Estamos perdiendo, y esa es la triste realidad. Esta semana, el nuevo informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) nos mostró una dura verdad: el cambio climático está avanzando tan rápido que nuestro planeta y nuestra propia humanidad están perdiendo la carrera para adaptarse, para sobrevivir, y esta conclusión fatal no proviene de un país o una agenda política, sino de 270 investigadores de 67 países.
Lo hemos visto en todas partes y ha llegado a un punto en el que esto es dolorosamente claro. Una sequía severa ha llevado a la escasez de agua y cortes de electricidad para millones de familias latinas en el oeste. Aumento en el número de trabajadores latinos en las salas de emergencia después de una insolación aguda en días de calor extremo. Incendios climáticos impulsados por sequías y olas de calor más frecuentes y largas. Aumento del nivel del mar que amenaza rápidamente a las comunidades costeras y huracanes más destructivos que ya están generando miles de refugiados climáticos.
Aunque sería mejor pensar que esto es una coincidencia, la realidad es que no lo es. Cuando se trata de nuestros hijos, familias y su futuro, el informe de IPCC enfatizó algo que ya no nos podemos dar el lujo de ignorar: 13 millones de personas en el mundo han sido desplazadas por eventos climáticos extremos y los siguientes seremos nosotros, ya sea hoy, mañana, el próximo mes, o en los próximos cinco años, llegará de una manera u otra. Ya sea con el aumento de precios en los supermercados porque es mucho más difícil cultivar alimentos en medio de una sequía, o en nuestros empleos porque será físicamente imposible trabajar afuera, o porque no podremos respirar con tantos incendios climáticos, que arderán más cerca de nuestros hogares que de cualquier otro.
Esta es una fuerte llamada de atención y la prueba más evidente de que retrasar una transición sumamente necesaria hacia la energía limpia, -la cual nos ayudará a reducir las emisiones a la mitad para 2030 y a frenar el ritmo del calentamiento global y el cambio climático-, es un error grave e increíblemente miope, uno que ya ha comprometido por décadas la salud de las comunidades que se encuentran cerca de las instalaciones petroleras y de gas, como los 1.78 millones de latinos en Estados Unidos que viven en áreas donde la contaminación tóxica del aire proveniente de las instalaciones de petróleo y gas.
Ayer, el presidente Biden se dirigió a la nación en su discurso del Estado de la Unión, donde aseguró que Estados Unidos está comprometido a cambiar las probabilidades y darle a la humanidad una oportunidad al liderar la transición a una economía de energía limpia.
Una economía verde, con un motor de sol y viento, tendrá un impacto significativo en el país y en el extranjero. Estados Unidos no sólo liderará en el mundo mostrando que una economía basada en la energía limpia es posible y próspera, sino que también generará empleos y ahorros para todos los estadounidenses.
La transición a fuentes de energía renovables que no se agoten, como la energía eólica y la energía solar, ampliará nuestro suministro y reducirá los costos para los consumidores y las empresas, al mismo tiempo que reducirá las facturas de electricidad para las familias, ahorrando al hogar promedio $500 dólares cada año. Expertos de Stanford esperan que los costos de electricidad de los hogares disminuyen en un 63%, además de generar más de 5 millones de empleos si Estados Unidos concreta la transición a una energía 100% renovable.
Después del discurso del Estado de la Unión queda claro que el Presidente Biden entiende que estamos en un momento clave al tratarse de la crisis climática, y sabe que el país, nuestra economía, necesita hacer la transición hacia la energía limpia, para mejorar nuestro aire, mitigar el cambio climático y asegurar nuestra independencia energética.
Los números que reflejan cuán severa es la crisis climática están frente a nosotros, así como la solución. ¿Qué estamos esperando?