Dicen que no hay quinto malo…pero el sexto puede ser el peor de todos.
El sexto y último informe presidencial de AMLO me pareció erróneo, desarticulado y engañoso. Cerró su sexenio con un mensaje memorable pero no por el recuento de obras durante su gestión, sino por la cantidad de imprecisiones utilizadas.
AMLO utilizó el espacio para, como siempre, agredir a quienes no piensan como él, para calificar los sexenios anteriores como nefastos y para dar una serie de datos inexactos sobre el país. También hubo omisiones.
En su comunicación AMLO ha normalizado insultos y en esta ocasión los refirió como “mercenarios de la información”, “hipócritas”, “oligarcas insensibles”, “minoría rapaz” entre otros.
Además, también como siempre, utilizó el acento revictimizante que estimula la polarización y que aprovecha para agredir. Algunos ejemplos durante el informe: “Lo que quieren los oligarcas es kratos sin demos, quieren poder sin pueblo. Al carajo con eso”. “…ya basta de complejos, porque ni nos vamos a acomplejar ni vamos a permitir que nos sigan acomplejando”, “a pesar de la opresión, del clasismo y el racismo”, “Nos tomó mucho tiempo revertir la decadencia que se produjo con la política neoliberal o neoporfirista”, “Frenar la política antipopular, entreguista y corrupta que se había impuesto y legalizado por el predominio de un poder oligárquico con apariencia de democracia” y “Palabrejas que se inventaron durante el periodo neoliberal”, fueron algunas de las expresiones utilizadas.
También fue cínico, “Mañana nos van a criticar, pero es muy divertido, porque como se enojan tanto (los neoliberales), hacen hasta el ridículo, lo digo con todo respeto, y no podríamos vivir tan aburridos”.
Y afrentoso hacia Estados Unidos al señalar con actitud retadora “¿Cómo se explican de que nosotros no tenemos lo que lamentablemente padecen nuestros vecinos, que por el consumo del fentanilo tristemente pierden la vida 100 mil jóvenes cada año? Nosotros no tenemos esa adicción”, expresó.
Sus otros datos que además de que no reflejan la realidad que vivimos, carecieron de toda lógica. Algunas afirmaciones fueron insultantes como decir que “Cada mes salen de la pobreza 100 mil mexicanos…”; o que “El programa de la canasta básica de 24 alimentos, que de mil 339 pesos ha disminuido a 800 pesos…”
El remate de exageración fue decir: “(El IMSS-Bienestar) este sistema de salud pública ya es más eficaz en el mundo. Dije que iba a ser el mejor, que iba a ser como en Dinamarca. No, no es como en Dinamarca; es mejor que en Dinamarca”… y señalar que “A diferencia de lo que sucedía en los gobiernos neoliberales, ahora no se reprime al pueblo, no se ejecutan masacres, no se tortura, no se desaparece a nadie, no se tolera la violación de los derechos humanos y tampoco existe un narco-Estado como el que se configuró en el sexenio de antepasado”.
AMLO fue más allá de las mentiras, manipuló la información para describir el país que en su imaginario existe y que, lamentablemente gran parte del pueblo le cree.
En síntesis: información “a modo” cargada de insultos; en donde lo no dicho con palabras equivale a enojo y resentimiento. Fue un informe que privilegió el auto elogio y la falta de transparencia. Con referencias incitantes a la polarización social.
Como ciudadanos, merecemos respeto y tenemos derecho a conocer los verdaderos datos. Su investidura demandaba un mensaje diferente, para todas y todos los mexicanos, no solo para quienes lo aprueban, un informe que pudiera dar certeza a la actualidad que vivimos ante las posibles reformas judiciales.
Pero AMLO consiguió lo que quería: la asistencia de más de 20 mil asistentes que aplaudieron mucho de los 125 minutos de discurso, y la aprobación, totalmente inducida, de sus iniciativas de reformas en la encuesta a mano y voz alzada que realizó.
Sin duda, fue un sexenio cargado de polarización, posverdad y populismo. Nos deja un país en crisis en diferentes frentes.
Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com