El Día Internacional de la Eliminación de la violencia hacia la Mujer, se conmemora en memoria de que el 25 de noviembre de 1960 fueron asesinadas las tres hermanas Mirabal por orden del dictador Rafael Trujillo en República Dominicana. Ellas lucharon contra la dictadura y las injusticias a pesar de la represión de la dictadura respaldada por Washington.
Se llamaban Patria, Minerva y María Teresa, les decían Las Mariposas, dos de las hermanas Minerva y María Teresa fueron encarceladas, torturadas y violadas por los esbirros del régimen sin que eso las detuviera en su lucha. Como no podía con ellas Trujillo decidió ejecutarlas y el 25 de noviembre de 1960 las secuestraron, las asesinaron y las metieron a su coche para simular un accidente automovilístico. Este hecho indignó a todo el pueblo de República Dominicana en vez de atemorizarse. El primer encuentro feminista latinoamericano y del caribe que se celebró en Bogotá, Colombia en 1981, en su honor comenzó a conmemorar el 25 de noviembre.
La lucha de la mujer está en el orden del día de nuestra sociedad. El siglo XXI será el siglo de la mujer, oprimida durante cientos de años por el patriarcado y con lucha, intensa en el siglo XIX y XX, contra el sistema patriarcal. Hoy su situación es grave.
En México, de enero a mayo de 2021, 423 mujeres han sido asesinadas por razón de su género. Otros delitos como las violaciones han crecido un 30% con respecto al dos mil veinte, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Urge actuar impulsando la equidad de género. El sistema de justicia debe atender oportunamente las denuncias de mujeres, darles apoyo legal y psicológico en centros de refugio. Hay muchos derechos reconocidos formalmente, pero hace falta organizar a la sociedad y al Estado, para que éstos sean reales. Es importante controlar la publicidad y los medios para que no refuercen la mentalidad, cultura y valores machistas y violentos. Urge abolir la explotación sexual y erradicar la trata de personas. Erradicar la pederastia y el abuso infantil. Reforzar la prevención, la atención, y la sanción para que se erradique la violencia hacia la mujer. Desarrollar políticas públicas con perspectivas de género, impartir la materia en todos los niveles educativos, para abolir los roles de género. Es necesaria la educación sexual y afectiva.
Respecto a las mujeres indígenas. Es primordial el respeto a su autonomía y autodeterminación; a su cultura, visión de la vida, generar oportunidades de educación dentro de su idioma y cosmovisión, el desarrollo de su sistema de salud y respetar, valorar y recoger su experiencia y saberes.
La liberación económica de la mujer es la base de su emancipación, reconocer sus derechos laborales; lograr la organización social y colectiva de las trabajadoras incluyendo a las domésticas; eliminar la brecha laboral salarial patrimonial y económica entre hombres y mujeres; el acceso a toda mujer a un medio para vivir; al seguro social, aguinaldo, prestaciones y pensión.
Poner más atención en el tema de la natalidad y derechos reproductivos. Recobrar la función y apoyo de las parteras tradicionales. De hecho toda mujer debe tener acceso a la prevención del embarazo y la educación sexual principalmente para adolescentes. Ha sido importante la decisión de la Suprema Corte de Justicia de despenalizar el aborto.
Para lograr la equidad de género se precisa transformar los roles. Desarrollar políticas públicas que impulsen la educación de los hombres para que ejerzan su paternidad de manera consciente y responsable.
Se requiere el apoyo social a las familias y a las mujeres. Con guarderías accesibles y cercanas, cocinas y lavanderías económicas. Apoyo social al trabajo doméstico y al cuidado de enfermos. Atención de la salud en casa. Además es necesario implementar Centros de cultura en toda comunidad.
No caer en la trampa de dividir a la sociedad entre hombres y mujeres sino la unión de todas y todos para eliminar el sistema patriarcal y de opresión. Toda la sociedad debe comprometerse en esta lucha por los derechos de la mujer. La tarea es grande, habrá que construir un nuevo modelo de sociedad, la vida será mejor cuando se logre la equidad de género.
La situación de la mujer era muy diferente en milenios y siglos anteriores. No siempre fue sometida. Sabemos que los primeros pobladores de nuestra tierra llegaron aquí hace más de 30 mil años. Las migraciones fueron varias, se sabe que hay en México 14 troncos lingüísticos y de estos surgieron casi 200 lenguas.
Los primeros habitantes fueron nómadas y vivían fundamentalmente de la caza y la recolección. En esa época comenzó la especialización en las actividades productivas, los hombres se dedicaron fundamentalmente a la caza (aunque hubo también mujeres cazadoras) y las mujeres a la recolección que era más importante que la caza y garantizaba el alimento. La caza la desarrollaban los hombres debido a que las mujeres pasaban tiempo engendrando y cuidando a sus bebés, por lo que eran las encargadas del hogar y además su actividad era fundamental para la sobrevivencia del grupo.
