El COVID impactó el sistema educativo de todos los países. Por la seguridad de los alumnos, fue necesario además del resguardo domiciliario, llevar la educación a casa con el apoyo de la tecnología. En México se ha hecho un gran esfuerzo para implementarla en el nivel básico.
Con resultados dudosos, los beneficiados son los niños y le comparto mis reflexiones.
La educación en línea no es abrir un chat o tener correo electrónico. Es asegurarse que las condiciones presenciales del proceso educativo han sido diseñadas para que el alumno, con disciplina y claridad en el proceso, las pueda realizar; la evaluación también tiene sus propias condiciones de diseño instruccional.
No solo demanda de computadora y acceso a internet sino migrar el contenido y programas a la modalidad virtual. Además, capacitar docentes y asegurar servicios de tutorado. Por supuesto, una plataforma tecnológica con capacidad de operar contenidos y comunicación con maestros, alumnos y padres de familia.
Hacer todo esto en poco tiempo no fue fácil, sobre todo, en las escuelas púbicas mexicanas. México tiene aproximadamente 37 millones de estudiantes, de los cuales el 70% está en el nivel básico y de estos, el 78% de los alumnos vive en condiciones de pobreza; el resto está en niveles superiores.
Según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2019, se estima en 20 millones el número de hogares que disponen de internet, ya sea mediante una conexión fija o móvil. De los hogares del país, el 44 por ciento dispone de computadora y 92 por ciento cuenta con al menos un televisor.
Simplificando, asumimos que el 50% de los hogares tiene conexión a internet sin asegurar una conectividad eficiente.
El analfabetismo digital, la falta de planificación y la gran diversidad de la educación mexicana, entre otros aspectos, no hicieron fácil la implementación del programa emergente “Aprende en Casa” a través del cual los alumnos se llevaron los libros y reciben acompañamiento de dos horas diarias de TV o radio y mediante plataformas oficiales para seguir con el programa escolar correspondiente.
El apoyo de los padres es indispensable pues para asegurar el cumplimiento de los contenidos y tareas ellos debían trabajar con sus hijos. Es fácil imaginar los problemas presentados. Además de la falta de infraestructura tecnológica en los hogares, no todos los maestros asimilaron la capacitación ofrecida lo cual les generó gran estrés. Los padres, no siempre pueden resolver las dudas pues en el 40% de los hogares, los alumnos tienen un nivel educativo superior a ellos; además han tenido dificultades en subir a la plataforma, las evidencias de avance por no tener las habilidades tecnológicas necesarias. Esto en un país en donde la educación a distancia no es considerada a profundidad en la Ley de Educación.
Es muy dudoso el resultado de esta urgente modalidad en línea implementada. Los alumnos hacen tarea, pero tal vez no aprendan los contenidos escolares. Lo más seguro es que no desarrollarán las habilidades previstas ni aprenderán lo que el programa señala.
Lo que sí es indudable es que los maestros han realizado un gran esfuerzo y es necesario reconocerlo. Así mismo, la Secretaría de Educación hizo un gran trabajo de coordinación.
Pero sin duda, los ganones como decimos en México, son los niños. Ellos, han disfrutado el resguardo domiciliario académico. Sus papás, han estado 100 por ciento involucrados en sus actividades escolares lo que no hacían antes. Además, han jugado con ellos y han ideado actividades para utilizar el tiempo. Han compartido su talento, dedicación y cuidado. Sé de familias que han realizado para sus hijos actividades sensoriales, gastronómicas, artesanales y de cultura con recursos caseros. Los niños felices. Esto también es aprendizaje, fuera del programa escolar, pero es sobre la vida. Los niños han vivido la convivencia positiva de la familia y seguramente, experiencias de apoyo comunitario; posiblemente han participado en actividades espirituales, han advertido la necesidad del consumo moderado y la valoración de la expresión afectiva con la familia ampliada. Han estado enterados de la situación sanitaria que se vive vinculados al entorno.
Sin duda, deberemos de capitalizar todos estos aprendizajes. No importa si no se siguió el programa académico, ya se emparejarán, ellos, los niños, ganaron mucho.
¡Qué maravilla!
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