El pueblo de Haití rechaza la intervención extranjera en su país, en 100 años ha sido invadido cuatro veces por Estados Unidos, 1915 a 1934, 1994-95, para derrocar al gobierno de Aristide en 2004-2017 y luego de 2017 a 2019.
Ahora preparan una nueva intervención, el Consejo de Seguridad de la ONU, reunido en sesión de urgencia, el miércoles 6 de marzo, defendió la postura intervencionista de desplegar urgentemente una Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en Haití, como le llaman a mandar fuerzas de ocupación. La desinformación sobre bandas criminales les sirve para desviar la atención de la brutal interferencia del «Grupo Central» diseñado por Estados Unidos, constituido por una camarilla autonombrada de entidades extranjeras que gobiernan efectivamente este país, presidido por el Representante Especial de la ONU para Haití y las embajadas de Alemania, Brasil, España, EU, Francia, Canadá, la Unión Europea, el representante especial de la Organización de Estados Americanos (OEA) que son la real “pandilla criminal” que actúa en Haití.
Estados Unidos diseñó la creación de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH) a través de su “Grupo Central» o “Core Group”, para facilitar sus imposiciones y mandar en el país, de modo que Haití está actualmente bajo la ocupación de Estados Unidos/ONU y el Grupo Central.
Ellos ponen y quitan gobiernos, el 17 de julio de 2021, impusieron al entonces primer ministro Ariel Henry, como presidente de Haití. Hoy lo quitan y quieren sustituirlo por acuerdos de cúpula. Henry se distinguió como líder del movimiento Convergencia Democrática que buscaba, aliado a Washington, derrocar al presidente Jean-Bertrand Aristide. Así, encabezó la oposición contra el presidente en foros internacionales y ayudó a justificar la intervención de 2004.
Tras la renuncia de Ariel Henry, quieren imponer, con el apoyo de fuerzas armadas extranjeras, un “consejo presidencial de transición”, compuesto por siete miembros con derecho a voto representando a las principales fuerzas políticas y al sector privado, además de dos miembros sin derecho a voto, que apenas nombrados tienen dificultades para arrancar su gestión por desacuerdos internos, la única mujer de los siete ya renunció. El domingo 24 de marzo, la embajadora de Haití ante la UNESCO, Dominique Dupuy, que había sido elegida para representar a la coalición EDE/RED/Compromiso Histórico, anunció que tiraba la toalla. La única mujer elegida para formar parte del consejo alegó amenazas de muerte contra ella y su familia, así como ataques misóginos.
La experiencia histórica delata que la injerencia externa deteriora cada vez más la situación e impide que el propio pueblo de Haití se organice para superar la situación actual. Las tropas de intervención de la ONU han sido acusadas de violaciones de los derechos humanos que incluyen explotación sexual y violaciones, además de la introducción de enfermedades como el cólera.
Hoy Estados Unidos promueve una nueva invasión usando a Naciones Unidas. Todas sus intervenciones, injerencias y misiones de paz con los cascos azules, no han hecho más que descomponer la situación, ellos y los canadienses ya no pueden dar la cara, pues en las calles los repudian por la violación de más de dos mil mujeres, contaminar los ríos con sus heces fecales –causando cólera– y disparar contra multitudes, las tropas de Estados Unidos y Canadá son odiadas en Haití por lo que Washington busca que otros países den la cara, actualmente quieren usar a Kenia. En 2022 trabajaron para que México encarara esa invasión, pero no lo lograron porque en nuestra Constitución, en su artículo 89, indica la no intervención en otros países, la autodeterminación de los pueblos y la solución pacífica de los conflictos. Hubo gran oposición a esa iniciativa y México no cooperó mandando tropas en esta nueva invasión de Estados Unidos y aliados, que ven a la isla como un punto estratégico a dominar.
