La designación de Mirtha Vasquez y los cambios en el gabinete fueron un paso necesario del gobierno Castillo frente a la inminente crisis que se iba a desatar como producto del enfrentamiento entre el Ejecutivo y el legislativo luego de que el polémico Guido Bellido se viese interpelado no solo a vinculaciones a apología al terrorismo, sino también a acusaciones de agresión en las que un juzgado determinó que Bellido Ugarte pase por terapia psicologica obligatoria.
Sin embargo, pese a la determinación de Castillo al mencionar que “ninguna ideología se pondrá por delante del Perú”, parece que la política partidaria continúa siendo una consigna para Perú Libre, el partido que permitió que Pedro Castillo participara de las elecciones presidenciales de este año. Luego de una extensa asamblea y a través de distintos comunicados la bancada de gobierno oficial decidió no apoyar las decisiones tomadas por el actual gobierno y por el contrario han anunciado que no darán el voto de confianza al nuevo gabinete propuesto por tratarse de una decisión “individual” propuesta por Castillo en la que hay un “giro hacia el centro derechismo”, por lo que optarán por la reconformación del partido, así como expulsiones y revanchismos frente a lo que ellos han catalogado como un “gabinete caviar”.
Esta posición no solo es anunciada por Cerrón y Bellido, sino es una invocación total al partido con la finalidad de cerrar el paso a cualquier puente que pueda extender el ejecutivo con el establishment peruano, y por el contrario, lo que se espera es que las decisiones que se tomen en adelante para el gobierno emanen de la unidad del partido de Cerrón, por lo que explícitamente se le está pidiendo al presidente que no gobierne: que no sea un presidente en pro de una política partidaria improvisada que satisfaga los caprichos (o acuerdos) de un personaje que no ha sido elegido por voto popular y, por el contrario, representa una ala de corrupción pública que a la fecha tiene una sentencia firme por el mismo delito.
Estos movimientos nos revelan que Castillo está marcando un camino diferente frente a las decisiones partidarias de Cerrón, y aunque eso en muchos aspectos significa un cambio positivo para el bien común de todos los peruanos, no deja de levantar preocupaciones frente las psibles arremetidas que dé el partido frente a un gobierno que considera ilegítimo. Actualmente, la gobernabilidad se ve afectada por dos fuerzas grandes que, esperemos, puedan encontrar un punto medio en el que sea posible que la agenda del país se priorice y los problemas urgentes puedan ser atendidos. Como se ha mencionado anteriormente, el costo de la corrupción y la convulsión política es alto, y la factura la pagan diariamente miles de peruanos que ven sus oportunidades truncas a consecuencia de la mala gestión política de un país que aún espera soluciones.