Tenemos una fea costumbre de poner etiquetas a las personas. Las identificamos por su color de piel, origen, forma de ser o comportamientos; les asignamos apodos que la mayor parte de las veces son despectivos y motivan a un tratamiento desfavorable, en perjuicio de quienes los reciben.
En México tenemos términos en relación con el color de piel y/o comportamiento: prieto, indio, naco, negro, gato, pipiris naise, chairos, jotos; otros que atribuyen características físicas, ideología u origen como: enano, comunistoide, ranchero, ruco.
Uno más que se incorpora a la lista es whitexicans para referirse a una condición que combina el color blanco de piel, la nacionalidad mexicana y un estilo de vida con lujos y privilegios; pudiera equivaler en cierta forma a fifi o a fresa. La palabra es de origen desconocido, aunque ya hay literatura suficiente al respecto. Al parecer surgió en el 2018 a través de una cuenta de Twitter para hablar de los mexicanos blancos con estilo de vida ostentoso.
Los administradores de esta cuenta, que prefieren el anonimato, señalan que lo hicieron para reírse de sí mismos, algo así como lo que hacía Luis de Alba con “el pirruris”. Son mexicanos que viven con lujos y que no son morenos ni prietos. Son personas que «presumen de sus privilegios, ya sean económicos, profesionales o educativos, además de discriminar a aquellos que no pertenecen al círculo; representan a ese sector privilegiado de la sociedad que no conoce la realidad del país, que viven en una esfera y cree que todos los mexicanos tienen las mismas oportunidades” señaló uno de sus creadores.
A los whitexicans, se les critica por su estilo de vida exhibido con humor u orgullo; en varias cuentas de Twitter como @LosWhitexicans, hay mensajes de quienes se enorgullecen de serlo, pero también agresiones evidenciando el clasismo o lo que algunos denominan el racismo inverso.
El 20 de junio pasado, la periodista y doctora de Harvard, Viridiana Ríos, publicó una infografía titulada “los privilegios de ser whitexican” en la que señala que las personas de tez blanca llamados ‘whitexican’ tienen más privilegios y oportunidades en el ámbito laboral y educativo contrario a personas de tez morena u oscura. Señaló a México como ‘un país clasista y racista’ dado que el éxito no solo se debe a los méritos sino al color de la piel. A esta publicación hubo muchas reacciones en redes sociales, la mayor parte con molestia o ataques a la escritora.
Algunos académicos han estudiado las desigualdades económicas y discriminación en función al color de la piel. Según la Encuesta de Movilidad Social 2015, el Módulo de Movilidad Social Intergeneracional 2016, y la Encuesta de Movilidad Social 2017, conforme a su terminología de clasificación, el 88 por ciento de la población mexicana se identifica morena y el 12 por ciento con tono blanco de piel. Entre los morenos, predomina el tono claro con un 36 por ciento.
Así pues, la gran mayoría de los mexicanos son morenos; la escolaridad promedio de la población con tono de piel claro es mayor; la población con menores ingresos está integrada, en mayor proporción, por personas con un tono de piel moreno oscuro; así mismo, son más susceptibles a tener mayores índices de desempleo y peores condiciones de salud y escolaridad; su nivel de movilidad social es bajo.
El tema de los whitexicans motivó a profesionales y famosos como Yalitza Aparicio, Tenoch Huerta y Fátima Molina entre algunos, a realizar un movimiento social que busca reivindicar el color de la piel. Bajo los hashtags #PoderPrieto y #DondeHayPrieturaHaySabrosura, promueven mensajes en contra de los estereotipos, en busca de igualdad de oportunidades y espacios.
Aunque desigualdad y discriminación van de la mano, con los whitexicans no es así. El término no es despectivo como lo puede ser indio, prieto o negro; se considera clasista. Es una versión humorística de crítica social al clasismo y confirma la desigualdad en el país que se relaciona con educación, oportunidades y empleos. Pero esto no es nuevo, el sistema de castas existió en la época de la colonia cuando se organizó a la sociedad según la raza.
La discriminación es un problema histórico que persiste a nivel cultural y se expresa en narrativas, comportamientos y dinámicas sociales. Existe en todas partes y en todas las épocas, y lo que es peor, es un problema de estructura cultural que se transmite entre generaciones.
El problema de ser whitexican o indio o prieto o naco es buscar un beneficio de las diferencias, hacer uso de los privilegios, y no hacer nada para enmendar el error.
Es momento de dejar de fiscalizar el tono de piel, rasgos biológicos o comportamientos, y dejar de reproducir prácticas discriminatorias.