El VOX, partido ultraderechista de España lanzó un tuit el 13 de agosto diciendo: “un día como hoy de hace 500 años, una tropa de españoles encabezada por Hernán Cortés y aliados nativos consiguieron la rendición de Tenochtitlán, en México. España logró liberar a millones de personas del régimen sanguinario y de terror de los aztecas. Orgullosos de nuestra Historia”. Así hablan los hispanistas en España, seguidores de Cortés y en México numerosos académicos del más alto prestigio. Las mentiras de Hernán Cortés sobreviven luego de 500 años y es hora de aclarar y recuperar nuestra memoria histórica, de tergiversaciones europeas medievales.
Las cosas claras, en el Anáhuac había una gran civilización. México Tenochtitlan era miembro de una alianza pertenecía a una Confederación junto con Texcoco y Tacuba y se dividían tareas, cada quien era autónomo. El gobierno supremo descansaba en el Tlahtocan o Consejo que encabezaba una dualidad: el tlahtoani y el Cihuacóatl. El tlahtoanis era el vocero. No era ni déspota ni tirano. No existían “señoríos”, ni reinos, ni emperadores, nuestra cultura era original y distinta a la euroasiática, en instituciones, gobierno, vida social, conceptos filosóficos. Algo que los europeos nunca han comprendido aunque pasen 500 años. La base social que cimentaba la sociedad eran los calpullis, que se hermanaban en Icniuhyotls. Tenochtitlan desarrolló la educación y salud gratuitas, cada persona niño o anciano era protegido en su calpulli y el gobierno se responsabilizaba en pandemias, inundaciones o sequías. Había zoológicos y jardines botánicos antes que en Europa. Era una gran civilización. En toda la Cuenca tenían como base los calpullis familiares, que se unían en los llamados Icniuyotls (que quiere decir hermandad) formando pueblos. Todos los pueblos tenían la cultura del maíz. Eran autosuficientes en la alimentación pues en los calpullis todos producían maíz, frijol, calabaza, chile, etc. Además tenían la especialidad en siembra de flores, tomates, herbolaria, saberes medicinales, artesanía, comercio y transporte por los lagos. Uno de los calpulli se especializaba en el gobierno. Los Mexicas desarrollaron la ingeniería, arquitectura, el arte pictórico y escultórico, la medicina, las matemáticas, comunicaciones, transporte. Tuvieron zoológicos y jardines botánicos 200 años antes que en Europa. En Tenochtitlan se construyeron grandes calzadas y se urbanizó el espacio. Muchas de las grandes avenidas actuales son precuauhtemicas: México-Tacuba, Tacuba-Azcapotzalco, Tlalpan, Iztapalapa, Vallejo, Tepeyac, Nonoalco-Tlatelolco, Tenayuca. Se hicieron grandes obras hidráulicas acueductos como el de Huitzilopochco (Churubusco) y el de Chapultepec y el albarradón de Nezahualcóyotl de 16 km para separar el agua salada de la dulce. La innovación de su gran desarrollo nos sorprende hasta nuestros días.
En la cuenca había alrededor de 60 altepetls que eran centros urbanos con diversos pueblos o icniuyotls : Xochimilco, Tlalpan, Coyoacan, Cuajimalpa, Mixcoac, Iztapalapa, Iztacalco, Tlahuac, Tacuba, Tizapan, Azcapotzalco, Tultitlan, Cuauhtitlan, Chimalhuacan.Las decisiones se tomaban en asambleas, cada calpulli tenía dos calpulleques. A nivel del Consejo supremo las decisiones se tomaban democráticamente, hasta ser posible por consenso. La triple alianza tenía 38 pueblos aliados. No les imponía gobierno, religión, economía, lengua, tan solo un cobrador de los tributos para conservar esa red en la que tenían libertad de comercio. Para la guerra, primero se entrevistaron, se enviaban regalos, y recibirlos en su ciudad no fue una señal de sometimiento. Como refiere Jackes Sousstele era la costumbre antes de un combate, entablar contacto con las embajadas extranjeras, mandar regalos, recibirlos para negociar, tener tres entrevistas que se efectuaban cada mes (que eran de 20 días), el más fuerte regalaba al más débil alimentos, y armas para hacer equitativo un posible enfrentamiento, luego de tres entrevistas sin acuerdo, la batalla era al mes en fecha prefijada, a la luz del día, entre ejércitos, en batallas en las que no se mataban, solo hacían prisioneros. Había naciones independientes en Metztitlan, Tlaxcala, Cholula, Teotitlán, Yopitzinco y desde luego los purépechas. Cuando se enfrentaban lo hacían guardando reglas de equidad.
Para liquidar a los pueblos se empeñan en privarlos de la memoria. Destruyen tu cultura, inventan historias, escriben libros inventan crímenes, cosas horribles que pretenden destruir la autoestima del pueblo y distorsionar su pasado. Actualmente tras 500 años sigue predominando la narrativa hispanista que parte de los escritos de los militares que invadieron el Anáhuac. La versión de Hernán Cortes que mandó en sus cartas de relación al Rey se convirtió en la historia oficial. Esta se impuso tanto en España como en el Anáhuac, y recordemos que la censura de la Iglesia y la Corona era implacable y no dejaban publicar una letra con información que difiriera de la Oficial. El Consejo de Indias, la Corona, la Iglesia, la Inquisición y el grupo de conquistadores y encomenderos con intereses a defender dejaron la versión de Cortés como la única aceptable, pues en aquella época se consideraba que las experiencias narradas por una autoridad no podían someterse a duda.
