El mes de marzo nos recuerda la lucha por los derechos de las mujeres en condiciones de igualdad y equidad.
Nos permite hacer memoria de las mujeres precursoras de logros femeninos; de conceptos relacionados como patriarcado, masculinidades, brechas de género, feminismo, androcentrismo, entre otros que generan conciencia y amplían la información; y de movimientos como #MeToo (Yo También), #TimesUp (Se Acabó el Tiempo), #NiUnaMenos, #HeForShe (Él por Ella), #AskHerMore (Pregúntale Más) y #BelieveSurvivors (Cree a las Sobrevivientes) que realizan un activismo intenso en el tema.
Nos permite recordar también a activistas como Simone de Beauvoir, Gloria Steinem, Malala Yousafzai y Rigoberta Menchú; o Hermila Galindo, Lidia Cacho, Rosario Castellanos, Marta Lamas y Elena Poniatowska entre muchas otras mujeres quienes desde sus trincheras han defendido los derechos igualitarios para las mujeres, y han sido inspiración esperanzadora por la lucha en el tema.
No podemos negar que hemos tenido avances significativos en la consecución de espacios de participación y reconocimiento de derechos. En general, hay más conciencia de la perspectiva de género, de la discriminación y desigualdad hacia las mujeres.
Las mujeres hemos aprendido a alzar la voz ante las injusticias, a ser sororas y a participar en espacios que tenían veto para ellas; de igual forma, a ser resilientes y en señalar la urgencia de educar a las niñas y adolescentes a defender sus derechos, cuidar su integridad y vivir en libertad.
Sin embargo, todavía tenemos rezagos considerables. La violencia de género nos duele mucho. Según datos del INEGI de noviembre 2023, el abuso sexual en niñas de 5 a 9 años ocurre casi tres veces más que en los niños, y en el grupo de 10 a 14 años es seis veces más. Actualmente entre diez y 11 mujeres son asesinadas al día, la tasa de impunidad supera el 95 por ciento y tan solo una de cada 10 víctimas se atreve a denunciar a su agresor por miedo y falta de confianza en las autoridades. Todas las cifras que demos en este tema nos quedaremos cortos.
En otros conceptos, el Informe Global sobre la Brecha de Género 2023 del Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés) señala que “aunque la paridad de género en la región (países latinos) sigue una tendencia al alza, todavía hay camino por mejorar, sobre todo en los tipos y la calidad de los empleos de las mujeres. Las mujeres siguen estando sobrerrepresentadas en sectores y empleos caracterizados por salarios más bajos y altos niveles de informalidad, en los que es difícil hacer cumplir la normativa del mercado laboral que prohíbe la discriminación de género y que carecen de acceso a un sistema nacional de protección social. Las mujeres también están subrepresentadas, tanto como graduadas como trabajadoras, en sectores que crecen en relevancia, como las STEM y las energías renovables”
Siguiendo con el WEF, en nuestro país “el ingreso devengado estimado por las mujeres es sólo el 52.3 por ciento del de los hombres”. Es decir, la brecha salarial, según dicho organismo es del 48 por ciento. Y mientras que ellas representan casi la mitad de la fuerza laboral técnica, sólo el 38.5 por ciento de los altos cargos, con los mejores salarios, son ocupados por mujeres.
En el subíndice donde mejor estamos es el de empoderamiento político en el que sólo cinco países están en “paridad plena” en representación política: México, Nicaragua, Ruanda, Emiratos Árabes y, a partir de la edición de este año, Nueva Zelanda.
Y podríamos seguir con datos reveladores, pero quizá también es oportuno recordar líneas de acción que podrían ayudar a disminuir las brechas entre hombres y mujeres.
Ante todo, promover política pública que asegure la aplicación del estado de derecho en la protección, atención a víctimas de violencia, discriminación y sobre todo justicia. Cero tolerancia, cero impunidad.
En las empresas y organizaciones, incorporar la visión de género en contrataciones, salarios, promociones y desarrollo; asegurar condiciones de equidad. Contar con mecanismos puntuales de denuncia de acoso.
A través de las OSC y gobierno, contar con suficientes espacios para el apoyo a víctimas de violencia que ofrezcan resguardo, protección, asesoría legal y atención en temas de salud mental. Apoyo en trámites de denuncia.
En escuelas, evitar la expresión de actitudes y conductas de acoso, violencia y discriminación; promover las nuevas masculinidades; no identificar áreas de estudio o profesión exclusivas para hombres o mujeres y asegurar la inclusión de materiales bibliográficos elaborados por mujeres. Hacer costumbre las referencias a mujeres científicas e investigadoras.
Necesitamos una visión integral y en equidad en todos los temas que nos identifican y unen en la sociedad, siempre, en respeto a la dignidad. Ni una menos.
Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com