Xóchitl Gálvez se fue de gira a Washington a buscar al tristemente conocido por intervencionista: Luis Almagro, para pedir su intervención en México. En su gira por Estados Unidos, presentó un negro escenario en las futuras elecciones en México las que tachó de violentas y fraudulentas, de manera abierta apeló al apoyo de Washington. Toma como modelo a personajes de la oligarquía pro-yanqui como Juan Guaidó o María Corina Machado de Venezuela que han sido respaldados en todo por el Departamento de Estado. No sorprende la actitud de la exjefa delegacional de la Miguel Hidalgo pues sigue la línea que ha trazado el PRIAN a lo largo de seis décadas.
Coincidentemente se lanzó un ataque en tres medios contra el presidente Andrés Manuel López Obrador, acusándolo el 30 de enero de 2024, de haber recibido dinero del narcotráfico para su campaña presidencial en 2006 basándose en informaciones de la DEA, organización que durante los gobiernos del PAN actuaba a sus anchas en México y a la que se le ha puesto un límite por parte del actual gobierno federal. Dicha filtración, publicada de manera coordinada, sirvió de base para las acusaciones de Xóchitl en Estados Unidos. Simultáneamente se publicaron tres notas, sin pruebas, acusando al presidente sin ninguna evidencia. Están usando esa misma acusación contra el presidente de Colombia, Gustavo Petro, para crear un clima de golpe de Estado. Estas maniobras respaldadas por el Departamento de Estado, como señaló el presidente López Obrador, buscan favorecer al PRIAN y restablecer la ruta de entreguismo que habían avanzado los gobiernos anteriores.
El viejo régimen del PRIAN vendió la independencia de México sometiéndose a las órdenes de Estados Unidos, a sus agencias –como la DEA– y a los organismos financieros internacionales que controla como el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial de Comercio, el Banco Mundial, etc.
Los cuatro presidentes mexicanos relacionados con la CIA: Adolfo López Mateos –clave Litensor–, Gustavo Díaz Ordaz –clave Litempo 2–, Luis Echeverría –clave Litempo 8– y José López Portillo –según un documento desclasificado el viernes 7 de abril de 2023, por la Administración de los Archivos Nacionales de EE UU–. Endeudaron al país acrecentando la deuda externa que en 1958 era de 604 millones de dólares a 1,725 en 1964; a 3,600 en 1970; a 19,000 mdd en 1976; a 85,000 mdd en 1982. Este proceso de dependencia de financiamientos externos condujo a justificar la intervención del Fondo Monetario Internacional para dictar la política económica del país y sujetarse a los intereses de Estados Unidos y de sus grandes corporaciones.
Con Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari, abiertos aliados de Estados Unidos, se privatizaron la mayoría de las empresas públicas y la banca, puertos, aeropuertos e industrias de capital.
Con la firma del Tratado de Libre Comercio, en 1994, se abatieron las barreras arancelarias para permitir la “libre competencia” entre una economía 20 veces mayor como lo es la de Estados Unidos, otra de más del doble como la de Canadá y la mexicana. En una relación asimétrica que permitió a las grandes corporaciones norteamericanas apoderarse de partes sustanciales de nuestra economía. Se abrió la puerta de par en par a los capitales y mercancías, pero no a los trabajadores, lo que criminalizó su presencia sin papeles en Estados Unidos y los convirtió en esclavos modernos sin derechos.
Tras la liberalización comercial que les abrió las puertas de par en par, las corporaciones extranjeras se apoderaron de la economía nacional y afectaron gravemente a todo nuestro aparato financiero, productivo y de servicios. Sólo por dar algunos ejemplos: la empresa Wall Mart se apoderó del mercado minorista a nivel nacional; las mineras extranjeras desataron el extractivismo desmesurado, con la Ley Nacional de Aguas se les concesionó una parte sustancial del preciado líquido; se inundó el campo mexicano de importaciones de Estados Unidos y grandes corporaciones se apoderaron de grandes extensiones de tierra para desarrollar la agroindustria que beneficia al extranjero.
Desde el gobierno de Salinas, México, siempre considerado un país latinoamericano por nosotros y en el extranjero,fue bautizado como norteamericano y por lo tanto integrante de la región norteamericana. Dejó de considerarse a México como un país soberano miembro de la comunidad latinoamericana y del Caribe para integrarnos a dos potencias agresivas: Estados Unidos y Canadá.
De esa forma se consumó la integración económica de México y su dependencia de Estados Unidos, junto con este proceso se disparó la migración de mexicanos hacia Estados Unidos, por falta de oportunidades en su país y por la agudización de la violencia y criminalidad que se disparó a partir de 1995.
Luego de mermar al máximo la soberanía económica del país, el PRIAN dio el segundo paso, el más peligroso: la integración militar, desde la fundación del Comando Norte en 2001 y la posterior firma del TLC plus, la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte, el 23 de marzo de 2003, en Waco Texas, firmada por Bush, Martín y Fox, presidentes de Estados Unidos, Canadá y México, integrando seguridad y energéticos de los tres países, e iniciando la integración militar de nuestro país que se profundizó con Calderón con la Iniciativa Mérida, la Agencia Binacional de Inteligencia –que permitió a todas las agencias de EU actuar abiertamente en México– y la integración de México a maniobras militares comandadas por EU en Mayport, Florida, en 2009. Esta integración se intensificó en el sexenio de Peña Nieto y prosigue.
Durante los gobiernos de Calderón y Peña se habló incesantemente de la Alianza Estratégica entre México y Estados Unidos, con los años pasamos a ser el primer socio comercial de Estados Unidos –escondiendo el hecho de que la mayoría de las exportaciones son de corporaciones estadunidenses en México, y a pesar de este alarde de cercanía, con los años se intensificó la política migratoria racista en la que se acusa al “aliado” de terrorista, violento e invasor. En la integración a la región, a México le ha correspondido el papel de los esclavos del sur. Si las personas afroamericanas esclavizadas levantaron a EE.UU. en su época de ascenso, ahora los esclavos del sur somos los mexicanos y latinoamericanos.
