La intensa tensión política parece no tener un próximo fin. Y es que a pesar de los intentos del ejecutivo y legislativo peruano, hoy más que nunca nos enfrentamos a una brecha ideológica difícil de saltar y que marca en algún punto la peligrosidad de las propuestas del actual gobierno. Lo que en teoría se dibuja como un intento de regular los medios para el beneficio social en realidad es una estratégia peligrosa de Perú Libre de limitar ciertos contenidos peligrosos para su imagen de gobierno.
Sin embargo, esto no significa que los medios peruanos estén atravesando su mejor etapa informativa. Por el contrario, mucho se ha criticado a la prensa desde la sociedad civil al momento de desligarse de su labor informativa y esencial en la sociedad peruana. El comportamiento de los medios de comunicación en muchas situaciones ha dejado mucho qué desear en cuanto a su rol de cuarto poder en la opinión pública. Los programas de ocio e incluso los informativos en muchas ocasiones han mermado la confianza en la calidad informativa y en casos como en el tema Covid-19 la desinformación ha tenido un impacto real y peligroso en las acciones concretas que toman los peruanos.
Frente a ello creo que sí es necesario establecer estándares y códigos éticos, así como sanciones tangibles y aplicables para aquellos medios que violen las normativas correspondientes. Sin embargo, el camino de una sanción administrativa a la censura es brutal y resulta excesivamente peligroso para un país que apenas se encuentra recuperando la confianza en los medios de comunicación. El peligro de la propuesta del gobierno de Perú Libre yace en la poca delimitación de la propuesta y la clara intención de controlar las agendas de los medios de comunicación con la finalidad de limitar aquellos contenidos que se consideren nocivos para la sociedad. ¿Quién decide esto? ¿De qué manera se sostiene tal abuso de derechos?
En un entorno tan globalizado la capacidad de información ha crecido exponencialmente. Sin embargo, aún a la fecha existen países con regímenes totalitarios que limitan la prensa y escogen los contenidos que se promueven, tales como Venezuela, China, Corea, etc. Es importante que visualicemos y denunciemos cualquier intento de atropello a uno de los derechos fundamentales más importantes. No podemos permitirnos retroceder; por el contrario, debemos exigir una prensa de calidad, libre y consciente.