Haití atraviesa la mayor crisis de su historia, con una economía cuya inflación es superior al 50%, la mitad de su población sufre hambre, aproximadamente 4 millones de personas viven por debajo del umbral de pobreza, las escuelas están cerradas, falta agua y atención a la salud, pues cierran establecimientos sanitarios, falta personal y material sanitario, además, 315 mil personas han sido desplazados como consecuencia de la violencia (OIM: 2023). Esta crisis crónica es también una crisis política, una crisis ambiental y una crisis cultural.
La crisis se agudiza con la acción de pandillas armadas, con la complicidad de altos funcionarios y países extranjeros quienes quieren mantener la inestabilidad, les dan rienda y se han fortalecido incluso en el área metropolitana de Puerto Príncipe, la capital del país, estas bandas son apoyadas por una oligarquía económica y por un sistema político basado en la corrupción y la impunidad, cierran las vías de comunicación e impiden el abasto de alimentos, de agua, de apoyo sanitario y ayuda a la población. Sirven a los intereses de Estados Unidos y otros explotadores –como Canadá y Francia– para mantener su dominio sobre Haití y evitar que el pueblo haitiano ejerza su derecho a controlar sus propios asuntos y afirmar su soberanía.
Las bandas criminales que operan con tanta impunidad en Haití tienen su origen en los «tontons macoutes», una milicia paramilitar creada en 1957 por el dictador François Duvalier, apoyado por Washington y que perduró hasta la caída de su hijo, Jean-Claude Duvalier, en 1986.
Históricamente, Haití ha sido un territorio rico, pero ahora está devastado, producto del colonialismo y el neocolonialismo. La rica naturaleza de Haití fue destruida por el colonialismo francés y el neocolonialismo estadounidense que arrasaron sus bosques y desmontaron tierras para favorecer la producción azucarera.
El país celebró el primero de enero los 220 años de su independencia de Francia. La lucha emprendida por el pueblo haitiano se llevó a cabo desde 1790 y hasta el primero de enero de 1804. El hecho fue un hito en el mundo pues fue la primera lucha de emancipación de un país con población esclava. En Haití nació la primera República Negra del mundo y fue el primer país que abolió la esclavitud. Así, dio un gran ejemplo mundial. Al independizarse de Francia y liberar a los esclavos, causó gran disgusto a las potencias europeas y Estados Unidos, que desde entonces se ha dedicado a hacerle la guerra a Haití, país que tiene intervenido actualmente.
Desde un inicio, las grandes potencias, en particular Francia y Estados Unidos, condenaron al país al ostracismo. Por ejemplo, Estados Unidos no lo reconoció como país hasta seis décadas después, bajo la presidencia de Abraham Lincoln, cuando los norteamericanos abolieron la esclavitud. Francia, que nunca supo perdonar, le impuso una deuda millonaria que Haití terminó de pagar más de un siglo después. Y el lugar prominente en los libros de historia que le tocaba al primer país latinoamericano independiente y la primera revolución de esclavos exitosa de la era moderna, le fue arrebatado para hundir al incómodo Haití, una vez más, en el silencio, siendo una nación marcada por la constante provocación desde fuera para mantener la inestabilidad política, social y económica. La actual situación de Haití no puede verse fuera del contexto de interferencia de poderes extranjeros que ha vivido el país a lo largo de su historia y que han provocado pobreza y desigualdad extrema.
Haití fue miembro fundador de la ONU en 1945, desempeñó un papel clave en la redacción de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH), en 1948, gracias al senador haitiano Emille Saint-Lot, relator del Consejo Editorial de la DUDH. Quién mejor para hablar de Derechos Humanos que la primera república en derrocar al poder colonial rancés y declarar los derechos de ciudadanía en virtud del ser humano, sin discriminación por motivos de raza, credo o cualquier otra categoría discriminatoria, además de desempeñar un papel heroico y fraternal en las luchas por la independencia de los pueblos de todas las Américas, incluido Estados Unidos. Haití no necesita lecciones de democracia. No necesita lecciones sobre cómo defender su derecho a expresar su soberanía de la manera que considere adecuada.
