Desde el 1 de marzo de 2023, en Canadá se multiplican los incendios, sumando 416 al 10 de junio, de los cuales 203 estaban fuera de control ese día. Han ardido 28 kilómetros cuadrados este año, llenando de humo el noroeste de Estados Unidos. Miles de pobladores de Canadá están siendo evacuados. Alberta es una de las provincias en las que se han intensificado los incendios al grado de que la ciudad de Enson ha sido dos veces evacuada. En Quebec, el centro y el noroeste de su territorio se encuentra en situación complicada por verse amenazados alrededor de 14,000 pobladores que ya están siendo evacuados. El año 2023 se ha convertido en la peor temporada de incendios forestales en la historia moderna de Canadá.
El humo de los incendios ha afectado gravemente a ciudades canadienses como Toronto, Ottawa y otros lugares del país. Varios lugares en Estados Unidos se han oscurecido por el denso humo procedente de los incendios de Canadá y el aire comenzó a generar un intenso olor a quemado, ha oscurecido varios días a mediados de junio la ciudad de Nueva York y buena parte del noreste de Estados Unidos. Canadá arde y Estados Unidos se asfixia. La visibilidad en la Gran Manzana se redujo, por varios estados han emitido alertas por la mala calidad del aire, que se puede prolongar durante días. Por cierto, este fenómeno también se vive en México donde este año se han registrado más de 5,000 incendios forestales en 32 estados del país, en una superficie de 435,000 hectáreas. El humo de los incendios en Canadá ha viajado miles de kilómetros, y las partículas han sido detectadas en el sur de Noruega.
Canadá tiene un ejército que participa en la OTAN, ha mandado tropas a Afganistán, Libia, Haití, envía armamento a Ucrania, pero no cuenta con un ejército en casa que combata los incendios, en momentos en que por el calentamiento global se van a intensificar, siendo necesaria una vigilancia en los bosques -que tanto oxígeno generan- para evitar el uso del fuego en actividades productivas en áreas forestales, la tala ilegal y acciones de riesgo o intencionadas. Es preciso tomar medidas especiales para enfrentar estos siniestros que destruyen la fauna, la flora, la biodiversidad y el medio ambiente.
Si bien los incendios forestales son tan antiguos como los mismos bosques, en los últimos 100 años han crecido exponencialmente conforme se ha desarrollado el sistema económico actual. Es necesaria una batería de medidas para prevenir los incendios y medidas rápidas y eficaces para controlarlos cuando suceden.
Durante el verano, cuando no llueve durante meses, los bosques se llenan de hojas secas, que pueden estallar en llamas con la más mínima chispa. De hecho, muchos bosques terminan calcinados después del periodo estival, lo cual implica grandes pérdidas de masa forestal. Muchos de los incendios terminan causando daños irreparables en la riqueza faunística y floral de los lugares donde ocurren.
Pero además de provocar desequilibrios en la naturaleza, los incendios forestales aceleran el calentamiento global derivado del cambio climático. En los días que corren, a partir del 1 de junio, una ola de calor azota a México y en 22 estados del país alcanza 40 grados y puede llegar a 45.
Pero seamos claros, la principal causa de los incendios forestales es el cambio climático que causa largos períodos de sequía y falta de lluvia que genera los incendios forestales, dado que aumentan las temperaturas y acaba con la humedad del suelo. El cambio climático provoca que se seque la materia orgánica y aumenten las posibilidades de generar fuego. A su vez, los incendios agravan el cambio climático. La temperatura media mundial fue 1,09 °C más alta entre 2011-2020 que entre 1850-1900.
Sobre los mares y los océanos, el IPCC advierte que el ciclo del agua se ha intensificado y seguirá así a medida que el planeta se calienta. Es grave el calentamiento global, los últimos cinco años fueron los más calurosos desde 1850. La tasa de aumento del nivel del mar casi se ha triplicado en comparación con 1901-1971, ya es imprescindible que las emisiones de CO2 de origen humano se reduzcan en un 50% para 2030 con respecto a los niveles de 2010 y seguir disminuyendo hasta alcanzar el «cero neto» para 2050. Hay tiempo para evitar que la temperatura suba 1.5 grados y salvar al planeta. El aumento de temperatura provoca sequías, erosión del suelo fértil, deforestación, deshielo de los polos, huracanes y tornados, aumento del nivel del mar, acidificación de los océanos, sargazo, acompañada de inundaciones y una grave extinción masiva de especies. La extinción más reciente ocurrió hace 65 millones de años al final del periodo Cretácico y acabó con los dinosaurios y con el 75% de las especies. Hoy trágicamente vivimos la sexta extinción masiva.
