El viernes 12 de noviembre de 2021, en las instalaciones del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) se presentó el libro Relaciones de Hernán Cortés a Carlos V sobre la invasión de Anáhuac. Aclaraciones y rectificaciones de Eulalia Guzmán el que contaba con una sola edición física, de 1958, hoy de difícil acceso. Así el INEHRM pone de nueva cuenta este texto en circulación y en línea al alcance de todos los lectores y a disposición en redes. En este aniversario 500 de la invasión española es importante recordar a una mexicana que dio luz sobre lo que verdaderamente sucedió a partir de 1519 en nuestras tierras.
Eulalia Guzmán, maestra y arqueóloga mexicana, desde la época revolucionaria participó en las jornadas combativas contra Porfirio Díaz al lado de Madero y levantó la bandera de la reivindicación indígena. Se opuso al dictador Victoriano Huerta y junto con otras mujeres que integraron el grupo “Lealtad”, en plena dictadura, llevaba flores a la tumba del presidente sacrificado en el golpe militar, audazmente organizaba volanteos, conferencias, mítines y defendía presos políticos.
Ella se había titulado en 1904 en la Escuela Normal y se dedicó a la docencia durante décadas, luego estudió Historia y Antropología. Entre 1920 y 1924 dirigió la campaña nacional de alfabetización y 10 años después estudió por su cuenta las zonas de Monte Albán y Mitla. A los 55 años recibió su maestría en Historia. Estudió Filosofía en la UNAM y se doctoró en Massachusetts. Organizó y fue jefa del Archivo Histórico de la ENAH de 1937 a 1970. En 1934 fue nombrada Jefa del Departamento de Arqueología del Museo Nacional y recorrió parte de la Mixteca Alta. Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas de 1937 a 1940 la SEP le encargó localizar información de la época prehispánica en universidades y bibliotecas europeas. En 1942 realizó diversas exploraciones en Chiapas. De 1940 a 1951 Eulalia Guzmán estuvo a cargo en Ixcateopan, Guerrero, de los restos del Hueyi Tlahtoani Cuauhtémoc.
Sacudió al país cuando en 1949 anunció haber localizado los restos de Cuauhtémoc, en 1962 su reportaje “Bomba a la Historia”, en la revista Impacto, provocó polémica entre los estudiosos de la Antropología y la Historia. Los hispanistas oficiales se dieron a la tarea de ridiculizarla e invisibilizarla, pero ella hasta los 94 años continuó firme y decidida. Dato curioso Eulalia nació en 1890 en San Pedro Piedra Gorda, Zacatecas, precisamente en el municipio Cuauhtémoc.
Estudió el pasado indígena de México y pasó largas temporadas en el extranjero estudiando en las fuentes originales los códices y manuscritos de la historia mexicana. En las bibliotecas de Oxford, Berlín, Viena, Milán, Valencia y Francia. Su intenso interés la convirtió en la mejor paleógrafa que jamás haya existido en México.
Eulalia Guzmán participó en las grandes gestas del siglo XX e incluso ya a sus 78 años durante el Movimiento de 1968 apoyó decidida a los estudiantes contra el autoritarismo del PRI-Gobierno.
La lectura de sus libros es imprescindible, son alrededor de 20: La escuela nueva o de la acción (1933), Los relieves de las rocas del cerro de la Cantera, Jonacatepec, Morelos (1934), Caracteres fundamentales del arte prehispánico de México (1934), Un manuscrito de la Colección Boturini que trata de los antiguos señores de Teotihuacán (1938), The art of map making among the ancient mexicans (Londres, 1939), Lo que vio y oí (1941), Genealogía y biografía de Cuauhtémoc. Refutación a la Gran Comisión (Culiacán, Sinaloa, 1954), Relaciones de Hernán Cortés a Carlos V sobre la invasión del Anáhuac. Aclaraciones y rectificaciones (1958) y Manuscritos sobre México en archivos de Italia (1964) y otros.
Dio luz en importantes aspectos de nuestra cultura, cuestionando las historias sobre sacrificios humanos, el papel de Moctezuma, Cuitláhuac y Cuauhtémoc en la lucha de resistencia contra la invasión profundizó en el sistema económico, político y social de la época precuauhtémica. Su libro Relaciones de Hernán Cortés a Carlos V sobre la invasión del Anáhuac es de lectura obligada.
