Creo que no es tan fácil encontrar a alguien con quien podamos compartir nuestros pensamientos, ideas, temores y entre otras cosas. Creo que es lo más difícil que uno puede hacer, aún más cuando no estamos acostumbrados a contar nuestros problemas o no tenemos esa facilidad de expresar lo que sentimos.
Si contamos a alguien nuestros asuntos podemos preguntarnos: ¿lo estaré molestando? ¿realmente le importa lo que estoy diciendo? ¿por qué estoy contando esto? Si nos cuestionamos esto, creo que ya es un gran avance. Es una señal de que algo anda mal o con esa persona o con nosotros mismos, porque creo que contar nuestro día es un acto de cariño o amor y si, no lo sentimos recíproco, es por algo.
Y no, no estoy hablando de una pareja. Me refiero a lo importante que es hablar y ser escuchado, así sea un hermano, padre, madre, tía, amiga, etc. Pero no todo es perfecto. Y los espacios en los que creemos que debemos de recibir la atención o consejos que necesitamos no siempre son los más adecuados o no tienen las herramientas apropiadas para abordar algún problema en específico.
La OMS ha compartido que uno de los trastornos mentales más comunes es la depresión y afecta a más de 264 millones de personas. Y casi nadie está hablando de esto, de la otra pandemia. No parece tan complicado, pero hablar es el primer paso, porque así nos damos cuenta de las precariedad que existe en el sistema de salud respecto al tema, que no han sido subsanadas año tras año. Al contrario, se acumularon con otros problemas y ha dejado a la salud mental como un eslabón que en algún momento habrá que prestarle atención. Lo lamentable es que no solo sucede en el estado, sino en nuestro entorno. Por eso, es que insisto en cada conversación que tengo que es necesario hablar, quizá no con las personas que conocemos sino con un especialista.
Ahora, las preguntas que nacen es ¿y si no me ayuda? ¿y si no me entiende? ¿Voy a perder mi plata? Bueno, como muchas cosas en la vida, creo que lo primero es intentarlo y, a veces, no le atinamos a la primera.
No creo que exista el psicoterapeuta perfecto, pero sí confío que podemos hacer match con alguno, aunque no sea el primero.