Los causantes de la crisis ambiental son los países desarrollados y sus corporaciones, con sus patrones de producción y consumo insostenibles y la falta de voluntad de los gobiernos para cumplir compromisos climáticos. Hace falta promover patrones sostenibles de consumo y producción. El secretario general de la ONU, Antonio Gutiérrez afirma que el mundo vive en “Alerta roja” y que nos encontramos en el momento más peligroso desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Y señala que en vez de reducción podría haber un aumento de la temperatura hasta 2.7 por ciento a final de siglo, lo que sería catastrófico. Añade que esto se debe a que no hay coordinación entre gobiernos, ni un plan general.
Muchos señalan que los humanos como especie somos los responsables de la devastación, para no responsabilizar a los verdaderos culpables, el modelo de desarrollo de capitalismo rapaz, las grandes corporaciones que explotan irracionalmente los recursos y envenenan aire, suelo y agua. Tiran sus desechos al mar, promueven la minería tóxica, la economía petrolizada, la industria automotriz que ya produjo 2.5 billones de vehículos, los fertilizantes y plaguicidas tóxicos, el plástico que nos inunda, el extractivismo, promueven la tala de los bosques, la urbanización que arrasa con sus megaproyectos inmobiliarios y a la vez desarrollan como nunca la industria bélica, provocando conflictos como el de Irak, Afganistán, Palestina, Yemen, el Sahara y amenazan la paz en el indopacífico con alianzas militares AUKUS entre EU, Reino Unido y Australia recientemente creada. Sumando la guerra que desarrollan las potencias, con un impacto tan perjudicial en el entorno natural y social.
Que no nos digan que el mal lo generamos todos los seres humanos. Que no se oculte a los responsables de este caos que golpea a las naciones sometidas, los oprimidos y marginados que son los más afectados por el cambio climático. El G20 es responsable del 75% de la contaminación mundial y genera el 80% de la riqueza. Agrupa a las principales potencias, pero no ayuda a solucionar en nada la crisis, no es la influencia humana, los seres humanos en abstracto, quienes tienen la responsabilidad de la crisis climática, son las potencias capitalistas que encabeza Estados Unidos, ellos son los responsables del calentamiento global. Y actúan con cinismo.
El modelo de desarrollo actual permite que el 10% de la población con mayores ingresos genere alrededor del 50% de las emisiones de dióxido de carbono, mientras que el 50% de la población con menores ingresos sólo emite cerca del 10% de las emisiones de CO2, en particular los ciudadanos norteamericanos emiten tres veces más CO2 que los europeos y cerca de cien veces más que los habitantes de los países empobrecidos.
La humanidad requiere cambios profundos en el modo de vivir, producir, consumir para que exista bienestar y armonía entre las personas y con la naturaleza. El modelo económico actual fracasó. Es necesario generar la autosuficiencia a partir de las comunidades locales, que se desarrolle al máximo la producción, el intercambio, el consumo local y nacional, comer frutas de temporada de tu región. Promover un estilo de vida en el que se desarrolle la capacidad local para que la gente viva, trabaje, estudie, se cure en sus propios lugares, usar la bicicleta, caminar o transporte eléctrico, o el tren.
Es imprescindible eliminar la obsolescencia programada por la cual las corporaciones producen para desechar, generan mercancías que se descomponen, se rompen rápidamente, cambian de modelo constantemente para así vender más, desperdiciando los recursos. El Estado debe exigir máxima calidad y durabilidad de los productos para frenar el extractivismo, limitar al máximo el uso de plásticos. Fomentar los cultivos locales, la agroecología, los fertilizantes naturales que produce cada región y no trasladar químicos y plaguicidas que envenenan y se producen a miles de kilómetros. Desarrollar programas de reforestación con especies endémicas y en cada comunidad, así se logrará que el suelo realice un intercambio natural del bióxido de carbono, para que lo absorba y no se vaya a la atmósfera, además las raíces profundas recargan mantos freáticos. Crear empleo local, cosechar agua de lluvia, dotarse de energía solar, desarrollar la agroindustria y las industrias locales.
Toda medida que favorezca al medio ambiente afecta los negocios de las corporaciones, es necesario que los gobiernos dejen de estar al servicio de estas empresas monopólicas, que tomen medidas profundas y favorezcan el bienestar de la población. Eso requiere un cambio en el modo de tomar decisiones, no serán los “líderes del mundo” quienes solucionen los problemas. Será la decisión democrática de los pueblos. Para ello se requiere la renovación democrática y que la gente pueda tomar las decisiones necesarias en beneficio de la población y la naturaleza, e imponer los cambios económicos necesarios y contar con Estados fuertes y controlados por los pueblos que hagan valer las decisiones que reviertan la situación actual.
Los pueblos del mundo, que quieren y van a sobrevivir deben hacer frente a las gigantes corporaciones que con su rapacidad son un gran peligro para la humanidad – que está en riesgo – y la madre naturaleza. El modelo económico, político, social y cultural que provoca el calentamiento global debe ser sustituido por un modelo que ponga en el centro al ser humano, a relaciones solidarias entre las personas y a una relación de respeto de la gente con la naturaleza.