En 1936, las Olimpiadas tuvieron su sede en Alemania, específicamente en Berlín, en un contexto donde el dictador nazi Adolf Hitler había tomado control total sobre el país europeo y veía estos juegos como una oportunidad de demostrar el poderío y la superioridad de la Alemania Nazi sobre los demás países. Ante este suceso, Estados Unidos y otras democracias de occidente comenzaron a cuestionarse si era correcto apoyar un evento organizado por un régimen imperialista como era el de Adolf Hitler.
El problema de esta decisión por parte de los Estados Unidos es que sus razones significaban una contradicción: retirar el apoyo a los Juegos Olímpicos Berlín 1936 por los crímenes racistas y discriminatorios de Adolf Hitler cuando en el país americano todavía permanecían las leyes “Jim Crow”, políticas estatales impuestas por una élite que regulaban el acceso a empleo, salud y educación de la población afroamericana.
Los atletas afroamericanos que representaba EEUU, entre ellos el legendario Jesse Owens, pensaban que condenar el racismo de la Alemania Nazi habiendo una discriminación generalizada en su país, resultaba ser una hipocresía. Sin embargo, después de un acuerdo entre el Comité Olímpico y los participantes, decidieron participar en los Juegos.
Ese año, contrario al objetivo inicial de Hitler, él que demostró superioridad y poderío fue Owens, que ganó cuatro medallas de oro en las pruebas de 100 metros planos, 200 metros planos, salto de longitud y carrera de relevos. El mito cuenta que Hitler quedó bastante furioso con la participación de Owens ya que consideraba que “cualquier persona que tuviera antepasados provenientes de la jungla” debía ser eliminado de los Juegos Olímpicos. Lo real es que ese año, Owens se convirtió en una leyenda para las Olimpiadas y hasta la actualidad, muchos expertos lo consideran como el mejor atleta de la historia.
Casi 85 años después, se prende nuevamente la antorcha de los Juegos Olímpicos. Esta vez la sede será en Tokio, Japón, un país que también tuvo que pasar episodios de discriminación a lo largo de su historia, pero siempre tuvo la valía para recomponerse y volver a reconstruirse como nación. Afortunadamente, hoy el mundo es diferente, existe más consciencia alrededor de los problemas de la discriminación y el racismo. Los discursos de inauguración promueven la equidad y la inclusión y los atletas se pronuncian constantemente sobre estos temas.
Quedan aún, muchas cosas por mejorar para que el evento deportivo más importante del mundo alcance a todas las poblaciones independiente de su género, raza, color o religión, pero el camino es el correcto. Cada salto, cada lanzamiento, cada aliento de carrera, cada llama de fuego que se posa en la antorcha tras cuatro años, es un paso para demostrarnos que la meta no está tan lejos.