Ámsterdam, ciudad de hermosos paisajes, con sus canales que invitan a la apreciación de la armonía y con sus zonas turísticas de variedad de restaurantes y alternativas culturales. Es una ciudad que no duerme, que permite la diversidad de expresiones.
Ámsterdam es de ciclovías que se integran a un sistema de transporte eficiente. Recorrer la ciudad bajo la lluvia y el frío hacen el paisaje sombrío y bello, de perfecto equilibrio de luces y sombras. Cualquier toma fotográfica es espléndida.
Amsterdam es la capital de Holanda en donde el 26 por ciento del territorio está bajo el mar y el 70 por ciento de su PIB se produce en zonas de riesgo por inundación. El mar convirtió a Holanda en una potencia marítima y ahora es puntera en ingeniería hidráulica. Los puentes, molinos y estaciones de bombeo son recursos para protegerse de la naturaleza, pero la población ha aprendido a trabajar con ella y a sentir orgullo por lo que tienen.
Todas las ciudades transpiran algo, Ámsterdam transpira pujanza, pero también libertad, diversidad y respeto.
Impacta de sobremanera la casa de Anna Frank y la desgarradora historia que encierra. Pareciera que el trasfondo de dolor y la conciencia de la guerra forman parte de la impronta ciudadana.
Al terminar el recorrido a este museo, hay un mensaje que además de ser el epílogo de la visita bien puede ser un mensaje a la humanidad. He aquí algunos fragmentos:
“Hace mucho tiempo, las personas hicieron un pacto para vivir juntos en paz. Un pacto en el que todo el mundo es libre e igual, donde cada uno puede decir lo que piensa, donde puede haber diferentes opiniones sin problemas, un pacto en donde para todos rigen las mismas leyes. Este pacto funcionó bien y le dieron un nombre: democracia. La gente estaba contenta con este sistema. La democracia es un pacto, la decisión de la gente, quizá no sea perfecta, pero es de la gente. A veces hay quien quiere omitir este pacto, no respetan los valores ni los acuerdos y dañan la democracia. Tratan de callar las voces de los que no comparten su opinión. Ellos no creen que todos sean iguales, ellos apartan a grupos de personas y dicen que amenazan a la sociedad. Ellos no creen en el pacto de paz, de compromiso y colaboración y toman la ley por mano propia. Sus ideas muchas veces no están basadas en hechos, pero igual pueden ser seductoras; estas ideas conllevan al miedo, confusión y discordia. Si bien parecen pequeñas e insignificantes al principio, pueden tener enormes consecuencias, pueden conducir a un sistema en el que un solo grupo decide todo y una sola persona domina sobre todos los demás: Una dictadura. Pero no es necesario llegar a ese punto. Si observas algo así en tu pueblo o ciudad, haz algo al respecto, hazlo solo o junto con otros, tú tienes el poder. Eso es lo que tú puedes hacer, no te dejes llevar por la masa, y no te dejes seducir por ideas antidemocráticas envueltas en bonitas palabras. Es difícil si estás solo, pero puedes ser valiente… Apoya a la gente y organizaciones que favorezcan la democracia… Demuéstrale a todo el mundo que los apoyas. Mira bien en tu entorno, si oyes mentiras o señales de odio, quita esas señales, cuestiónales y entra en diálogo, da un buen ejemplo. Sé crítico…no les creas todo lo que dice…. verifica los hechos e infórmate y sobre todo mantente conectado, en diálogo activo con los demás… Si todos seguimos conectados en paz, podemos solucionar los problemas. La democracia es tuya, es mía, nos pertenece a todas, debemos protegerla, tomarla en serio, debemos protegerla…Para poder vivir en libertad como iguales. Tú eres la democracia”.
Pareciera un credo; y es que las vivencias colectivas nos forman como ciudadanos. Además, compartir los aprendizajes forma parte de un compromiso global de paz y de democracia.
Ámsterdam me hizo recordar Nuevo León. ¿Qué transpira nuestro Estado? Ambiente político de discordia, egolatría y concesiones oscuras; de ciudadanía defraudada. Un Estado cuya historia lo ubica como tesonero, visionario y emprendedor; que destaca por su economía, universidades y organizaciones sociales. Una joya en el país que ahora transpira conflicto e inmadurez emocional política.
Sus bellas montañas son inspiradoras e imponentes, pero son opacadas por la contaminación. Su desordenada vialidad hace impensable, al menos en el presente, la combinación eficiente de diferentes medios de transporte. Y desde luego, con carencia de agua.
Las comparaciones son inevitables sobre todo cuando se tiene el capital más importante para avanzar: la gente. Es lamentable que el gobierno no esté a la altura de su población.
Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com