En éste libro analiza las fuentes principales para la historia de la conquista de México y advierte: “La tarea para el esclarecimiento de la verdad histórica de este suceso es quizá la más difícil de cumplir, 1º porque no hay testimonios de conquistadores suficientes acerca de todos y cada uno de los hechos que constituyeron la conquista de México; 2º, porque los conquistadores por una parte falsearon sin escrúpulos los hechos, cuando trataban de justificarse o de justificar la conquista; y por otra, equivocaban sus juicios porque se encontraron en presencia de un mundo nuevo que no entendían, y lo interpretaron conforme al mundo cultural a la que ellos pertenecían; 3º porque faltan testimonios indígenas, y los que se conocen son insuficientes e incompletos, ya que no expresan con entera claridad lo acontecido, pues siendo la voz de los vencidos no podía decir toda la verdad sin lanzar tremenda acusación contra los vencedores. Otras veces el autor indígena ya está catequizado, especialmente por el dogma religioso de los conquistadores, e impregnado de ese complejo de inferioridad que desdeña y se avergüenza de lo propio; (…) la que llega hasta la traición a los suyos y a la bajeza ante los extraños. Para juzgar del valor de sus relatos, debemos tomar en cuenta estas circunstancias”.
Ella clasificó los principales documentos en tres variantes: 1.-Los testimonios de los conquistadores y las historias que repitan lo dicho por Cortés y otros conquistadores. 2.-Las fuentes mexicanas, ya sea los testimonios de los conquistados u obras que siguen lo dicho por los conquistados y 3.- Las fuentes mixtas que recogen testimonios indígenas y españoles. Luego de clasificarlos los analiza críticamente y muestra con claridad hechos que la historia oficial esconde.
Señaló que los “conquistadores” emprendieron su guerra de agresión sin autorización ni del virrey Diego Velázquez, ni del rey Carlos V. Para no ser castigados debían ocultar los hechos que demostrasen que habían desobedecido al Rey. Habían violado las leyes españolas de la época la Ley de las Siete Partidos de Alfonso el Sabio que datan del siglo XIII y según las cuales no podían “conquistar” sin permiso del Rey y el que lo hiciese pagaría con la pena de muerte. El haber “conquistado” por su cuenta los condenaba. Así que en toda su narración ocultaron la verdad de los acontecimientos.
Con respecto a Bernal Díaz del Castillo, Eulalia nos recuerda que fue uno de los ejecutores y cómplices de los numerosos crímenes que realizó la tropa española encabezada por Hernán Cortés. Se cuenta entre los cronistas militares que escribieron su historia con el fin de alardear sobre sus hazañas para reclamar a la corona, privilegios, nuevas encomiendas y reconocimiento para ser premiado con indios y tierras. Al mismo tiempo que daba rienda suelta a su vanidad. Su manuscrito fue terminado alrededor de 1568, 47 años después de la caída de Tenochtitlan y publicado postmortem hasta 1632.
Eulalia señala que Bernal escribió la “Verdadera Historia” para probar sus grandes servicios a la Corona y exigirle recompensas, contradiciendo las crónicas que le daban todo el crédito a Hernán Cortes olvidando a sus soldados como el libro de Gomara quien era amanuense de Cortés y jamás estuvo por estas tierras y que fue dictado por Cortés por lo que le da crédito únicamente a él. Entonces Bernal, escribe para hacer precisiones . Lo hace magnificando sus hazañas y criticando a Cortés, sin nunca decir la verdad acerca de los asesinatos, mentiras, robos y violaciones de los invasores. Su relato es sencillo a diferencia de los escritos inaccesibles, es ágil para contar cuentos, directa, pintoresca, llena de detalles inventados y otras ciertas y éste modo de redacción convence más que el utilizado por Gomara y le llega más al lector. Es amena y bien escrita, pero de “Verdadera” no tiene nada.
