La llegada de TESLA a Nuevo León es una excelente oportunidad de crecimiento y bienestar. Sin duda representa derrama económica, empleabilidad y mayor competitividad para el Estado; será una cadena de valor para entrar en las grandes ligas internacionales y un estímulo para mayor desarrollo. Entre las buenas noticias, el dueño, Elon Musk, considera instalar otras plantas en el centro del país. Un bálsamo para nuestra economía que necesita inversión e incorporación de innovaciones tecnológicas.
La insólita injerencia de AMLO, para que se ubicara cerca del aeropuerto Felipe Ángeles, con la excusa de la falta de agua en Nuevo León (junto con la amenaza de no dar los permisos necesarios), no tuvo efecto porque afortunadamente, prevaleció el ojo empresarial y los estudios de factibilidad correspondientes. Al presidente se le olvida que la función del gobierno es otorgar todas las facilidades para que los mecanismos productivos y del empleo funcionen. En pocas palabras, “mucho ayuda el que no estorba”.
Nuevo León es una de las joyas de la corona. Concentra 213 grupos empresariales entre los cuales están las grandes corporaciones de impacto nacional e internacional. Su aportación al PIB nacional, del 7.6 por ciento, lo ubica en el tercer sitio después de la Ciudad de México y el Estado de México. Es la segunda entidad con mayor captación de inversión extranjera directa con el 10.7 por ciento del total nacional según la página de gobierno. Tiene excelentes universidades y sobre todo una cultura de trabajo arraigada en toda la población. La gente regia trabaja 24/7 y su visión es emprendedora. Desde la historia ha demostrado su capacidad para superar las adversidades en su desarrollo. Además, la cercanía con la frontera le suma atractivos para el mercado internacional.
La Gigaplanta de Tesla que se espera esté terminada en este 2023 será un mecanismo de presión para ejecutar acciones que respondan al impacto que esta empresa tendrá en Nuevo León.
Es lógico pensar que el Estado será más atractivo para atraer profesionales y operarios que puedan trabajar en la empresa lo cual equivale a incrementar la densidad poblacional; se habla de 35 mil nuevos empleos directos e indirectos producto de una inversión inicial de 5 mil millones de dólares y la producción de un millón de vehículos eléctricos para una meta anual de 20 millones. Un extraordinario estímulo para el empleo.
Santa Catarina será el municipio que recibirá un alto flujo vehicular. De ahí la necesidad de contar con un sistema de transporte eficiente y vialidades óptimas. De igual forma, garantizar el manejo ambiental de la nueva dinámica urbana y la seguridad de la población, temas álgidos en la actualidad. Por supuesto, también asegurar la proveeduría de energía, agua y otros insumos que la empresa requerirá.
Habrá impacto en vivienda, escuelas, servicios médicos, restaurantes y comercios en general. Hasta el sector cultural se verá beneficiado al tener mayores posibilidades de exposición. La capacidad de respuesta de los proveedores, que ojalá estimule nuevos negocios, requerirá también mecanismos de gobierno efectivos. Ojalá que los trámites burocráticos no limiten ni el flujo comercial ni el de los otros procesos asociados.
Tenemos mucho rezago en los temas anteriores, desafíos fuertes para tener un crecimiento ordenado y sustentable.
Las universidades y la garantía de pertinencia de sus programas es el punto menos preocupante. Nuestras instituciones de educación superior cuentan con los recursos necesarios para responder en tiempo y forma con las adecuaciones que se puedan requerir en los planes de estudio, así como con el surgimiento de nuevas carreras. Tesla será recipiendaria de egresados de calidad y de proyectos reales de la academia que, sin duda, generarán círculos virtuosos de excelencia y calidad educativa.
Sin duda, habrá una nueva forma de vida y trabajo en el Estado.
Sin embargo, es inevitable pensar en los sectores vulnerables, específicamente en el sur del Estado que contrasta drásticamente con el nivel de desarrollo de Monterrey y la zona metropolitana. No olvidemos que detrás de todos los indicadores numéricos están las personas.
La filósofa Martha Nussbaum cuestiona la equivalencia que se realiza entre «progreso», «riqueza» o «desarrollo» como incremento del PIB de un Estado. Sin duda es un buen indicador, sin embargo, siguiendo a la filósofa, “la auténtica riqueza o progreso de un país sólo puede plantearse centrando la mirada en el bienestar que poseen los individuos concretos de dicho Estado, revisando si existe justicia social, si todos y cada uno de los sujetos gozan de unos mínimos de calidad de vida y si no se limitan a sobrevivir, sino que disfrutan de lo que podríamos llamar una vida decente”.
En ese paradigma, como pilar central, se halla como fundamento una teoría de la justicia, que pone énfasis en una lista de las capacidades que parece razonable suponer que componen las condiciones mínimas de una vida digna con carácter universal: La vida misma; la salud física; la integridad corporal; los sentidos, la imaginación y el pensamiento; las emociones; la razón práctica; la adscripción social o afiliación; la relación con la naturaleza y otras especies; el juego y el control sobre el propio medio.
Las capacidades –dice la autora– no son simples habilidades residentes en el interior de una persona, sino que incluyen también las libertades o las oportunidades creadas por la combinación entre esas facultades personales y el entorno político, social y económico.
Veamos a Tesla como una oportunidad de generar un futuro integral y sostenible para todo Nuevo León en concordancia con la calidad de vida desde la dignidad humana.
Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com