fuertemente cuestionado a causa de un proceso electoral amañado, antidemocrático y falto de garantías.
A mi modo de ver no se trata solo llegar al poder sino materializar un gobierno de izquierda. Con ello me refiero a que durante la pasada ola roja la mayoría de los presidentes de izquierda contaban con mayorías en los parlamentos de sus países, esta vez pudiera ser diferente, porque cada elección tiene sus efectos en la conformación de los órganos legislativos y en consecuencia en la gobernabilidad.
La primera pulseada política es Costa Rica. La primera vuelta de las elecciones presidenciales se llevará a cabo el próximo 6 de febrero, con un panorama enrarecido caracterizado por el aumento de casos de la variante Omicron y por una creciente apatía política que tiene al 41% de los votantes todavía indecisos a menos de un mes de los comicios.
A estas elecciones se presentan 25 candidatos que aspiran a ocupar la primera magistratura del país. La mayor cantidad de candidatos presidenciales en su historia, por lo que lo más probable es que ninguno alcance el 40% de los votos totales necesarios para ir a la segunda vuelta que se realizará el próximo 3 de abril.
Entre los candidatos destaca José María Figueres, quien fue presidente de Costa Rica entre 1994 y 1998, y aspira a la reelección por el Partido Liberación Nacional (socialdemócrata). Figueres, con una tendencia al centro izquierda lidera la intención de voto con un 13,2% según una encuesta publicada el 15 de diciembre del 2021, por el Centro de Investigación y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica, en segundo lugar se encuentra Lineth Saborío, del Partido Unidad Social Cristiana, con el 10%; y José María Villalta, del Frente Amplio, con el 6%.
Aún es difícil tener una tendencia clara sobre quién podría suceder al presidente Carlos Alvarado Quesada.
Pero las dos elecciones que concentrarán la mayor atención en la región este año serán las de Colombia y Brasil.
La segunda pulseada electoral le toca a Colombia, cuyo proceso dará un resultado para la historia política de la región.
La primera está marcada para el 29 de mayo (más de dos meses después de las legislativas de marzo) y la posible segunda vuelta para el 19 de junio. Como marco de esta elección se encuentran las enormes protestas callejeras de 2021 y varios retos económicos. Ciertamente, la mayoría de las encuestas de intención de voto ponen al frente al candidato de izquierda Gustavo Petro, un economista, exguerrillero y exalcalde de Bogotá quien perdió la segunda vuelta en el 2018 ante el actual presidente Iván Duque, vale la pena destacar que es el único que hasta ahora ha saltado al ruedo, faltan otros aspirantes por salir y muy particularmente el resultado de las negociaciones que llevan a cabo las formaciones de derecha y de centro.
El hasta ahora liderazgo de Petro en las encuestas responde por un lado a su fortalecimiento desde las pasadas elecciones, pero también se alimenta del creciente descontento con el presidente Duque, cuya gestión sólo es apoyada por el 22% de los colombianos según la encuesta Invamer publicada el 6 de enero pasado, uno de los índices de respaldo históricamente más bajos.
A Duque le ha pasado factura sus decisiones durante la pandemia, su imposibilidad de construir acuerdos mínimos, incluso en su mismo partido, que le permitan gobernar con tranquilidad, como por ejemplo la decisión de presentar una reforma tributaria en medio de la pandemia que aumentaba los impuestos, lo cual detonó en las manifestaciones del Paro Nacional”.
La eventual victoria de la izquierda en Colombia marcaría un punto de inflexión importante en la región, pues sería la primera vez en la historia que alguien con esta ideología gane la presidencia del país. Pero sería una tragedia para Venezuela y los venezolanos que veríamos fortalecer las actividades delictivas-subversivas en el país, con la anuencia de ambos gobiernos.
No obstante el 13 de marzo se realizará las elecciones parlamentarias donde se escogerán no solo a los miembros del próximo Congreso de la República, sino que se votarán por las consultas de las coaliciones presidenciales y se elegirá qué candidatos representarán a cada corriente política.
La tercera pulseada electoral le corresponde a Brasil con el posible regreso de un viejo conocido. Brasil cerrará el año electoral celebrando sus elecciones presidenciales el próximo 2 de octubre, en unos comicios que podrían marcar el regreso de uno de los líderes de izquierda más importantes e icónicos de toda Latinoamérica, Luis Ignacio Lula da Silva.
Lula, fue presidente de Brasil entre el 2003 y el 2010, consolidando uno de los gobiernos democráticos más duraderos y celebrados de Brasil, que marcó el pulso de la política del país y en muchos sentidos de la región. Tras la salida del poder de Lula, su sucesora Dilma Rousseff, se hizo con la presidencia y terminó su mandato con una destitución.
Lula, no fue ajeno al escándalo, pues quedó implicado en medio del caso Lava Jato, una operación de desvío de dineros públicos que implicó a la multinacional Petrobras y a importantes figuras de la política del Brasil.
Para estas elecciones de octubre, Bolsonaro buscará su reelección, pero deberá enfrentar a Lula, a quien no solo le anularon todos los procesos en su contra tras una victoria de su defensa en la Corte Suprema del país, sino que está liderando con un 44% la intención de voto en las encuestas.
Esas mismas encuestas muestran a Bolsonaro con un 54% de desaprobación y un 24% de intención de voto. El camino es largo, pero la foto de hoy favorece el regreso de la izquierda a Brasil.
En el caso de Brasil también juega mucho la gestión de la pandemia y las posiciones de Bolsonaro frente a esta, varias decisiones judiciales han tenido que obligar al presidente a tomar medidas claves para el control de los contagios.
Una victoria de Lula en Brasil y Petro en Colombia daría un nuevo impulso a la izquierda en América Latina y no sólo por el peso relativo de sus economías.
Un amigo me comentaba recientemente, que si la izquierda ganaba espacios en América latina es que los de la acera de enfrente no habían hecho bien su trabajo de cara a la sociedad, a quienes deben unas respuestas. De hecho, el gran desafío para los gobernantes latinoamericanos sigue siendo cumplir con las demandas de mejores servicios públicos y seguridad social, así como menor desigualdad, con las que quizás sintoniza mejor la izquierda.
No es de extrañar que el malestar social regresará a expresarse en las calles de la región, como las que vivió Colombia y Chile en los últimos años.