Hoy en día gracias a la ciencia sabemos que el ayuno no solo nos sirve como momento de reflexión y fortalecimiento espiritual, sino que tiene beneficios para nuestra salud.
El ayuno, practicado en diversas formas, es un ritual arraigado en las principales religiones de Occidente, como el islam, judaísmo, cristianismo, budismo e hinduismo. Aunque las religiones comparten similitudes en esta práctica, su origen se remonta a tradiciones humanas desde la prehistoria, mencionadas en textos sagrados como el Upanishad hinduista, la Biblia, el Corán, el Talmood judío y el Mahabarata indio.
Aunque es difícil de determinar el momento exacto en que surgió la tradición de ayunar como símbolo religioso, hay evidencias de la práctica de la abstinencia en algunas tribus nativas de Norteamérica, la antigua Grecia y el Perú precolombino. Estas culturas ya relacionaban la interrupción de una experiencia básica para el cuerpo humano, como es la alimentación, con la elevación del pensamiento hacia la espiritualidad.
El ayuno no sólo hace que fortalezcas tu mente y espíritu, además hace que tu cuerpo queme grasa, sane tu intestino, desintoxique y mejore tu estado de ánimo, sino que también es la mejor manera de reducir la inflamación.
Ayunar desencadena además un proceso regenerativo natural llamado autofagia. Esta palabra deriva del griego y se traduce como “comerse a uno mismo”. Podríamos decir que las células se suicidan, es decir, se descomponen y reciclan sus propios componentes. Así, se destruyen proteínas viejas, dañadas o anormales, y otras sustancias en su citoplasma (líquido en el interior de la célula). Por ejemplo, después de una infección mediante el proceso de la autofagia podemos eliminar los virus y bacterias.
El ayuno además mejora la salud cardiometabólica al disminuir la presión arterial, la resistencia a la insulina y el estrés oxidativo. Los niveles de colesterol y triglicéridos de lipoproteínas de baja densidad también disminuyen. Ayuda a regular el apetito y la diversidad de la microbiota intestinal.
Piensa en esto: cuando ayunas, tu cuerpo toma energía que normalmente usaría para digerir los alimentos y la redirige hacia la curación y la reparación. Esta es la mejor manera de restablecer el equilibrio de tu sistema inmunológico y de todo tu cuerpo. Todo recobra balance.
Puedes realizar un periodo prolongado de ayuno consumiendo únicamente agua con electrolitos, agua con limón, infusiones de hierbas, también puedes hacer una versión menos drástica consumiendo solo caldo de huesos y luego optar por el ayuno intermitente como estilo de vida para mantener sus beneficios.
Durante el proceso de limpieza, no sólo se purifica químicamente tu cuerpo, sino también tu mente. Recuerde que varias culturas y religiones utilizan el ayuno como forma de limpieza espiritual fortaleciendo además la voluntad. Mente sobre cuerpo.