Dentro del clan, el centro de la vida lo desempeñaba la mujer. Dado que se evitaron las relaciones endogámicas, los padres eran personas de otros clanes y al interior de estas familias ampliadas sólo se sabía quiénes eran las madres biológicas, no quiénes eran los padres. Todos los hombres del clan eran tíos de los pequeños. En el náhuatl tío se dice tlahtli y padre tahtli derivado de ese papel que jugaron los tíos. Todas las mujeres eran consideradas “madres” aunque la niña o niño sabían quién era su madre biológica.
Para la subsistencia del clan, el papel de la mujer era primordial pues durante miles de años la principal fuente de alimentos fue la recolección que dependía de ellas. Así como la preparación de la comida, la confección de vestimentas, la adecuación de espacios para vivir, etc. por ello se puede hablar de que durante decenas de miles de años existió el matriarcado. Con una característica distintiva: la mujer no sometía ni reprimía al hombre, sino que se ayudaba de su papel y rol en el clan. Además, la mujer era la médica, arquitecta, educadora, guía espiritual de la comunidad, por eso su papel preponderante. A fuerza de recoger semillas y frutas, fue la mujer la que desarrolló la agricultura, lo que permitió abandonar el nomadismo y establecerse en aldeas.
El hecho de que la mujer participaba activamente en la vida productiva, social, política y cultural le daba un lugar importante y no fue marginada durante decenas de miles de años. La fuerza de la mujer dentro del clan era tal que castigaban a los hombres perezosos o nocivos expulsándolos del mismo y haciendo justicia, por lo que la vida comunitaria era muy fuerte y sólida. El papel femenino en todos los avances sociales fue significativo. Esto es importante para tener claro que no es por “naturaleza” que la mujer haya sido excluida y sometida en los últimos siglos. Lo natural es que la mujer tenga pleno espacio para su desarrollo y contribución hacia la sociedad.
En el Anáhuac no existía un antagonismo entre los géneros y las concepciones eran muy distintas. Todavía en tiempos de la invasión europea existían los clanes y es curioso cómo la energía suprema el Ometeotl (energía dual) se componía de Omeciuatl (energía femenina) y Ometecutli (energía masculina) y vivían en el Omeyocan (lugar de la dualidad). Cuando el patriarcado se impuso tras el establecimiento de la propiedad privada comenzó a adorarse a un dios masculino, excluyendo las representaciones femeninas.
La mujer ha sido fundamental durante miles de años en nuestras tierras, cientos de años de patriarcado, a partir de la invasión europea, no pueden ocultar los orígenes, ni el valor y grandes contribuciones que las mujeres han dado a la sociedad.
A la mujer se debió el desarrollo agrícola, lo que garantizó alimentos suficientes para pasar de la caza a la ganadería. En Eurasia eso llevó a la posibilidad de tener un excedente y a la propiedad privada. Entonces a la mujer se le apartó de la actividad productiva y se le encerró en el hogar. Al desarrollarse el patriarcado se le convirtió en la esclava doméstica. Aquí en el Anahuac con la invasión española se introdujo la propiedad privada y el patriarcado y desde la colonia se subordinó completamente a la mujer, se le mantuvo en la marginación y la situación de abuso. A pesar de todo se destacaron en todas las luchas, desde Leona Vicario, Josefa Ortiz, Gertrudis Bocanegra, Juana Arcos Barragán, Carmen Camacho, Josefa Huerta y Escalante, Rafaela López Aguado, María Josefa Martínez Navarrete, Ana Villegas, María Tomasa Esteves, Antonia Nava, Manuela Medina y miles mas.
Al faltar mano de obra barata a los capitalistas, partir del siglo XIX la mujer volvió a la producción y a la participación en la vida social. Desde entonces la lucha feminista se ha venido desarrollando. Jugaron un destacado papel en México, Carmen y Natalia Serdán, Elvia Carrillo Puerto, Hermila Galindo Acosta, Eulalia Guzmán, Tina Modotti, Frida Kalho y otras muchas.
El siglo XXI es el siglo de las mujeres que han conquistado uno a uno sus derechos. Pero la situación actual la enfrenta a la “doble jornada” y a la cultura patriarcal profundamente arraigada, persiste la inequidad en oportunidades laborales, sueldos y empleos. La batalla es dura pero cada vez la mujer está más determinada a lograr su liberación y la equidad de género. La situación de la mujer no cambiará profundamente hasta que cambie este sistema de desigualdades y falta de derechos para la mayoría de la población. La más beneficiada con un nuevo sistema que ponga en el centro a la persona será la mujer. En esta lucha las mujeres no están solas, toda la sociedad va sumándose a sus reclamos. Es importante que en sus luchas atraiga a su causa a cada vez más gentes, esto implica evitar actos vandálicos, como los que hemos presenciado últimamente que de manera consciente o inconsciente en vez de fortalecer el movimiento lo enfrentan al aislamiento y estigmatización y división. La fuerza del movimiento feminista crece, la mujer juega un papel crucial en todos los movimientos sociales y en el siglo XXI se consolidará nuevamente su rol en la vida económica, política y social del país.