Todos tenemos opiniones sobre los sucesos y cosas que acontecen en el entorno. Lo que decimos es producto de información, imágenes, prejuicios y actitudes que varían en intensidad. Las opiniones nos proyectan, contienen emociones y explican la forma de proceder de las personas; refieren la consideración hacia algo o alguien.
Si quisiéramos clasificarlas podríamos hacerlo según la temática, el nivel de información o racionalidad, carga emocional, representatividad de la colectividad u objetivo que persigue, entre otras finalidades.
Aunque caen en el ámbito personal, cuando la persona que la emite tiene una posición de influencia toman relevancia porque pueden reforzar comportamientos, ideas, estereotipos y creencias, o bien, participar en la toma de decisiones de las autoridades. Se toman como “la referencia” con alto valor. Además, impactan no solo por el contenido sino por la forma en que se expresan que siempre lleva carga emocional. Y es justamente cuando tienen este nivel de afectación cuando trascienden al nivel público.
Por ejemplo, hay opiniones que parecieran no estar conectadas con el intelecto y que se dicen como si quisieran proyectar profundidad. Como la de Luis Echeverría cuando siendo presidente de México dijo su famoso “esto no nos beneficia, ni nos perjudica, sino todo lo contrario” o cuando Vicente Fox expresó que “los mexicanos hacen los trabajos que ni los negros quieren hacer” para defender a los migrantes mexicanos en Estados Unidos.
Otras intentan justificar acciones y pueden ser consideradas como irónicamente insultantes como cuando Gustavo Díaz Ordaz expresó siendo presidente de México su orgullo “…del año 1968, porque me permitió salvar al país” para referirse a los acontecimientos de Tlatelolco. O la de Carlos Hank González, cuando fue gobernador de México de 1969 a 1975, cuando dijo “un político pobre, es un pobre político”.
Hay otras que reflejan resentimiento. Cómo olvidar a Paco Ignacio Taibo II, director del Fondo de Cultura Económica cuando dijo: “En último caso (…) va a haber un edicto del presidente nombrandome encargado de despacho (del FCE) mientras sale la ley. O sea, sea como sea, se las metimos doblada”, para referirse a que él dirigiría el organismo con o sin la reforma a la Ley Federal de las Entidades Paraestatales. Expresión vulgar que además es misógina y sexista, por la que tuvo que disculparse públicamente. O cuando expresó: «Si (las empresas) te quieren chantajear, Andrés Manuel, exprópialos. Chinguen su madre. Exprópialos”. Lo vulgar no se le quita.
También recordamos por sus expresiones folclóricas que han generado controversia y humor a Jesusa Rodríguez, actriz de 65 años, quien cubrió a Olga Sánchez Cordero en el Senado durante su gestión en la Secretaría de Gobernación. Más allá de lo “simpático” para muchos son verdades incómodas.
«No debemos olvidar a las hembras de todas las especies que están siendo explotadas por la industria alimenticia de una forma brutal; todas las hembras de todas las especies merecen vivir: las vacas, las puercas, las burras… todas las hembras somos iguales y debemos tener el mismo respeto e iguales derechos. La lucha feminista, si no es antiespecista, no es», dijo.
«Nos trajeron una dieta violenta. La conquista se consumó el 13 de agosto de 1521 con la caída de la gran Tenochtitlán, que además (ese) fue el primer día en que se comieron tacos de carnitas en este país. Los españoles trajeron los cerdos y los mexicanos pusieron las tortillas. Recuerda: que cada vez que te comas tacos de carnitas, estás festejando la caída de la gran Tenochtitlán».
«Festejo que, a una mujer como María Consuelo Mejía, quien, además de ser católica es inteligente, cosa que no es muy común (…), le estemos dando una medalla, a una mujer brillante que ha salvado la vida de muchísimas otras mujeres», dijo desde su escaño.
¿Y la desafortunada opinión de Iván Ruiz García, ex investigador de la UNAM, que definió a los feminicidios como actos de amor?
“Los feminicidios tienen un componente muy pasional […] el feminicidio es un acto de amor, porque la tortura es una pasión del alma […] es un asunto de pasiones del alma […] el feminicidio por más horroroso que pueda ser es un acto de amor y acto de pasiones del alma”, fueron algunas de las declaraciones que hizo y que le costaron, afortunadamente, su puesto como director del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. En otro fragmento de la conversación en la entrevista de radio también señaló que las mujeres que no tienen clase y que son morenas, permiten ser violentadas.
¡Referencia que normaliza, justifica y ensalza la violencia de género! Estas opiniones se salen de toda clasificación, no hay nada que las explique más allá la necesidad de analizar el subconsciente enfermo de quien las emitió.
Todas estas expresiones quedan grabadas en el imaginario colectivo y se vuelven representativas de entornos, carencias o estatura intelectual de quien las emite. Así es que, cuidado con lo que expresa y cómo lo dice.