El pueblo haitiano es un pueblo sabio y culto con su propio material de pensamiento, que lo llevó a lograr su liberación del brutal dominio colonial francés y lo ha guiado a prevalecer sobre todos los intentos brutales de controlarlo desde entonces. Contrariamente a la imagen racista que el llamado Grupo Central y sus medios de comunicación retratan, son los imperialistas los que se ven obligados a declarar que todas sus maquinaciones están «dirigidas por haitianos», y todas las pruebas de lo contrario arrojan su patética afirmación a la basura. (TML Monthly)
Todo el mundo sabe que fue el golpe de Estado orquestado por Estados Unidos, Canadá y Francia el que derrocó al gobierno democráticamente electo de Jean-Bertrand Aristide hace 20 años, porque trató de desarrollar una política soberana. Ellos son los que impusieron una dictadura militar sobre el pueblo haitiano, causando el caos y la miseria más absolutos. Bajo sus auspicios, los oligarcas una vez más, tomaron el control de los recursos naturales y humanos de Haití, incluyendo la gestión de las maquiladoras y los exclusivos resorts de lujo donde también atracan los cruceros. La inseguridad es provocada por las pandillas armadas financiadas por las élites.
Conociendo muy bien la oposición del pueblo de Haití a su presencia directa, Estados Unidos, Canadá, Francia y otros, creen que pueden utilizar a la policía de Kenia, una institución creada por los constructores del imperio británico en primer lugar, como parte de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad de la ONU. Estados Unidos incluso ha diseñado el respaldo de Benín, que ha «ofrecido» contribuir con 2000 soldados a una fuerza de seguridad multinacional dirigida por Kenia y aprobada por la ONU, también compuesta por 2000 policías. El anuncio fue hecho el 27 de febrero durante una rueda de prensa celebrada en Georgetown, Guyana, por la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, confirmado posteriormente por Benín el primero de marzo.
El idioma oficial de Benín es el francés y, por lo tanto, Estados Unidos calcula que esto compensará el hecho de que el idioma oficial de Kenia es el inglés, que de otro modo podría considerar que su fuerza policial no es apta para el servicio en Haití. (TML Monthly)
Estados Unidos usa otros instrumentos, como lo evidencia la reciente reunión de «alto nivel» de la Comunidad del Caribe (CARICOM) convocada el 11 de marzo en Kingston, Jamaica, que reveló el alcance de la presión que Estados Unidos, Canadá y otros actores extranjeros están ejerciendo sobre sus países miembros. Estos países han sido engatusados para que se sometan al objetivo de Estados Unidos de apoderarse de Haití. Esto sólo puede conseguirse si logran reprimir los esfuerzos del pueblo haitiano por deshacerse de todos los explotadores extranjeros, los funcionarios corruptos y los ladrones de diversa índole que han sumido a su isla en el caos y la violencia. El supuesto propósito de la reunión de la CARICOM era «discutir la situación de seguridad en Haití», lejos de eso, se trataba de discutir y promover los planes para la toma de Haití. (TML Monthly)
En los últimos cuatro años, las y los haitianos se han movilizado y realizado grandes protestas frente un gobierno ilegal, repudiando la injerencia de las potencias imperialistas y contra la eliminación de los subsidios a los combustibles, que provoca un aumento del costo de la vida, Sin embargo, estas protestas han sido sofocadas por el gobierno títere instalado por Estados Unidos.
Cualquier fuerza armada extranjera, sea de Kenia o de otro país, enfrentará una gran resistencia en Haití, cuyo pueblo defiende su soberanía. En 1804 ganaron su libertad y hoy luchan por ese mismo objetivo, como entonces, su lema es: ¡Patria o muerte! ¡Victoria o muerte!