En pleno siglo XXI son las informaciones que siguen teniendo máxima difusión. Propagan la idea que el Imperio Mexica estaba basado en el miedo y el terror, cruel dominio y amenaza, lo que en realidad representaba el Imperio Español que así actúo. Se pinta a Moctezuma Xocoyotzin como un “tirano”, “cobarde”, “entreguista” porqué así le convenía calificar a los invasores españoles, para esconder que lo hicieron prisionero a traición, que lo encadenaron, mantuvieron como rehén y luego lo asesinaron. No sólo a él, también a su familia, hijos, a muchos dirigentes mexicas y de decenas de pueblos aliados. No podían decirlo porque eso violaba el concepto Español de “Guerra Justa”, a la que debían acatarse.
Además de que mintieron, inventaron y ocultaron los hechos, los militares españoles no podían entender la mentalidad, las instituciones, la sociedad de los habitantes del Anáhuac. Por otra parte, no podían decir la verdad porque llegaron huyendo del virrey de Cuba Diego Velázquez y sin permiso del Rey para conquistar, lo que según la Ley de las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio que databan del siglo XIII; el que conquistara sin permiso del Rey era reo de pena de muerte. Entonces Cortés escribió una historia en la que ellos tan solo recibieron de un confundido Moctezuma el “Reyno” en una entrega voluntaria, una historia de sacrificios humanos y terror que obligaba a los “cristianos” a intervenir para salvar a los pueblos indígenas. Hoy se llega más allá, tan lejos que existe quien afirma que la Conquista Española no existió y que todo fue un levantamiento general contra los Mexicas. Y siempre dejan bien parados a los reyes españoles y a sus huestes encabezadas por Hernán Cortes, sin cuestionar el fondo de su historia.
La historia hispanista basada en los cuentos de Cortés y de Bernal es mentirosa y falsa de la realidad, todos los cómplices de Cortés esconden sus crímenes en textos escritos a décadas de la invasión, y la mayoría luego de la muerte de Cortés a quien temían. Gonzalo Fernández de Oviedo, designado cronista de Indias, parafrasea a Cortes, en su Historia general y natural de las indias, escrita entre 1535 y 1557, La Relación de Andrés de Tapia, la escribió quien desde la salida de Cuba estuvo al lado de Cortés en todo momento, Francisco López de Gómara nunca estuvo aquí y fue secretario y amuenense de Cortés en Argelia, Francisco Cervantes de Salazar y Bernal Díaz del Castillo, escribieron su obra luego de la muerte de Cortés en 1575 el primero y en 1568 la Historia verdadera de la conquista de la nueva España el segundo. Bernal para obtener más tierras e indígenas encomendados escribe su historia presumiendo méritos y se atrevió a contradecir en algo a Cortes, pero no en los hechos esenciales y cruciales. Alonso de Aguilar, soldado de Cortés con más de ochenta años escribió hacia 1569 una relación breve de la conquista basándose en la Carta de Relación de Cortés. Bernardino de Sahagún, Diego Durán se daban a la tarea de “cristianizar” a los pueblos originarios y si bien conocían el náhuatl, la divisa de Sahagún era “conocer para extirpar”. Este llegó al Anáhuac hasta 1529 y comenzó sus investigaciones sobre las culturas indígenas en la década de 1540 en el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco. Ahí se encargaron de escribir la versión hispanista, traducida al náhuatl, con elementos de la cultura original, siempre bajo el tamiz del catolicismo. Sahagún siempre trabajó censurado y bajo vigilancia. Además, que la misión que él se dio fue adoctrinar a los indígenas. A lo largo de 30 años, su Historia General de las Cosas de la Nueva España escrita en náhuatl y español fue censurada dos veces por el Consejo de Indias. Su Códice Florentino se mantuvo archivado. Luego apareció el Códice Ramírez de 1585, que es la carta escrita por José de Acosta, hermano de orden de Tovar.
Muchos de los códices conservados en la actualidad fueron realizados durante el periodo colonial, en su totalidad durante el siglo XVI. Los frailes-cronistas de la Conquista, sabios e historiadores, como Olmos, Motolinía, Mendieta, Sahagún, Durán, Valadés, Torquemada y muchos laicos, trabajaron los códices que se pretenden indígenas, en la colonia, bajo el estricto control de las autoridades civiles y religiosas. Y sin cuestionar nada que tocara los intereses coloniales.
El franciscano Fray Juan de Torquemada nacido en Torquemada España, escribió su Monarquía Indiana en 1613. Antonio de Herrera y Tordesillas autor de sus Décadas, escribió en España, siendo cronista de Felipe II y Felipe III. Antonio de Solís y Rivadeneyra fue otro español, cronista de Indias, que en España escribió Historia de la Conquista de México en 1684. Para reclamar derechos que les habían prometido se elaboró en 1550 el Lienzo de Tlaxcala, reúne imágenes sobre la participación de los tlaxcaltecas en la conquista como aliados de los españoles, como una forma de reclamo. El Códice Tlaxcala fue obra de Diego Muñoz Camargo en 1585. El Lienzo de Cuauhquecho fue escrito mucho después entre 1650-1700.
Sobre esa falsa base se apoyan grandes investigadores, académicos, medios de comunicación en el siglo XXI. Que además les da por inventar novedades para que su obra “venda”. Ya es hora de que los mexicanos nos conozcamos a nosotros mismos y a nuestros verdaderos orígenes y recuperemos el orgullo por la gran civilización del Anahuac, que pretendió ser destruida y denigrada.
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