Esa situación heredada por el régimen del PRIAN debe ser superada. México ha sido colocado en una situación de dependencia de Estados Unidos, y está peligrosamente integrado a la región norteamericana. En Norteamérica quieren nuestros recursos y mano de obra barata, además de integrarnos a la maquinaria de guerra por la hegemonía imperialista, quieren usar nuestro territorio como uno de sus espacios estratégicos y a los mexicanos como carne de cañón, hoy que la resistencia de los jóvenes estadounidenses para reclutarse en el ejército y la armada de EU crece día a día.
Este proceso se ha frenado parcialmente en el actual gobierno, que a pesar de portarse de modo conciliador con Washington, sufre embates como la promoción desde el Departamento de Estado, vía la DEA, y medios hegemónicos de comunicación, de las acusaciones, sin pruebas ni fundamentos, de ligas con el narcotráfico. También la Dra. Claudia Sheinbaum es mal vista por los poderosos del país vecino y ahí se explica este apoyo que dan a Xóchitl cuya popularidad en México no levanta, ni lo hará en los próximos meses, por lo cual, ya alerta en Estados Unidos de los “peligros” de la elección en México apelando a su intervención.
Ante esta situación es clave rechazar a los entreguistas y pugnar por la plena Independencia de México, a la que aspiraban Hidalgo y Morelos, Leona Vicario y Josefa Ortiz de Domínguez, Benito Juárez, Villa, Zapata y Cárdenas, combatiendo contra el neocolonialismo y por demandas que defienden nuestros derechos, nuestro país y nuestro futuro, profundizando la transformación que debe avanzar dando pasos como son: cancelar concesiones de agua y mineras, aprobar una auténtica nueva ley general de aguas y nueva ley minera que cierre las puertas al extractivismo. Suspender pagos de la deuda, aumentar impuestos a corporaciones y gravar grandes fortunas para un sector estatal con fondos para empleo, salud, producción de vacunas, medicina tradicional, alimentos, litio y para fomentar la producción nacional y de pequeños productores.
Parar la integración de México a EU, por la soberanía política, económica, cultural y militar. Soberanía alimentaria y energética, en salud, vacunas, sin dependencias del extranjero que provoca adicciones, violencia y guerra.
Por derechos garantizados para todos y todas, incluyendo migrantes. Seguridad, parar desapariciones, verdad y justicia. Fin al outsorcing, garantizar prestaciones y estabilidad laboral, no a las UMAS sí a un sistema nacional de pensiones. Control de precios y producción de calidad sin obsolescencia programada.
Rechazar a los carteles de partidos y al INE. Por una nueva Constitución que empodere al pueblo. Renovación democrática con elección y selección democrática de candidatos, no financiar partidos sino al proceso electoral, Primero el programa y plan de acciones, luego la elección de los candidatos. Mandatar a los representantes.
Asumir plenamente nuestra Soberanía, no solo es necesario, sino urgente, en momentos en que Estados Unidos combate por la hegemonía mundial y genera constantes guerras, apoya su economía de guerra en aras de las ganancias que acumula el complejo industrial militar. A pesar de lo cual, EU está sufriendo derrotas constantes, en Afganistán, en Yemen, en Ucrania. Su apoyo a Israel y la resistencia del pueblo palestino lo está desnudando ante el mundo y la juventud se moviliza en todo Estados Unidos y Canadá como no se había visto desde las movilizaciones contra la invasión a Vietnam.
México no debe ser “aliado estratégico” como decían Peña y Calderón, de un país bélico armamentista, injerencista, que no deja de atacar a otros países como lo ha hecho recientemente bombardeando Irak y Siria, además de golpear económicamente a países soberanos como Cuba y Venezuela. Debemos recuperar nuestra tradicional política de ser los primeros en defender la autodeterminación de los pueblos y la solución pacífica de los conflictos y romper con la situación actual en la que, en México, las corporaciones norteamericanas fabrican partes para vehículos, tanques, aeronaves, etc. produciendo para el aparato bélico del vecino. Los trabajadores mexicanos no quieren abonar a la guerra, sino a la paz.
Con el pueblo norteamericano, su clase obrera, sus granjeros, mujeres y jóvenes, sus migrantes buscamos tener la mejor relación, pero no con el gobierno de ese país en crisis externa e interna.
La crisis interna de Estados Unidos ha provocado que México comience a ser blanco de los ataques de los sectores más reaccionarios y racistas que no paran de acusarnos de invasores, hay políticos que reiteradamente han insistido en invadir nuestro país… otra vez … como lo hicieron en 1906, 1914 y 1916 del siglo pasado.
Las contradicciones de los sectores dominantes que se reflejan en el enfrentamiento de los gobernadores Greg Abbott de Texas, Ron DeSantis de Florida y otros 25, contra el gobierno federal de EE.UU., es otro síntoma alarmante de ruptura institucional en el vecino país. Incluso se habla cada vez más del peligro de una guerra civil.
El futuro de México no puede estar atado a este gigante herido que puede llegar a ser más peligroso que nunca contra nuestros pueblos. Por seguridad nacional y por principio patriótico debemos salvaguardar nuestra soberanía.
Es claro que debemos unirnos y rechazar los embates del PRIAN y sus personeros que quieren del exterior lo que ya perdieron en México, el apoyo popular que rechaza su herencia y legado, que no los quiere ver de vuelta. Tenemos que avanzar en la transformación que nos lleve a asumir plenamente nuestra soberanía.