¿Cuál sería el proceso electoral ideal? Seguramente usted pensará que aquél que sea creíble, confiable, transparente y ágil, lo suficientemente blindado para evitar el fraude. Además, que en su fundamentación jurídica favorezca la representatividad de todos los sectores en diversidad y tamaño, permita la alternancia de poderes, que no privilegie la predominancia de ningún partido y que obligue a los partidos a la rendición de cuentas.
Con áreas de oportunidad, como en todo, el sistema electoral mexicano se ha ido puliendo desde su primera reforma estructural en 1977 y la posterior en 1986. Ha funcionado relativamente bien y sobre todo ha posicionado al INE, su principal órgano regulatorio, con credibilidad.
Ahora, un Andrés Manuel debilitado propone junto con Morena, su partido, una serie de ajustes con miras a las elecciones del 2024. Con el pretexto de un ahorro en las finanzas públicas y de consolidar la democracia de México presentó su anunciada reforma electoral que más bien parece una propuesta disfrazada para el total control político del presidente y por supuesto de Morena. Pareciera que queremos volver a la predominancia de un partido como en las épocas del PRI. ¿Por qué subestima AMLO a la ciudadanía?
Quizá la parte más preocupante es la extinción del INE, para sustituirlo por otro organismo, y la elección por voto popular de consejeros y magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial. A partir de la reforma a la ley, en su caso, se crearía el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas integrado por ciudadanos postulados por los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, los cuales elegiría el pueblo de México de manera directa en el primer domingo de agosto. Además, proyecta una reducción de los consejeros, de 11 que hay en la actualidad a siete, y la eliminación de los órganos electorales estatales y municipales que mucho han ayudado en la ejecución del proceso electoral actual. Los candidatos consejeros harían sus campañas y el pueblo tomaría la decisión; la duración en el cargo sería por seis años. Este enfoque tiene de “ciudadano” solo el nombre pues es totalmente partidista. Es fácil imaginar que los consejeros propuestos tendrán simpatía por Morena quien aprovecharía la vulnerabilidad para el voto para operar la maquinaria de acarreo por dádivas sociales que se le atribuyen al presidente. Además, no garantizaría la competencia profesional de los candidatos.
También se propone reducir el número de diputados y senadores y cambiar el esquema de plurinominales, una medida que limitaría la proporcionalidad en ambas cámaras y la presencia de minorías partidarias. Para garantizar la proporcionalidad, en 1977 se estableció una política al respecto, lo cual al eliminarla equivale a volver a la posibilidad del partido único en el poder y debilitar de esta forma a la oposición.
La propuesta también considera eliminar el financiamiento a los partidos políticos y solamente dejarlo para año electoral; la reducción del costo de las elecciones; la disminución en tiempos de radio y televisión; y la reducción de congresos estatales y municipales. El tema de la propaganda electoral se deja a excepción para que las autoridades puedan “informar” sobre los procesos electorales. Son modificaciones a la legislación a través de 18 artículos constitucionales y siete transitorios.
Tratando de ver lo positivo, entre lo valioso está la eliminación del financiamiento público de las actividades de los partidos y el voto electrónico. Estos cambios aplicarían para iniciando el 2023 justo a tiempo para la elección presidencial del 2024 y representan ahorros por 24 mil millones de pesos.
Va por México en conjunto con los partidos PAN, PRI y PRD presentarán una contrapropuesta de la reforma electoral que contiene: segunda vuelta en comicios presidenciales; eliminar la sobre representación; nulidad de procesos cuando se infiltra el crimen organizado; sancionar uso electoral de programas sociales; y regulación de las mañaneras en tiempos electorales. Propuestas sensatas y viables.
Alejandro Moreno, del PRI expuso acertadamente lo que intuyo es el sentir de la población: “vamos a defender al INE, vamos por una reforma electoral ciudadana que fortalezca las instituciones, el sistema de partidos y la representación”.
Habrá que ver el avance en la discusión, pero la reforma electoral de AMLO debilitado no luce racional; la oposición siempre es indispensable para promover un diálogo constructivo sobre temas del país y favorecer la representatividad en el Congreso. Además, el INE se ha ganado la confianza de la ciudadanía justamente por la neutralidad e independencia demostradas.