Y por otro lado, el grupo de los 12 religiosos llegaron a la “Nueva España” hasta el 15 de mayo de 1524, mucho después de los hechos y nunca participaron en la invasión ni en los crímenes, por lo que apunta Eulalia que no participaron directamente en la guerra agresiva y escribieron una versión de la historia distinta a la de los cronistas militares.
Hoy se piensa que la “verdadera historia” de Bernal es imparcial, pero esto es falso. Eulalia precisa que solo refleja un punto de vista de los soldados que invadieron estas tierras, pero ignora, oculta y olvida muchas cosas. Bernal miente en numerosas ocasiones, por ejemplo, en torno a la muerte de Moctezuma, él dice que lo mataron los mexihkas, apoyando la versión de Cortés. Esta versión también la defendió el nieto del traidor texcocano Ixtlixochitl, Fernando de Alva Ixtlixochitl. Pero por otro lado, Fernando Alvarado Tezozómoc en su Crónica Mexicáyotl, las Relaciones de Chalco-Amaquemecan de Francisco de San Antón Chimalpahin, el Lienzo de Tlaxcala, el Códice Ramírez, todos refieren que Moctezuma fue asesinado por los españoles.
Mientras que Bernal informa de la existencia de sacrificios humanos y sodomía para justificar la invasión ateniéndose a las Leyes de Burgos de 1512. Cortés hablaba de “grandes pecados”, “sodomía”, “comida de carne humana”, “sacrificios humanos” “idolatría”. Mentía como cuando dijo haber presenciado y visto con sus propios ojos sacrificios humanos en lo que hoy es el Zócalo, estando en Tlacopan o Tacuba. Es sabido que está lejos, a ocho kilómetros, por lo que era imposible que hubiese visto eso.
Bernal falseó la verdad para presumir de “méritos” inexistentes y recibir recompensas de la Corona. Lleno de vanidad, codicia y resentimiento exalta sus supuestas hazañas. Decía abiertamente que lo que los españoles buscaban eran guerras y su propio provecho, y sentía que él debía recibir más.
Habla sin embozo pero solo en determinados casos y de manera limitada, Eulalia recomienda que hay que tomar en cuenta que cuando escribió el libro en Guatemala los parientes de Pedro Alvarado estaban en el poder y no se iba a arriesgar a ocasionar su ira, por otro lado no iba dar a conocer los crímenes en los que él participó activamente junto con Cortés, así avala todas los dichos que tienen que ver con los indígenas y repite una historia que es falsa. Toca superficialmente la matanza del Toxcatl ejecutada por Alvarado, oculta la matanza de todos los dirigentes y de Moctezuma durante la noche en que huyeron del palacio de Axayácatl, la felonía que comete Cortes con los de Tecamachalco, quechóllac y Acatzingo al ofrecerles la paz y luego matarlos cuando los tenía en su poder, la muerte de más 300 dirigentes huastecos quemándolos vivos delante de sus hijos, los aperreamentos de los dirigentes mexicas en Coyoacán, la muerte de los acompañantes de Cuauhtémoc en las Hibueras y de los frailes franciscanos Juan de Tecto y Juan de Ayora.
Y en ocasiones habla de crímenes sin darles importancia como cuando se refiere a los herraderos de personas y su venta, o cuando Cortes quemó vivos a Cuauhpopoca y otros dirigentes de nahutla y acusa a diestra y siniestra de sacrificios sodomía y canibalismo y barbarie, a los habitantes de los poblados que encontraba, para justificar “legalmente” su ocupación.Bernal solo denuncia las inexactitudes de Gómara (amanuense de Cortes) cuando le quita méritos a sus compañeros o para denunciar actos de codicia o de cohecho de Cortes cuando perjudican a los españoles. , y deja lugar a la sospecha hacia Cortés al hablar de crímenes como el de Catalina Juárez, Francisco de Garay o Luis Ponce de León.
La información que da precisa hechos que Cortes dejó en la vaguedad y el silencio.
Para analizar las principales fuentes y conocer las verdaderas costumbres, la auténtica organización política y económica en el Anáhuac, nada mejor que recurrir a la obra de Eulalia Guzman, quien trabajó de cerca con otro gran investigador: Ignacio Romerovargas Iturbide. En buena hora el INHERM pone a disposición del público esta obra que merece ser estudiada y analizada.