El término saborizante natural o aromatizante natural significa cualquier producto de material vegetal, animal o producto de la fermentación de los mismos, cuya función importante en los alimentos es saborizar, no aportar nutrientes.
El problema es que las regulaciones no son nada claras y la ley no obliga a las empresas a declarar exactamente cuáles son los ingredientes que lleva un saborizante artificial o natural. Por ejemplo, un saborizante natural puede contener ingredientes que han sido genéticamente modificados (GMO).
Por más que un saborizante natural provenga de una fuente natural, en el proceso se añaden solventes, emulsionantes, modificadores de sabor y conservantes y todos estos químicos constituyen del 80 al 90% de la mezcla final.
¿Entonces, son los saborizantes naturales mejores que los artificiales? Los sabores artificiales se sintetizan en un laboratorio normalmente utilizando productos derivados del petróleo. Pero los saborizantes naturales y artificiales son exactamente las mismas moléculas. ¡Y esos “sabores naturales” en realidad pueden contener químicos sintéticos!
El hecho de que McDonald’s agregue «sabor natural a carne» a sus papas fritas y que este sabor provenga del trigo y la leche puede plantearte algunas preguntas.
Podrías pensar por ejemplo que el saborizante natural de cereza proviene de las cerezas, pero no, proviene de una planta totalmente diferente y de una serie de sustancias químicas que hacen que tu cerebro piense que es cereza.
Las empresas de alimentos agregan saborizantes a sus productos para vender más, haciéndolos saber realmente bien, dando un falso sabor de frescura incluso cuando tienen mucho tiempo en los estantes, y para darle un sabor más fuerte que el de la comida real por un corto período de tiempo, para que cuando el sabor desaparezca, te dan ganas de comer más. En otras palabras, los saborizantes se crearon para volvernos adictos a los productos que venden.
Uno de los peores tipos de saborizantes naturales en el mercado son los subproductos naturales del glutamato, que es simplemente otra forma de decir glutamato monosódico.
En la década de 1960, los productores de alimentos estadounidenses descubrieron cómo utilizar bacterias modificadas genéticamente para fermentar el ácido glutámico y sintetizar un emocionante sabor sabroso llamado «umami», extraído originalmente de algas marinas en la cocina japonesa. Glutamato monosódico (MSG) o «ácido glutámico procesado libre» nació y fue aprobado por la FDA como un «saborizante natural». Con el MSG, incluso los alimentos más desagradables y rancios se volvieron deliciosos. Surgieron nuevos productos enriquecidos con MSG, como salchichas, carnes curadas, hamburguesas de pollo de comida rápida, cubos de caldo, caldos instantáneos, fideos ramen e incluso polvos proteicos.
El Glutamato Monosódico es considerado una excito-toxina, un tipo de sustancia química dañina que engaña a nuestro cerebro para que coma en exceso y crea adicción. Su consumo se ha vinculado con antojos de comida, adicción alimentaria, obesidad, lesiones cerebrales, migrañas, degeneración nerviosa, trastornos endocrinos y daño a la retina.
Cuando los alimentos se pasteurizan por motivos de seguridad, muchos de los químicos volátiles se pierden, y con eso el sabor también, así que para devolverle la “frescura” como al jugo de naranja, por ejemplo, es esencial agregarle saborizantes que engañan a tus papilas gustativas y receptores olfativos, haciendo que crean que estás disfrutando de jugo de naranja fresco, aunque en realidad podría ser bastante antiguo, sin contar que no aporta ningún nutriente.
Castoreum, un “saborizante natural” que sabe a fresa y vainilla, que usualmente se añade a los helados, pudines y otros postres, proviene del saco de ricino de los castores. ¿Qué es un saco de ricino? Ubicado en el trasero de los castores, este saco almacena el spray que usan estos animales para marcar sus territorios y generalmente se mezcla con secreciones de las glándulas anales y orina. Otro ejemplo, conocido como “cola de pescado”, a menudo se agrega a la cerveza y los vinos y proviene de las vejigas de los esturiones.
Los efectos secundarios de los saborizantes, sean naturales, orgánicos o artificiales son muy peligrosos para nuestra salud y basta hacernos la pregunta, ¿por qué deberíamos agregarle un saborizante a nuestra comida?
No basta con simplemente confiar en las etiquetas que indican «Saludable», «Orgánico» o «Natural»; siempre es necesario revisar la lista de ingredientes de cada producto que compramos.