Si “la fe mueve montañas”, como está escrito, entonces la devoción sobrevivirá al internet. El peregrino de hoy, en México, tiene un nuevo nombre: “ciberperegrino”.
No le faltará a la Vírgen De Guadalupe en su día, 12 de diciembre, el rezo y la pleitesía de sus más devotos seguidores, pero habrá de llegarle a teledistancia, como se dice ahora.
Uno de los recuerdos más intensos de mi niñez ocurrió durante un viaje familiar a la Ciudad de México y la visita indispensable a la Basílica de Guadalupe, mucho antes de que el nuevo templo fuera construido.
La gente caminaba cuadras y cuadras, a lo largo de la Calzada de Guadalupe, para entrar finalmente al templo; una parte de ese peregrinaje lo hacían de rodillas algunos hombres y mujeres.
Sí, de rodillas, y eso se quedó grabado para siempre en mi mente. El dolor visible en los gestos, los pantalones y faldas ensangrentados en la zona de las rodillas por el golpe de la piel contra el pavimento.
Así pedían los peregrinos, así pagaban una manda. Una devoción profunda los impulsaba a hacer cualquier sacrificio, con tal de ofrecer algo a la Morenita para que ella intercediera en su favor y se le otorgara la petición o se hiciera el milagro.
Ese recuerdo me viene a la cabeza cada vez que leo, año con año, en el 12 de diciembre, que serán millones los mexicanos que acudirán al Santuario al pie del cerro del Tepeyac en el día de la Guadalupana.
En este 2020, se esperaba la visita de nada menos que 10 millones de mexicanos, casi todos ellos concurriendo el mero día 12 de diciembre, un verdadero mar de gente que hoy, a la vista de la emergencia sanitaria que padecemos, parece no sólo inconveniente e inoportuno, sino sumamente peligroso.
Ante el enorme riesgo que eso implicaba, las autoridades de la CDMX y el Rector de la Basílica decidieron mantener cerrado el templo del 10 al 13 de diciembre. La Arquidiócesis de México pidió a los guadalupanos adelantar o atrasar para otros días la visita a la Vírgen, dando validez a una visita extemporánea, es decir, que no sucediera el 12 de diciembre.
Además, y esto es lo novedoso de este año, se abrirá la señal por internet de la misa que se celebra a la medianoche del 11 de diciembre y en la que se acostumbra cantar “las mañanitas” a la Guadalupana por parte de cantantes y mariachis.
Para las personas de cierta edad y condición de salud, la prudencia aconseja convertirse en ciberperegrinos, para desde casa seguir la liturgia a detalle y volcar a la distancia su devoción.
Tiempos modernos, ni duda cabe, y tiempos diferentes. ¿Se demerita con ello la devoción? ¿Pierde fuerza la petición por no caminar de rodillas al Santuario? No lo creo así, al contrario, me parece que esa devoción sigue más viva que nunca si busca y encuentra las formas de evadir el riesgo de coronavirus y, al mismo tiempo, encontrar alivio para su espíritu.
No es menos peregrino un “ciberperegrino”, es lo que quiero decir. La forma de llegar y postrarse ante la Virgen puede ser distinta, caminando o conectándose a la red, pero no pierde un gramo de su fuerza.
Mostrar ante la Guadalupana la capacidad de adaptarse y cuidar la vida propia y la de los demás al acudir a ella mediante el internet, será más placentero a sus ojos, estoy seguro, que arriesgar la vida en medio de una pandemia con la presencia física ante el altar.
Sus bendiciones descenderán también sobre los “ciberperegrinos”.
Felicidades en tu día, Morenita del Tepeyac.