El hogar o la casa que habitamos, al igual que cualquier otra organización, demanda claridad de funciones, asignación de responsabilidades y un líder que asegure la administración de recursos para su operación y funcionamiento. Todos los principios empresariales pudieran estar aplicados al hogar, con la excepción que este último se asocia a lo más valioso que tenemos: la familia y hay cargas emocionales y simbólicas en esta y con sus integrantes.
El concepto de “ama de casa” ha tenido una evolución significativa a lo largo del tiempo producto de los cambios sociales, económicos y culturales. Antes se refería a las mujeres que se ocupaban únicamente de las tareas domésticas y del cuidado de la familia, mientras que los hombres eran los proveedores del hogar y trabajaban fuera de casa. Este rol de las mujeres se mantuvo por muchos años.
Fue a partir del siglo XX con el movimiento feminista que se reconoció la posibilidad de que la mujer podía aportar significativamente en la sociedad y tenía derecho de buscar su realización personal.
Esto vino de la mano con la entrada de la mujer a la universidad y la apertura de espacios laborales para ella. Además, las necesidades económicas del hogar demandaban aportar al mantenimiento de este. A partir de que más mujeres se incorporaron en el mundo del trabajo, cambió la percepción y la realidad del papel tradicional del ama de casa.
Surgieron también el reconocimiento de otras formas de familia, así como la urgencia de educar en “las nuevas masculinidades” en donde se considera una presencia diferente de los roles masculinos en el hogar.
Así, ya no es la responsabilidad única de las mujeres mantener la casa en orden, atender las necesidades de la familia y contribuir con actividades domésticas. Ahora el concepto de “ama de casa” se extiende a otros integrantes de la casa y es menos definido por roles de género. Lo cierto es que, y eso no ha cambiado, no es remunerado y cuando hay hijos, se vuelve un trabajo demandante que no tiene horario, es 24/7.
El trabajo doméstico no remunerado es tema de análisis en las legislaciones en los países. En Ecuador, por ejemplo, y así lo señala explícitamente, forma parte del Producto Interno Bruto.
También hay leyes de divorcio o separación que reconocen el valor económico de este y permiten compensaciones económicas o pensiones alimenticias que toman en cuenta las contribuciones de la ama de casa; ejemplos de esto son México, España y Perú.
Otros países han implementado mecanismos para que las amas de casa tengan acceso a la seguridad social, pensiones, y otras protecciones que habitualmente se otorgan en los trabajos formales.
En Francia, aunque no se les paga directamente a las amas de casa por su trabajo doméstico, existen apoyos financieros para las madres y cuidadoras para ayudar a cubrir los costos relacionados con el cuidado del hogar y la familia. En Alemania las amas de casa pueden recibir apoyo financiero a través de programas que ofrecen un subsidio mensual por hijo. No es un pago directo por el trabajo doméstico, pero es un apoyo económico significativo para quienes cuidan de los hijos.
El concepto se relaciona también con el de las y los cuidadores que se refiere a aquellas personas, que por lo general son las mujeres, que se dedican a la atención exclusiva de los nietos, enfermos, o personas de edad avanzada. En ocasiones, además de ser cuidadores se dedican también a la responsabilidad doméstica del hogar. Se cree que “estar en la casa” obliga a atender todo lo que sucede en su interior. Afortunadamente ya se está trabajando en el diseño de programas de apoyo para esta figura de cuidado.
Lo cierto es que todavía hay familias en donde la mujer además de trabajar y aportar económicamente al hogar sigue siendo la principal responsable del cuidado doméstico del mismo. De igual forma es de reconocer, hay varones que se desempeñan como tal o bien, comparten las responsabilidades de este.
El cuidado de la casa es responsabilidad de todos quienes la habitan.
Referirse a este trabajo de manera despectiva o minimizar la aportación que representa en el funcionamiento social, forma parte del concepto de mujer que se tenga y es discriminación.
Y dada la polémica surgida alrededor del tema, efectivamente tenemos una presidenta que es científica, madre, abuela y ama de casa en un hogar donde seguramente las responsabilidades son compartidas. Y así estamos muchas.
Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com