Trump será el presidente número 47 de Estados Unidos. Llega por segunda ocasión a la presidencia en un ambiente polarizado y con un pasado que incluye 34 acusaciones por delitos graves, una condena, dos casos pendientes, dos juicios políticos y seis bancarrotas.
Sheinbaum y Trump, como líderes de ambos países, tienen pocas afinidades en sus estilos y visiones de gobierno, pero deberán trabajar buscando coincidencias más allá de puntualizar diferencias. Somos socios relevantes para ambos países.
Los dos son nacionalistas, pero de enfoques diferentes. El de Trump enfatiza la superioridad de Estados Unidos. Es proteccionista. Es escéptico hacia instituciones y tratados internacionales que, a su juicio, limitan la independencia de Estados Unidos o no priorizan sus intereses. Sostiene que Estados Unidos es único y debería ser el líder mundial a través de la fuerza económica y militar, no mediante compromisos multilaterales. Promueve el nacionalismo cultural al defender valores que dice son intrínsecamente estadounidenses como el patriotismo y la familia. Considera que los inmigrantes son una amenaza a la identidad americana. «Make America Great Again» (haz que América sea grande de nuevo) es una expresión común en él.
El nacionalismo de Sheinbaum es de tipo social y progresista que busca mejorar las condiciones de vida de los mexicanos. Protege la soberanía nacional en términos de recursos bajo el control del Estado. Defiende la autonomía e independencia nacional sobre la influencia extranjera, aunque valora las relaciones internacionales como una oportunidad de cooperación y desarrollo.
Hay varios temas fuertes en nuestra relación con Estados Unidos. Repasemos algunos.
Migración y frontera. Trump demanda medidas estrictas de control fronterizo; considera la construcción del famoso muro y el endurecimiento de las políticas de asilo. Su exigencia se centra en la reducción de la inmigración ilegal y el aumento de la seguridad fronteriza. Amenazó con imponer aranceles del 25 por ciento a los productos mexicanos, que podrían crecer hasta el 100 por ciento, si no se detiene el flujo migratorio hacia Estados Unidos.
Comercio e Inversión. Aunque apoya el T-MEC, prioriza la industria estadounidense protegiendo empleos y crecimiento económico. Busca reciprocidad estricta. Su política se basa en renegociar acuerdos comerciales, reducir el déficit comercial y asegurar la inversión bajo condiciones que garanticen beneficios claros para Estados Unidos.
Seguridad y narcotráfico. Trump ha sido firme en la lucha contra el narcotráfico, incluso sugiriendo clasificar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas. Ha sugerido un mayor uso de fuerza y presión diplomática para que México asuma más responsabilidad en la lucha contra el crimen organizado.
Justicia social. Aunque no es un tema crítico en la relación, es interesante advertir la diferencia de visiones. Trump no prioriza la justicia social y ha mostrado menos interés en políticas que busquen equidad para minorías y sectores vulnerables. Ya hemos visto cómo se refiere a los latinos y puertorriqueños. Sheinbaum, en cambio, tiene una visión progresista en justicia social, centrada en la reducción de la desigualdad y en la creación de políticas que beneficien a las comunidades más vulnerables. Ha adoptado una postura feminista, impulsando medidas de igualdad de género y derechos de la mujer.
Es interesante también, advertir los estilos de liderazgo de ambos.
El liderazgo de Trump es populista y confrontacional. Es directo, polémico, y maneja la información “a modo”, la manipula, para algunos es mentiroso. Su concepto de la grandeza expresado en “América Primero”, prioriza el nacionalismo para proteger la economía, la seguridad y la soberanía lo cual influye en decisiones sobre comercio, migración y defensa. Pudiera ser intransigente y difícil de negociar. Es bravucón y amenazante.
Sheinbaum tiene un estilo tecnocrático y menos confrontativo. Quizá su formación científica la hagan priorizar las evidencias, aunque su tutor ideológico, AMLO, le enseñó la posibilidad de manipular hechos e información bajo la premisa de “el pueblo manda”; se muestra abierta al diálogo, pero es firme en sus creencias. Su perfil político desafía estructuras e instituciones.
Nuestro actual contexto político mexicano es muy complejo y es necesario arreglar “la casa” para trabajar de manera conjunta y no generar relaciones incómodas que afecten la economía del país. Ya conocemos los puntos álgidos y sobre eso debemos enfocarnos.
El problema, o el desafío, no radica en el estilo de liderazgo ni de Trump ni de Sheinbaum, sino en asegurar que tenemos la capacidad para establecer relaciones internacionales fructíferas que garanticen el respeto a los derechos humanos y el bienestar de la población de ambos países.
Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com