Hablar de esta enfermedad es hablar del privilegio que es acceder a una cita con algún especialista de la salud mental en el Perú. A esta problemática, se le suma las características de la atención en un centro de salud público, que, en ocasiones, lamentablemente, tiene como consecuencia que el paciente deje de asistir a sus consultas, no siga con un tratamiento o, en el mejor de los casos, busque un consultorio de atención privada. Además, cada paciente tiene que llevar el peso del estigma que puede existir con respecto a los trastornos mentales.
Según el informe del Plan Nacional de Fortalecimiento de Servicios de Salud Mental Comunitaria 2018 – 2021, la relación de psiquiatras está en 1.4 por cada 100 mil habitantes, los cuales el 72.3% de ellos están concentrados en los hospitales psiquiátricos de Lima. En cuanto a psicólogos, la relación asignada es de 10 por 100 mil habitantes. Estas cifras corresponden al servicio de salud público, lo cual resulta preocupante, pues significa que no todos los peruanos tendrán acceso a un derecho fundamental de la salud.
Una problemática adicional es que no es gratis, pues tiene un costo de 12 soles, pero es menos en comparación a un consultorio privado, el cual varía entre los 50 a 180 soles, según la investigación de la plataforma periodística Salud con Lupa, publicado en febrero de 2020. En este punto también es necesario señalar que el seguro privado no cubre la salud mental. En la misma investigación de la plataforma, señalan que las pólizas de seguro excluyen los trastornos mentales, a pesar de que la ley de salud mental, promulgada en mayo del 2019, indica que debe de hacerlo. Esto no solo ocurre en Perú, sino en diversos países de América Latina.
Un peso, quizá mayor, a todo ello, son los estigmas. Cuando una persona habla del tema, a veces, se escuchan frases como “Tú puedes”, “no te dejes vencer por eso “o “¡Dale! Fuerza de voluntad”. Se confunde el término al pensar que estar triste es igual a estar deprimido y no es así. Como cualquier enfermedad, necesita tratamiento. Y podemos ponerlo así: la diabetes no se cura con frases y la depresión no significa solo estar triste.
Por eso, hay que hablar de depresión, o de cualquier trastorno mental, porque existe mucha desinformación y diversos estigmas. Hay que hablar de salud mental porque es nuestro derecho.